Las vidas de los otros
Como le ocurr¨ªa a la mujer de Barba Azul, el terror¨ªfico cuento del folklore bret¨®n que fij¨® Perrault, la curiosidad ante aquella habitaci¨®n cerrada lleg¨® a atormentarme
Hace muchos a?os, al poco de estrenar mi flamante despacho de editor en la Alfaguara de la calle de Juan Bravo ¡ªeran tiempos de vacas gordas y grandes amigos¡ª, ca¨ª en la cuenta de que conoc¨ªa a todos los que trabajaban en mi misma planta, excepto a quienes ocupaban la habitaci¨®n contigua. Solo sab¨ªa que eran varias personas, que entraban tarde, que nunca hac¨ªan ruido y que se marchaban a una hora determinada con el mismo sigilo con que hab¨ªan entrado. Como le ocurr¨ªa a la mujer de Barba Azul, el terror¨ªfico cuento d...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
1. Recuerdo
Hace muchos a?os, al poco de estrenar mi flamante despacho de editor en la Alfaguara de la calle de Juan Bravo ¡ªeran tiempos de vacas gordas y grandes amigos¡ª, ca¨ª en la cuenta de que conoc¨ªa a todos los que trabajaban en mi misma planta, excepto a quienes ocupaban la habitaci¨®n contigua. Solo sab¨ªa que eran varias personas, que entraban tarde, que nunca hac¨ªan ruido y que se marchaban a una hora determinada con el mismo sigilo con que hab¨ªan entrado. Como le ocurr¨ªa a la mujer de Barba Azul, el terror¨ªfico cuento del folklore bret¨®n que fij¨® Perrault, la curiosidad ante aquella habitaci¨®n cerrada lleg¨® a atormentarme, sobre todo porque tampoco mis colegas me aclaraban exactamente qui¨¦nes eran y a qu¨¦ se dedicaban mis misteriosos vecinos. Cierto d¨ªa, arm¨¢ndome de valor, me atrev¨ª a llamar a su puerta. Tras hacerse esperar, me abri¨® un se?or m¨¢s bien bajito con aspecto de profesor, ataviado con traje y chaleco de lana, que, sin mostrar sorpresa, me pregunt¨® con voz tenue qu¨¦ se me ofrec¨ªa. Aquel se?or era Manuel Seco, el gran lexic¨®grafo que acaba de morir a los 93 a?os. Y en aquella habitaci¨®n, al contrario que en la prohibida de Barba Azul, no hab¨ªa sangre ni cuerpos de mujeres desgarrados y colgados de ganchos en las paredes, sino miles y miles de fichas rellenas a mano (el ordenador a¨²n no era herramienta de uso) y recogidas en decenas de ficheros desparejos y cajas de zapatos, que formaban el n¨²cleo de lo que, a?os m¨¢s tarde, ser¨ªa el imprescindible Diccionario del espa?ol actual, la ingente obra (una especie ¡ªmutatis mutandis¡ª de Diccionario de autoridades de finales del siglo XX) a la que estaban consagrados don Manuel y sus colaboradores Olimpia Andr¨¦s y Gabino Ramos. A partir de aquel d¨ªa nuestra relaci¨®n se hizo menos impersonal: de vez en cuando me preguntaba por algunas de las novedades editoriales o coment¨¢bamos brevemente alguna pel¨ªcula (le encantaba el cine) y, como yo le preguntara en ocasiones por cuestiones l¨¦xicas concernientes a mi trabajo, acab¨® regal¨¢ndome ¡ªquiz¨¢s para librarse de m¨ª¡ª un ejemplar de su estupendo Diccionario de dudas y dificultades de la lengua espa?ola, que sigo teniendo al alcance de la mano. De Seco recuerdo su amabilidad, su fin¨ªsima iron¨ªa, su enorme capacidad de trabajo, su modestia y su llamativa indiferencia hacia la carrera universitaria (ense?¨® en institutos); tambi¨¦n su independencia de criterio (lo que le cost¨® alg¨²n disgustillo en la RAE) y, sobre todo, su apabullante sabidur¨ªa l¨¦xica, forjada en a?os de estudio y pr¨¢ctica en la Academia y en su magn¨ªfico trabajo como director del Diccionario hist¨®rico de la lengua espa?ola. Se nos ha ido un verdadero sabio y una de las mejores personas que he tenido el privilegio de conocer.
2. C¨¦lebres
No olviden en su cesta de la compra librera reservar espacio para las vidas de los otros. Buena cosecha de novedades biogr¨¢ficas para (casi) todos los gustos en este sprint final de la edici¨®n de 2021. Brevemente les recuerdo algunas; todas, y bien que lo siento, consagradas a varones. Ser Elvis. Una vida solitaria (Alianza), de Ray Connolly, cuenta los or¨ªgenes, triunfos y decadencia final del m¨²sico (y, luego, actor) de Tupelo, Misisipi, sin duda el int¨¦rprete m¨¢s influyente y popular de la historia del rock and roll. Reino de Cordelia publica en admirable edici¨®n Retrato de un desconocido, de Cipriano Rivas Cherif, la ya cl¨¢sica biograf¨ªa de su cu?ado Manuel Aza?a, el ¨²ltimo presidente de la Rep¨²blica. Santiago Ram¨®n y Cajal. Maestro, cient¨ªfico y humanista (Alianza), de Francisco C¨¢novas S¨¢nchez, es una biograf¨ªa del gran cient¨ªfico espa?ol que obtuvo el Premio Nobel (junto con Camillo Golgi) por sus trabajos sobre la estructura del sistema nervioso. Un hogar en el mundo (Taurus) recoge las memorias de Amartya Sen, el economista indio que, entre otras cosas, ha demostrado que el hambre en el mundo no es culpa de la falta de alimentos, sino de las desigualdades, fallos y corrupciones que afectan a los mecanismos de su distribuci¨®n. 1000 a?os de alegr¨ªas y penas (Debate) es un ins¨®lito libro de memorias del artista y activista chino Ai Weiwei, en el que al hilo de la historia de su padre, el poeta Ai Qing, represaliado por Mao, y de su propia trayectoria como artista, arquitecto y militante por la libertad de expresi¨®n, traza una personal panor¨¢mica c¨ªvica y cultural del ¨²ltimo siglo chino. Por ¨²ltimo, Paul Preston vuelve a echar mano de su poblado fichero y publica (en Debate) Arquitectos del terror. Franco y los art¨ªfices del odio, un libro de car¨¢cter inequ¨ªvocamente alimenticio en el que traza breves biograf¨ªas de los villanos que fomentaron y difundieron las fake news sobre la conspiraci¨®n judeomas¨®nica; los elegidos son Mauricio Carlavilla (el polic¨ªa inventor de bulos y martillo de gais); Juan Tusquets, el cura y pedagogo antisemita que fund¨® Lumen en Burgos en 1936; Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n, el insoportable bardo del R¨¦gimen; Gonzalo de Aguilera, el arist¨®crata militar y terrateniente, encargado de propagar bulos entre los corresponsales extranjeros; Emilio Mola, el ¡°asesino del Norte¡±; Queipo de Llano, ¡°el psic¨®pata del Sur¡±, y Luis Carrero Blanco, el mediocre hombre de confianza del dictador, catoliqu¨ªsimo y anticomunista ac¨¦rrimo, que sosten¨ªa que el S¨¢hara occidental era ¡°tan territorio espa?ol como la provincia de Cuenca¡±.
3. Gaia
En Tierra viviente (Atalanta), el ec¨®logo Stephan Harding profundiza en la llamada ¡°hip¨®tesis de Gaia¡± (el planeta y todo, absolutamente todo, lo que contiene y forma es un ¨²nico superorganismo vivo e interactuante) y enfatiza la importancia que la empat¨ªa y la intuici¨®n revisten para no ver la naturaleza como algo distinto a nosotros y no seguir da?ando nuestra casa com¨²n. Un libro importante que habr¨ªa que haber le¨ªdo hace medio siglo y cuyas ense?anzas quiz¨¢s lleguen tarde. Y perdonen el pesimismo.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.