Chachach¨¢: el baile que ten¨ªa otro acento
Un libro recuerda la historia de un ge?nero musical nacido en Cuba durante la renovada ansia por vivir de la posguerra que acabo? triunfando en toda Latinoame?rica
A Enrique Jorr¨ªn le gustaba tanto el ruido que hac¨ªan los pies desliz¨¢ndose sobre el tablado de la pista que tom¨® de ah¨ª el nombre: chachach¨¢. Era un sonido cadencioso, sugerente y divertido, que, como muchos a?os despu¨¦s se cantar¨ªa en una de las canciones m¨¢s famosas de Gabinete Caligari, ten¨ªa la culpa de sacarte a bailar. Jorr¨ªn, un violinista y director de orquesta cubano, fue el creador del m¨¢s primitivo chachach¨¢, un ritmo hipn¨®tico y colorido que, surgido en los salones de baile de Cuba, una de las grandes cunas so...
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A Enrique Jorr¨ªn le gustaba tanto el ruido que hac¨ªan los pies desliz¨¢ndose sobre el tablado de la pista que tom¨® de ah¨ª el nombre: chachach¨¢. Era un sonido cadencioso, sugerente y divertido, que, como muchos a?os despu¨¦s se cantar¨ªa en una de las canciones m¨¢s famosas de Gabinete Caligari, ten¨ªa la culpa de sacarte a bailar. Jorr¨ªn, un violinista y director de orquesta cubano, fue el creador del m¨¢s primitivo chachach¨¢, un ritmo hipn¨®tico y colorido que, surgido en los salones de baile de Cuba, una de las grandes cunas sonoras mundiales, se convirti¨® en g¨¦nero musical a mediados del siglo pasado.
¡°En la isla de la Cuba exist¨ªa el danz¨®n, que ven¨ªa de mezclar el son cubano y la danza, que ten¨ªa connotaciones de la m¨²sica cl¨¢sica occidental. Eran valses con unas estructuras muy marcadas, pero de ah¨ª surgieron derivaciones. Una de ellas fue el chachach¨¢. Ten¨ªa otro acento¡±, explica Jos¨¦ Arteaga, coordinador editorial de Chachach¨¢: un baile y una ¨¦poca, un lustroso libro, muy did¨¢ctico, publicado por el nuevo sello editorial de Gladys Palmera, la radio digital especializada en m¨²sica latina. Al estilo de los tochos de la colecci¨®n Taschen, el libro de Gladys Palmera tiene 416 p¨¢ginas, es generoso en im¨¢genes y re¨²ne m¨¢s de 800 car¨¢tulas, carteles y fotograf¨ªas a todo color de esta ¨¦poca dorada del ritmo latino.
El acento distinto al que se refiere Arteaga responde a la sensualidad y mayor velocidad que, a mediados de los cincuenta, tra¨ªa el nuevo ritmo hecho por las charangas, es decir, por las orquestas con flauta y viol¨ªn. Muchos bailadores no se sent¨ªan c¨®modos con algunos danzones porque les gustaba cantarlos, pero no pod¨ªan. Como buen observador, Enrique Jorr¨ªn se percat¨® de ello y, al frente de la Orquesta Am¨¦rica, empez¨® a experimentar algunos cambios, construyendo melod¨ªas r¨ªtmicamente sencillas, con las m¨ªnimas sincopas posibles e introduciendo en los montunos estribillos cantados al un¨ªsono por los m¨²sicos de orquesta. ¡°Jorr¨ªn era una persona de gran inventiva. Incluy¨® el ingrediente del humor en el danz¨®n. Ese ingrediente marc¨® el estilo del chachach¨¢. Es un tipo de m¨²sica que naci¨® distinta. Ni serv¨ªa para que la gente llorase como en el bolero ni para que se sometiesen a grandes descargas el¨¦ctricas como en el mambo. Naci¨® para ofrecer buen rollo¡±, cuenta Arteaga.
De esta forma, el chachach¨¢, menos fren¨¦tico que el mambo y m¨¢s vivo que los danzones y valses, surgi¨® como una especie de alegr¨ªa nueva en mitad de una renovada ansia por vivir. ¡°Era la ¨¦poca de posguerra. Acababa de terminar la Segunda Guerra Mundial y el mundo hab¨ªa visto tanta tragedia que necesitaba tener sonrisas, frenes¨ª, baile¡ En definitiva, contacto humano. En el Caribe, en esos a?os naci¨® el chachach¨¢, pero tambi¨¦n el mango¡±, explica Arteaga. Fueron los a?os en los que en EE UU se bailaron tambi¨¦n estilos nuevos y rompedores como el twist, el surf y el rock¡¯n¡¯roll. Solo que el chachach¨¢, lejos de quedarse constre?ido a la isla de Cuba, cruz¨® fronteras y se hizo popular m¨¢s all¨¢ de toda la regi¨®n del Caribe.
Si el epicentro de este se¨ªsmo r¨ªtmico est¨¢ localizado a finales de los a?os cuarenta en el sal¨®n Amores de Verano del segundo piso del restaurante Miami de la c¨¦ntrica esquina de Prado y Neptuno de La Habana, donde la gente iba a bailar bajo la batuta de Enrique Jorr¨ªn, su impacto sacudi¨® a todo el continente y m¨¢s all¨¢. Primero, el nuevo ritmo se extendi¨® por todos los salones de baile de Cuba, que, antes del triunfo de la Revoluci¨®n Cubana, era una fiesta de hoteles, g¨¢nsteres, cabarets, casinos y establecimientos nocturnos bajo la dictadura de facto de Fulgencio Batista donde la gente com¨²n y los turistas rumbeaban con las orquestas de moda y a la orilla del mar. De ah¨ª, pas¨® a M¨¦xico. En los cincuenta, hab¨ªa dos potencias musicales en Latinoam¨¦rica: Cuba y M¨¦xico. La llegada a M¨¦xico de la Orquesta Am¨¦rica, a la que pertenec¨ªa Jorr¨ªn, deton¨® el contagio, que terminar¨ªa por ser m¨¢s global al colarse por EE UU con m¨¢s fuerza a trav¨¦s de los emigrantes que llegaban a Nueva York y tocaban en grandes orquestas como la de Tito Puente.
El chachach¨¢ era ya imparable y, adem¨¢s, se vio beneficiado por el auge de los discos de larga duraci¨®n (33 rpm), que ofrecieron por primera vez la posibilidad de que la m¨²sica ya no solo se escuche, sino que tambi¨¦n se pueda mirar. ¡°La imagen juega un papel fundamental en el desarrollo del g¨¦nero¡±, explica Arteaga. ¡°Los vinilos comienzan a tener una caratula muy art¨ªstica. Hay mucho color y fotograf¨ªas poderosas. Por eso, en las caratulas de los discos de chachach¨¢ todo el mundo baila, sonr¨ªe y tiene una vitalidad extraordinaria¡±. Especialmente, las mujeres. El ritmo queda ilustrado en portadas en las que, bajo una mezcla de creatividad, kitsch y elegancia, la mujer aparece siempre bailando, de forma sensual, descarada o desinhiba. Daba igual. Acompa?ada de congas o bong¨®s, la mujer era el reclamo para una m¨²sica que se bailaba en pareja y que tiene a su primera estrella femenina a Bubbles Darlene, una bailarina rubia y ex¨®tica que destacaba sobre las mulatas y pelinegras. Tambi¨¦n por su facilidad para dilapidar todo lo que ganaba en fiestas y por esc¨¢ndalos como el que la llev¨® a pasearse con un impermeable transparente y medio desnuda por La Habana en 1956.
Con la llegada del r¨¦gimen de Fidel Castro en 1959 bajaron much¨ªsimo la producci¨®n de discos y los conciertos. Tambi¨¦n los esc¨¢ndalos. Sin embargo, el chachach¨¢ ya era m¨¢s que una moda a la que se sumaron estrellas de otros estilos como Sam Cooke, Tommy Dorsey y Bebo Vald¨¦s, entre otros muchos. Hab¨ªa saltado a la televisi¨®n a trav¨¦s del programa Arthur Murray Party, un espacio presentado por el bailar¨ªn m¨¢s famoso del mundo, que contaba con cientos de academias de baile por el planeta. Y hab¨ªa contagiado incluso a las artes visuales: a much¨ªsima producci¨®n latina, pero tambi¨¦n a pel¨ªculas en las que se asocia a mujeres bellas y libres como a Marylin Monroe en Con faldas y a lo loco y Brigitte Bardot en Y Dios cre¨® a la mujer. Sus bailes, como esos ritmos imp¨²dicos y sensuales que llegaron medio siglo antes que el reguet¨®n, ya ser¨ªan imposibles de olvidar.