La ¨²ltima plegaria de Francisco Brines

¡±Los libros ¨²ltimos tienen sus propios derechos¡±, escribi¨® Tess Gallagher en el pr¨®logo a Un nuevo sendero a la cascada, el poemario p¨®stumo de su marido, Raymond Carver. Lo mismo podr¨ªa decirse de Donde muere la muerte, el libro en el que Francisco Brines, fallecido en mayo, se demor¨® 25 a?os. De entrada, como advierte la nota de los editores, Brines no lleg¨® a cor...

¡±Los libros ¨²ltimos tienen sus propios derechos¡±, escribi¨® Tess Gallagher en el pr¨®logo a Un nuevo sendero a la cascada, el poemario p¨®stumo de su marido, Raymond Carver. Lo mismo podr¨ªa decirse de Donde muere la muerte, el libro en el que Francisco Brines, fallecido en mayo, se demor¨® 25 a?os. De entrada, como advierte la nota de los editores, Brines no lleg¨® a corregir las pruebas. Es adem¨¢s, con 24 poemas, el libro m¨¢s corto de su autor, que en los ¨²ltimos a?os explicaba su morosidad diciendo, en broma, que ponerle punto final significar¨ªa pon¨¦rselo tambi¨¦n a su vida. Cerrado el libro, ¨¦l morir¨ªa. Como en una maldici¨®n de f¨¢bula.

Hechas esas salvedades, Donde muere la muerte es un final coherente para una obra que desde Las brasas (1960) fue una larga eleg¨ªa. De hecho, contiene todas las claves del poeta valenciano: su casa en Oliva; sus padres (a los que dedica algunos de los mejores versos); la tensi¨®n entre vejez e infancia, Dios y Luzbel; la soledad; la noche como refugio er¨®tico, la apelaci¨®n al futuro¡­ ¡°Toda la vida cabe en un par¨¦ntesis que choca y cierra en signo c¨®ncavo, la vida arremetida. Esta es nuestra experiencia¡±, dice el poema en prosa que abre el conjunto, ¡®Brevedad de la vida¡¯, una invocaci¨®n que, con ecos de su querido Cernuda, termina: ¡°Lector, t¨² eliges tus poetas. Espero que tu sombra me aloje. Es s¨®lo mi deseo, porque tan s¨®lo as¨ª sabr¨¦ saberme sido¡±.

Tras la celebraci¨®n sensual ¡ªy, de nuevo, elegiaca¡ª que fue El oto?o de las rosas (1986), la voz de Brines ¡ªsiempre m¨¢s conceptual que metaf¨®rico¡ª se volvi¨® m¨¢s austera hasta llegar a La ¨²ltima costa (1995). Donde muere la muerte es todav¨ªa m¨¢s seco. En la forma y en el fondo. No ser¨ªa, pues, la mejor manera de empezar a leer a Francisco Brines. Pese a todo, en medio de la desolaci¨®n, es un canto a la vida con algo de generosa ¡ªy ecol¨®gica¡ª petici¨®n de clemencia. No para ¨¦l, sino para nosotros. As¨ª, en ¡®El ni?o que contempl¨® el mundo (?ltimo rezo)¡¯ leemos: ¡°Lo estamos destruyendo. / Oh, Dios, si existes / o si fuiste, / despierta o resucita, / y aunque t¨² no nos salves / s¨¢lvalo a ¨¦l: / ese inocente mundo, / el delicado azahar / que a¨²n resplandece / y tiembla¡±.

Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.