Aterriza como te dejen
Recuerdo cuando tomar un avi¨®n (sin miedo) pod¨ªa formar parte de la experiencia placentera del viaje, tal como sol¨ªa ocurrir antes de que el 11-S lo trastocara todo
Tal d¨ªa como hoy (para ustedes) muri¨® Jimi Hendrix (1942-1970); el mismo d¨ªa, muchos a?os m¨¢s tarde, tambi¨¦n lo hizo Santiago Carrillo (1915-2012), pero reconozco que la noticia de su fallecimiento me afect¨® bastante menos, quiz¨¢s porque a esas alturas el l¨ªder eurocomunista y antiguo entusiasta de Stalin me resultaba ya un vestigio moral de un mundo m¨¢s primitivo que el del m¨²sico de Seattle. De Hendrix, que consigui¨® arrancar a su guitarra (gracias...
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1. Volar
Tal d¨ªa como hoy (para ustedes) muri¨® Jimi Hendrix (1942-1970); el mismo d¨ªa, muchos a?os m¨¢s tarde, tambi¨¦n lo hizo Santiago Carrillo (1915-2012), pero reconozco que la noticia de su fallecimiento me afect¨® bastante menos, quiz¨¢s porque a esas alturas el l¨ªder eurocomunista y antiguo entusiasta de Stalin me resultaba ya un vestigio moral de un mundo m¨¢s primitivo que el del m¨²sico de Seattle. De Hendrix, que consigui¨® arrancar a su guitarra (gracias al pedal wah-wah, un invento del jazz al que supo sacarle mucho partido) sonidos que se aproximaban a los de la voz humana distorsionada, me gustan casi todos sus trabajos. Esta ma?ana (el martes para ustedes), por ejemplo, he vuelto a escuchar ¡®Purple Haze¡¯, un tema pionero de su ¨¢lbum Are You Experienced (1967), un vinilo muy usado y cuya car¨¢tula est¨¢ ya muy ¡°cansada¡±, como dir¨ªa un librero anticuario. Al contrario de lo habitual, llegu¨¦ a Hendrix desde el jazz y, m¨¢s concretamente, desde Miles Davis, lo que me ahorr¨® muchas sorpresas. Escuch¨¢ndolo esta ma?ana se me han despertado recuerdos de otra ¨¦poca. Por ejemplo, de cuando tomar un avi¨®n (sin miedo) pod¨ªa formar parte de la experiencia placentera del viaje, tal como sol¨ªa ocurrir antes de que el 11-S lo trastocara todo: hoy la ansiedad est¨¢ presente y agravada desde el momento de llegar al aeropuerto, al menos para los viajeros de la clase turista (el proletariado de los viajeros a¨¦reos); luego, la rutina la forman chequeos exhaustivos del equipaje de mano (fuera objetos met¨¢licos, cosm¨¦ticos, contenedores para l¨ªquidos que excedan la exigua capacidad autorizada), utilizaci¨®n de bandejas diferentes para dispositivos electr¨®nicos, paso forzado bajo los arcos de detecci¨®n (fuera metales, cintur¨®n, a menudo hasta el calzado), ¨®rdenes (m¨¢s que sugerencias) con frecuencia vejatorias o impertinentes, etc¨¦tera. Cuando las llamadas ¡°medidas de seguridad¡± coinciden, como ocurre ahora, con los requerimientos pand¨¦micos y con los abundantes recortes econ¨®micos de compa?¨ªas insaciables, el vuelo se parece a un transporte de ganado (muy apretado). Eso sin contar con que ahora las tripulaciones parecen entrenadas para considerar a cada viajero como un posible riesgo potencial al que hay que vigilar. De modo que hemos ¡°ganado seguridad¡± a cambio de perder casi todo lo que hac¨ªa el viaje m¨¢s agradable. Hace unos d¨ªas, en un vuelo de Iberia de m¨¢s de dos horas de duraci¨®n, la viejecita que estaba al otro lado del pasillo solicit¨® a la aeromoza una manta porque sent¨ªa fr¨ªo: me qued¨¦ estupefacto cuando la interpelada respondi¨®, como si la anciana mostrara s¨ªntomas de insania, que en ese vuelo no llevaban mantas; tampoco, por supuesto, ning¨²n refresco que no pagues, ninguna atenci¨®n (ni siquiera aquellas toallitas refrescantes de anta?o). De modo que, entre unas cosas y otras, me temo que este oto?o voy a viajar por tierra. Y eso que la lectura fragmentaria de la compilaci¨®n de ensayos (ya publicados en este peri¨®dico) ?am¨¦rica (Literatura Random House), de Mart¨ªn Caparr¨®s, me hab¨ªa abierto las ganas de viajar al continente americano. Mientras tanto, tendr¨¦ que conformarme con viajes por aqu¨ª cerca: encuentro ideas apetecibles en el muy divulgativo Un pa¨ªs de novela (Anaya Touring), de Pepo Paz Saz, que describe ¡°15 destinos literarios de Espa?a¡±; y en Mirabilia, del mismo sello, de Jos¨¦ C. Vald¨¦s y Olga Garc¨ªa Arrabal (con ilustraciones de Celsius Pictor), un ¡°compendio de maravillas y asombros del Camino de Santiago¡±, por si me animo a hacer piernas.
2. Negr¨ªn: ?y Nin?
A pesar de la reciente reivindicaci¨®n historiogr¨¢fica del doctor Negr¨ªn (Preston, Vi?as, Moradiellos, sobre todo), lo cierto es que el ¨²ltimo presidente de Gobierno (presencial) de la Segunda Rep¨²blica dio su visto bueno, cuando menos, a la detenci¨®n de Andreu Nin (y sus correligionarios), finalmente torturado y asesinado en junio de 1937. Y, como afirma Andreu Navarra en su biograf¨ªa La revoluci¨®n imposible; vida y muerte de Andreu Nin (Tusquets), probablemente Negr¨ªn no lo hizo por factores ideol¨®gicos, sino por algo tan perentorio como su necesidad de armamento. Y las armas ven¨ªan de Stalin, que, empe?ado ya en las Grandes Purgas, no pod¨ªa tolerar que el revolucionario leninista catal¨¢n (El Vendrell, 1892 - probablemente Alcal¨¢ de Henares, 1937) pusiera en jaque su estrategia frente-populista con la llamada a la revoluci¨®n (seg¨²n Nin, necesaria para ganar la guerra y derrocar definitivamente a la burgues¨ªa). Los asesinos de Nin y enterradores del POUM fueron, se supo desde casi el principio, los estalinistas del Komintern y sus agentes espa?oles del PCE, cuya mala fe lleg¨® a equiparar ante la clase obrera a los poumistas con agentes de la Gestapo al servicio de Franco. Esta biograf¨ªa de Nin (que, barrunto, pudo haber sido presentada al prestigioso premio de biograf¨ªas de Tusquets) se basa principalmente en fuentes secundarias, lo que atestiguan las abundantes y extensas citas incluidas en el texto; y entre sus grandes deudas bibliogr¨¢ficas destacan, por supuesto, los numerosos ensayos y estudios parciales de Pelai Pag¨¨s, sin duda el historiador que m¨¢s lejos ha llegado en el estudio del l¨ªder del POUM y, de rebote, de la izquierda comunista espa?ola de la ¨¦poca. La de Andreu Navarra no es la ¡°biograf¨ªa definitiva¡± de Nin, cuya trayectoria vital y pol¨ªtica todav¨ªa presenta numerosos enigmas, pero es una brillante contribuci¨®n a su conocimiento.
3. Memorias
Mi lectura entusiasta de Volver a d¨®nde (Seix Barral), el ¨²ltimo memoir de Antonio Mu?oz Molina, me ha abierto de nuevo el apetito por la literatura autobiogr¨¢fica. Entre lo ¨²ltimo que me ha llegado destaco dos libros: Lejos de Egipto (Libros del Asteroide), de Andr¨¦ Aciman, una nost¨¢lgica evocaci¨®n de su infancia en Alejandr¨ªa, y El loro de Budapest (Fulgencio Pimentel), de Andr¨¦ Lorant, relato elegante (y ulterior ajuste de cuentas) de una juventud transcurrida entre el yugo nazi y el totalitarismo estalinista.
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