Distintas maneras de la felicidad

Desde la primera l¨ªnea, el lector de este libro sentir¨¢ que aqu¨ª hay rasgos de su propia autobiograf¨ªa, de la felicidad o de la melancol¨ªa con la que guarda recuerdos de los a?os en que se enamor¨® por primera vez y acaso para siempre, aunque en el recorrido se hubieran producido los ritos de la ri?a o de la despedida.

El autor, Marcos Ord¨®?ez, escritor, memorialista, novelista, importante cr¨ªtico teatral (que ejerce con autoridad en EL PA?S), n...

Desde la primera l¨ªnea, el lector de este libro sentir¨¢ que aqu¨ª hay rasgos de su propia autobiograf¨ªa, de la felicidad o de la melancol¨ªa con la que guarda recuerdos de los a?os en que se enamor¨® por primera vez y acaso para siempre, aunque en el recorrido se hubieran producido los ritos de la ri?a o de la despedida.

El autor, Marcos Ord¨®?ez, escritor, memorialista, novelista, importante cr¨ªtico teatral (que ejerce con autoridad en EL PA?S), naci¨® en 1957 en Barcelona, de modo que existe la tentaci¨®n de sentir que acaso es ¨¦l mismo quien se enamora ¡°en la primavera de 1979¡å, como Iv¨¢n, el protagonista, se enamora de una chica que se llama Patricia.

Luego de ese instante feliz, en la Espa?a que se quita el lodo de los zapatos de Franco, el amor se prepara para otras vicisitudes, pues ¨¦l quiere ser un escritor (como lo es el propio Ord¨®?ez, con ¨¦xito en los diversos campos) y ella consolida su pasi¨®n por la m¨²sica y por las matem¨¢ticas. En medio de ese amor que conoce complicidades paternas y adversidades habituales en la ¨¦poca de reiniciaci¨®n de la libertad, se suceden aventuras que traer¨¢n a los j¨®venes, pero tambi¨¦n a los que vivieron sus enamoramientos en los a?os ochenta del pasado siglo, penas y alegr¨ªas de los amores que les resulten contempor¨¢neos.

La novela est¨¢ escrita desde lejos, pues el autor ha renunciado al riesgo de la primera persona, pero son tantas las referencias, a las ropas, a los discos, a los libros, a la escritura, que es imposible no imaginarse a la propia persona que firma estas 285 p¨¢ginas como el hombre Iv¨¢n que vive con la mujer Patricia esta aventura en la que a veces Kafka y a veces Cort¨¢zar van de la mano en auxilio de met¨¢foras que en alg¨²n momento atraen nostalgia (o alegr¨ªa) de La metamorfosis o incluso de Los autonautas de la cosmopista. La literatura, como la m¨²sica, tiene un protagonismo saludable, en los di¨¢logos y en las descripciones, pues forma parte del sonido general que le confiere al libro cierta forma o volumen de tocadiscos y de estanter¨ªa de una o varias generaciones de enamorados de lo que se lee, lo que se escucha y tambi¨¦n de lo que se acaricia.

En un universo de lectura en el que resulta dif¨ªcil leer sin sobresalto ante la posibilidad, m¨¢s que habitual, de que los finales sean la destrucci¨®n del amor que empieza (¡°Iv¨¢n y Patricia se enamoraron en la primavera de 1979¡­¡±), es bueno subrayar que aqu¨ª la tela de la felicidad dura m¨¢s, y es m¨¢s c¨¢lida, que la desnudez de la desolaci¨®n en la que cayeron, y siguen cayendo, tantas parejas que, quiz¨¢ esta semana, podr¨ªan escribir su propia historia diciendo que en tal fecha de estos d¨ªas se enamoraron mientras iban pensando que alguna vez ser¨ªan escritores, matem¨¢ticos o m¨²sicos, y luego de toda la ilusi¨®n no queda ni la sombra.

Es tambi¨¦n la novela de una ciudad y de sus afueras, por donde deambulan sombras de aquellas personas, como la Teresa de Juan Mars¨¦, que mimetizan sus ambiciones, y tambi¨¦n sus frustraciones, con las de un lugar m¨ªtico cuyos aires eran envidiados por los que mir¨¢bamos a Barcelona como si fuera un cuadro, una hermosa utop¨ªa que le pisaba los talones a Par¨ªs o a Roma. No es s¨®lo literatura la que aborda Ord¨®?ez; es s¨ªmbolo, espejo, de ese instante que dura la felicidad cuando todo alrededor conspira para que el amor no se rompa mientras haya conversaci¨®n, es decir, palabras, que lo sostenga.

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