Fil¨®sofos, trapaceros y embaucadores

En medio del aluvi¨®n de literatura pol¨ªtica que inunda los escaparates de las librer¨ªas virtuales, tres t¨ªtulos ayudar¨¢n a los aficionados al g¨¦nero a reflexionar sobre el futuro de nuestra convivencia. Se trata de ejemplares bien diferentes. Uno es un reportaje, otro una s¨¢tira y el ¨²ltimo un manual de filosof¨ªa aunque sus creadores renieguen del calificativo. Se aplica a divulgar las diferentes escuelas y visiones del pensamiento pol¨ªtico, mientras que los otros dos se aventuran en la narraci¨®n de los hechos y la devastaci¨®n de estos a manos de quienes ejercen el poder. El tr¨ªo en cuesti¨®n n...

En medio del aluvi¨®n de literatura pol¨ªtica que inunda los escaparates de las librer¨ªas virtuales, tres t¨ªtulos ayudar¨¢n a los aficionados al g¨¦nero a reflexionar sobre el futuro de nuestra convivencia. Se trata de ejemplares bien diferentes. Uno es un reportaje, otro una s¨¢tira y el ¨²ltimo un manual de filosof¨ªa aunque sus creadores renieguen del calificativo. Se aplica a divulgar las diferentes escuelas y visiones del pensamiento pol¨ªtico, mientras que los otros dos se aventuran en la narraci¨®n de los hechos y la devastaci¨®n de estos a manos de quienes ejercen el poder. El tr¨ªo en cuesti¨®n nos ayuda a comprender las razones que iluminan la gobernanza de los pueblos, las ficciones que de ella se derivan y la miseria moral por la que con frecuencia se despe?a.

Razones p¨²blicas es una obra colectiva dirigida por dos profesores e investigadores de la Pompeu Fabra que han convocado a m¨¢s de una veintena de colegas con el noble empe?o de ¡°ofrecer una visi¨®n general y ecu¨¢nime de los principales debates, posiciones y argumentos filos¨®ficos¡± que analizan las instituciones de la vida econ¨®mica y social. Los autores del empe?o aspiran a interesar no solo a los estudiantes de ciencias pol¨ªticas o sociales, sino al p¨²blico general. Este anhelo los lleva a explicar desde las teor¨ªas pol¨ªticas en boga hasta lo que llaman cuestiones pr¨¢cticas, resumidas en un cat¨¢logo bastante caprichoso que incluye tanto los problemas ambientales y sanitarios como la guerra justa o los derechos de los animales. La naturaleza coral de la obra no permite un juicio un¨ªvoco sobre su calidad. Los firmantes de los diversos cap¨ªtulos sucumben por lo com¨²n a las exigencias expresivas de lo pol¨ªticamente correcto que inundan de un tiempo a esta parte las aulas universitarias. El ¨¢nimo divulgador se ve as¨ª saboteado por una abundant¨ªsima bibliograf¨ªa, propia de las contribuciones acad¨¦micas pero irrelevante las m¨¢s de las veces para el p¨²blico en general. Es en cualquier caso un libro que merece ser tenido en cuenta por aquellos a quienes interesen los fundamentos intelectuales y morales del ejercicio de la pol¨ªtica. En medio de su desigualdad literaria sobresalen los textos de F¨¦lix Ovejero sobre el marxismo, la sobria explicaci¨®n que Jos¨¦ Juan Moreso hace del Estado de derecho y las demandas de L¨®pez Guerra para dise?ar nuevas instituciones que mejoren e incluso reemplacen a las tradicionales de la democracia. Lo que le permite esbozar un apunte sobre la posibilidad de las lotocracias, sistemas electorales por sorteo.

Una especie de lotocracia para la elecci¨®n de los ¨®rganos del poder judicial es lo que sugieren Francisco Sosa Wagner y Mercedes Fuertes en su Panfleto contra la trapacer¨ªa pol¨ªtica, t¨ªtulo que por s¨ª mismo indica ante lo que nos encontramos: el jubiloso renacimiento de la literatura panfletaria. Mientras que los directores del volumen citado anteriormente dan por sentado que su obra no es para ser le¨ªda de un tir¨®n, esta otra que comentamos no puede leerse sino de dicha manera. En su pr¨®logo Albert Boadella nos alerta sobre el gusto del pueblo por la ficci¨®n: ¡°Que tantos beneficios me ha reportado dentro de los teatros¡±, pero que a su vez es responsable de la tendencia de las gentes a entregarse al artificio y perder su condici¨®n de ciudadanos. Un experto en el arte de interpretar como ¨¦l asegura que ¡°el refugio de la ficci¨®n es un sedante anest¨¦sico¡±, un arma utilizada por enga?abobos y embaucadores. En su opini¨®n esa gente debe ser denunciada y controlada, cuando ¡°es el descontrol lo que caracteriza hoy la Espa?a de los S¨¢nchez¡±.

Lo que Sosa y Fuentes tratan de hacer con considerable ¨¦xito es desmontar el cervantino Retablo de las maravillas en su versi¨®n contempor¨¢nea. A partir del famoso ¡°no es no¡±, un eslogan que expresa ¡°lo contrario de la pol¨ªtica, exactamente su ant¨®nimo¡±, nuestra democracia ha devenido en una partitocracia fragmentada y polarizada. La previsible consecuencia es que diputados y senadores ¡°elegidos por millones de espa?oles acaben siendo meras figuras terminales de las ejecutivas de los partidos¡±. En su alegato no dejan t¨ªtere con cabeza y ni siquiera acuden al consabido truco de los mejores a?os de Hollywood que inclu¨ªan siempre un happy end, inexistente seg¨²n ellos en la pol¨ªtica espa?ola. Descuellan afirmaciones provocadoras como que ¡°la Catalu?a amotinada va a arruinar el sistema pol¨ªtico espa?ol tal y como lo conocemos¡­ para lanzarlo al cubo de la basura de la Historia¡±. Sin embargo, el sistema, arruinado ya, al mismo tiempo demuestra en mi opini¨®n una capacidad de resistencia excepcional. Al fin y al cabo la basura forma parte inevitable del ejercicio del poder desde que los primeros padres fueran expulsados del para¨ªso.

De eso mismo tratan ambos libros, aunque la palabra poder apenas sea mencionada ni por los fil¨®sofos ni por los c¨®micos. Una historia del poder, en su lado oscuro, es en cambio El jefe de los esp¨ªas, recopilatorio que Juan Fern¨¢ndez-Miranda y Javier Chicote Lerena han hecho de las notas manuscritas del general Alonso Manglano, director de los servicios secretos espa?oles durante todo el mandato de Felipe Gonz¨¢lez. Frente a los debates ilustrados de los grandes pensadores y la s¨¢tira del activismo panfletario, los apuntes del militar ponen al desnudo la realidad incorrecta, miserable y en ocasiones delictiva, manejada por los gestores de la seguridad nacional. Hablando de basura, son ellos quienes la bucean, e inevitablemente se contaminan de ella. Quienes se sienten maltratados por las anotaciones del general han comenzado ya a denigrar su memoria, en un ejercicio no muy elegante. Aunque tampoco la elegancia ha sido una se?a de identidad de los esp¨ªas hasta que Ian Fleming los convirtiera en h¨¦roes. Siempre que estuvieran del lado de los buenos, claro, lo que sin duda era el caso de Alonso Manglano.

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