Criaturas de la Guerra Civil
Nuevos libros exploran c¨®mo?el golpe de julio de 1936 transform¨® radicalmente las?vidas de quienes padecieron una Espa?a en conflicto
Cuenta Pilar Mera en 18 julio 1936, su reconstrucci¨®n de las jornadas en las que un grupo de militares desencaden¨® un golpe de Estado para acabar con la Rep¨²blica, que durante la ma?ana del d¨ªa 20 ¡°el mono azul comenz¨® a ser la prenda dominante¡± en las calles de Madrid. El Gobierno hab¨ªa repartido armas ante la urgencia de derrotar la asonada y ¡°j¨®venes enfundados en ese traje, con correajes y...
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Cuenta Pilar Mera en 18 julio 1936, su reconstrucci¨®n de las jornadas en las que un grupo de militares desencaden¨® un golpe de Estado para acabar con la Rep¨²blica, que durante la ma?ana del d¨ªa 20 ¡°el mono azul comenz¨® a ser la prenda dominante¡± en las calles de Madrid. El Gobierno hab¨ªa repartido armas ante la urgencia de derrotar la asonada y ¡°j¨®venes enfundados en ese traje, con correajes y fusiles, se apostaban en las esquinas y controlaban las avenidas¡±. En uno de los textos de Vidas truncadas, el volumen dirigido por Manuel ?lvarez Tard¨ªo y Fernando del Rey que trata de la violencia en la Espa?a de 1936, Roberto Mu?oz Bola?os explica que el general Fanjul, tras entrar de tapadillo en el Cuartel de la Monta?a para conducir la rebeli¨®n en Madrid, ¡°se visti¨® con el uniforme de general de divisi¨®n que hab¨ªa mandado traer desde su domicilio¡± y comenz¨® a dictar ¨®rdenes.
En estas dos im¨¢genes queda resumida la idea que todav¨ªa domina algunos relatos sobre la Guerra Civil: la de unos j¨®venes entusiastas dispuestos a resistir el embate de un pu?ado de militares autoritarios. Que las cosas tengan otras derivadas y que un sinf¨ªn de matices y complejidades marquen los sucesos de aquella ¨¦poca terrible es una saludable caracter¨ªstica que comparten algunos libros recientes, como el de Mera sobre esos d¨ªas de julio que terminaron precipitando una guerra. La historia de la Rep¨²blica, en una ¨¦poca donde el parlamentarismo y la democracia ¡°comenzaron a identificarse como algo caduco, d¨¦bil e in¨²til¡±, estuvo atravesada por violencias de todo tipo (insurrecciones anarquistas, el golpe de Sanjurjo, la revoluci¨®n de Asturias, la proclamaci¨®n del Estado catal¨¢n, los pistolerismos partidistas), pero fue la decidida negativa de determinados sectores a aceptar la victoria del Frente Popular en febrero de 1936 la que forz¨® la preparaci¨®n del golpe que condujo a la guerra. Y ah¨ª estuvieron implicados sobre todo los militares rebeldes, pero tambi¨¦n colaboraron cuantos se aplicaron a identificar al nuevo Gobierno con ¡°el caos y la iniquidad¡± y alentaron el fantasma de una inminente revoluci¨®n comunista. La crispaci¨®n y la violencia fueron las notas dominantes de un clima en el que la Falange y los carlistas, y los alfonsinos y sectores cat¨®licos vinculados a la CEDA, vieron con buenos ojos las maniobras de la parte m¨¢s reaccionaria del Ej¨¦rcito, en las que no tardar¨ªan en colaborar de manera activa.
Los textos reunidos en Vidas truncadas reconstruyen la enorme tensi¨®n de aquel periodo y muestran c¨®mo la enorme divisi¨®n que presid¨ªa la pol¨ªtica de entonces se incrust¨® en el desarrollo de las vidas de una serie de personas ¡ªlos generales golpistas Fanjul y Villegas, el radical bolchevique Agapito Garc¨ªa Atadell, el socialista italiano Fernando de Rosa, el republicano moderado Rafael Salazar Alonso, el l¨ªder agrario Andr¨¦s Maroto Rodr¨ªguez de Vera¡¡ª y las llev¨® a la muerte. Todos los trabajos narran ¡°desde abajo¡±, avanzan ¡°d¨ªa a d¨ªa¡± siempre que pueden, van mostrando c¨®mo la violencia lo fue devorando todo y se?alan aquella ¡°tentaci¨®n del mal¡± de la que hablaba Todorov, que conduce al cabo, como apuntan ?lvarez Tard¨ªo y Del Rey, a creer leg¨ªtimo ¡°el uso de la fuerza contra el adversario como expresi¨®n m¨¢xima de su negaci¨®n y de la necesidad de construir una sociedad m¨¢s homog¨¦nea y uniforme¡±.
El golpe fracas¨®. Buena parte del Ej¨¦rcito se mantuvo leal a la Rep¨²blica y fue la decisi¨®n de una serie de guarniciones militares y de unidades de la Guardia Civil y de Asalto de no verse arrastradas a la rebeli¨®n lo que evit¨® el triunfo de los insurrectos. El Gobierno de Jos¨¦ Giral, que se form¨® de manera precipitada para responder a la asonada, reparti¨® armas entre las organizaciones sindicales para proteger la democracia frente al ataque de sus enemigos. En muchos casos se utilizaron, sin embargo, para impulsar esa revoluci¨®n que el golpe pretend¨ªa evitar. La Rep¨²blica tuvo as¨ª que enfrentarse a una guerra debilitada porque parte de los que luchaban a su lado pretend¨ªan llegar mucho m¨¢s lejos y se aplicaron a destruir sus fortalezas institucionales para imponer una sociedad m¨¢s igualitaria. En Espa?a en guerra, James Matthews ha reunido a una serie de especialistas para explorar lo que ocurri¨® con esa gente an¨®nima que, de un d¨ªa para otro, se vio movilizada para ir a pelear y arriesgar su vida. Una vez desatado el enfrentamiento, explica, volvieron ¡°a estallar una serie de conflictos diversos y superpuestos ¡ªentre centralistas y autonomistas, tradicionalistas y reformistas, creyentes y laicos, urbanistas cosmopolitas y tradicionalistas rurales, as¨ª como la lucha de clases y de distintas ideolog¨ªas¡ª que hab¨ªan sacudido Espa?a produciendo conflictos sociales a veces te?idos de violencia¡±. Hubo quiebras y miradas y posiciones distintas en cada bando, y el peso ideol¨®gico qued¨® muchas veces desdibujado por la urgencia de lo inmediato: los miedos de unos soldados inexpertos y la necesidad de disciplina, la paga y el hambre y el equipamiento de los combatientes, el comportamiento de los inversores y de los trabajadores, los incentivos monetarios, las fugas de emboscados y enchufados en la retaguardia, el trato a los ni?os y los ancianos, y el peso de las mujeres.
18 julio 1936
Vidas truncadas. Historias de violencia en la Espa?a de 1936
Espa?a en guerra. Sociedad, cultura y movilizaci¨®n b¨¦lica 1936-1944
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