Jonny Greenwood: de Radiohead a ¡®El poder del perro¡¯
El guitarrista de la banda brit¨¢nica triunfa con sus bandas sonoras para filmes como el ¡®western¡¯ de Jane Campion o ¡®Spencer¡¯, de Pablo Larra¨ªn. En febrero se estrena ¡®Licorice Pizza¡¯, que incluye un tema suyo
Ya le toman en serio en Hollywood. Compruebo que los pronosticadores de probables candidatos para los pr¨®ximos Oscar mencionan a Jonny Greenwood por su trabajo en los scores de El poder del perro y Spencer (tambi¨¦n aporta el tema principal para Licorice Pizza, pero esta no cuenta en la competici¨®n ya que la banda sonora se sostiene c...
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Ya le toman en serio en Hollywood. Compruebo que los pronosticadores de probables candidatos para los pr¨®ximos Oscar mencionan a Jonny Greenwood por su trabajo en los scores de El poder del perro y Spencer (tambi¨¦n aporta el tema principal para Licorice Pizza, pero esta no cuenta en la competici¨®n ya que la banda sonora se sostiene con m¨²sica de ¨¦poca). Seguramente, todav¨ªa no le ha tocado el turno, pero est¨¢ bien que se considere persona premiable a alguien que, en t¨¦rminos de la industria, ejerce como ?guerrillero.
Jonathan Greenwood (Oxford, 1971) es el perro verde en un grupo abundante en bichos raros, dicho sea sin ¨¢nimo despectivo. Un multiinstrumentista cuya formaci¨®n musical comenz¨® hacia los cinco a?os, alguien que hab¨ªa tocado en conjuntos barrocos y orquestas sinf¨®nicas de aficionados antes de descubrir los placeres de la amplificaci¨®n y el rock. Una educaci¨®n ecl¨¦ctica que le ha permitido ampliar poco a poco el vocabulario sonoro de Radiohead: estamos ante un m¨²sico que seguramente sabe m¨¢s sobre Olivier Messiaen que sobre Hubert Sumlin. Con la suficiente seguridad en s¨ª mismo para presentarse en un estudio de grabaci¨®n repleto de m¨²sicos de conservatorio con un instrumento tan retrofuturista como las ondas Martenot¡ y lograr que interact¨²en con ¨¦l.
La naturaleza espasm¨®dica de Radiohead, que adem¨¢s evita la rutina de nuevo-disco-y-girar-hasta-el-agotamiento, ha favorecido las actividades individuales de Greenwood. No lo sab¨ªa, pero estaban esperando su llegada: en los c¨ªrculos de la m¨²sica contempor¨¢nea se corri¨® la voz de que contaban con un c¨®mplice en el grupo m¨¢s valorado del momento y, ya en el presente siglo, le llovieron encargos, partituras que fueron interpretadas por la London Sinfonietta, la BBC Concert Orchestra o la Australian Chamber Orchestra. En el mundo de la m¨²sica cl¨¢sica, siempre ansioso por atraer p¨²blico joven, le abrieron todas las puertas. Literalmente: admirador de ?Krzysztof ?Pendere?cki, el venerable compositor polaco le recibi¨® en su casa y bendijo una obra de Greenwood basada en su ?Polymorphia.
Simult¨¢neamente, le llamaron directores de cine. Su car¨¢cter de figura estelar le evit¨® las indignidades propias del ne¨®fito, a cuya buena disposici¨®n se recurre cuando alguien necesita un score pero ya, para ayer (no son extra?os los plazos de dos o tres semanas). Para Greenwood, el atractivo de ese oficio resulta evidente: la exploraci¨®n musical fuera del formato canci¨®n, lejos de todas las expectativas que rodean, que incluso asfixian, a Radiohead. Se?al de su dedicaci¨®n: suele ser pr¨®digo, proporcionando mucha m¨¢s m¨²sica de la estrictamente requerida.
As¨ª que le han ca¨ªdo caramelitos como musicar la adaptaci¨®n de Norwegian Wood (aqu¨ª rebautizada por Tusquets como Tokio Blues), la novela de Haruki Murakami. Donde sus esfuerzos se combinaban con piezas hist¨®ricas del grupo germano Can. Tambi¨¦n se apunt¨® a pel¨ªculas de argumento, vaya, inquietante como Tenemos que hablar de Kevin o En realidad, nunca estuviste aqu¨ª.
Greenwood ha formado t¨¢ndem con el californiano Paul Thomas Anderson desde 2007, con There Will Be Blood (en Espa?a, Pozos de ambici¨®n). Una colaboraci¨®n reducida a la m¨ªnima expresi¨®n en Licorice Pizza, de pr¨®ximo estreno en nuestras pantallas, que enhebra alucinantes an¨¦cdotas del actor-productor Gary Goetzman, situadas en Hollywood y el valle de San Fernando a principios de los setenta e ilustradas con ¨¦xitos pop.
Por cierto, la fascinaci¨®n entre m¨²sico y cineasta es mutua. Anderson rod¨® el making of de Junun, el disco orientalista que junt¨® en 2015 a Greenwood con el compositor israel¨ª Shye Ben Tzur y la agrupaci¨®n Rajasthan Express. Se grab¨® en la fortaleza medieval de Mehrangarh, en el Rajast¨¢n, en la frontera entre India y Pakist¨¢n, a pesar de las zancadillas de las aduanas indias, que prohibieron la entrada del material cinematogr¨¢fico que Anderson se tra¨ªa desde Los ?ngeles. Se supli¨® con c¨¢maras no profesionales y equipo alquilado.
No ha habido tantas dificultades en la contribuci¨®n de Greenwood a The Power of the Dog, el particular w¨¦stern crepuscular de Jane Campion, aparte de los problemas log¨ªsticos derivados de las limitaciones en reuniones impuestas por la covid. Si ya han tenido oportunidad de verla, ya saben que hasta la m¨²sica nos aleja de los t¨®picos del cine de vaqueros, dejando aparte alguna enloquecida r¨¢faga de piano de cantina. La acci¨®n transcurre en 1925 y ya circulan los autom¨®viles que transformaran aquellas tierras; de hecho, todo el estilo de vida estadounidense. Y a poco que sepamos de la realizadora, intuimos que est¨¢ rodada en su Nueva Zelanda natal y no en Montana, donde se desarrollaba la novela original.
As¨ª que la m¨²sica sugiere un Oeste nunca so?ado por John Ford, definido por cuerdas astringentes y trompas desoladas. Se palpa la libertad con que funciona Greenwood, que no elabora maquetas previas, y que estaba sincronizado con la visi¨®n de Campion: a diferencia del w¨¦stern tradicional, seg¨²n avanza el filme descubrimos que no hay h¨¦roes puros ni villanos irredimibles, solo v¨ªctimas de una cultura machista que reprime los sentimientos.
De represi¨®n emocional tambi¨¦n trata la otra gran pel¨ªcula reciente que lleva m¨²sica de Jonny Greenwood. Hablamos de Spencer, del director chileno Pablo Larra¨ªn. La protagonista es Diana Spencer, ya convertida en Diana de Gales pero al borde del precipicio ps¨ªquico, durante unas vacaciones de Navidad de la familia real en el fr¨ªo Norfolk. Un grato correctivo ante la abundancia de propuestas audiovisuales que glorifican a la corona brit¨¢nica.
La tentaci¨®n para Greenwood era obedecer a la obviedad: yuxtaponer la solemnidad palaciega de un Haendel con la evocaci¨®n del entorno sonoro de la propia Diana, que adoraba el pop de los ochenta, de Duran Duran a Wham! Lo que finalmente ha hecho Greenwood es internarse en la mente de la princesa, que recibe unos sonidos de la corte ¡ªel cuarteto de cuerda que toca en una cena, el ¨®rgano de iglesia¡ª que se van metamorfoseando en un jazz a veces milesdavisiano.
Las de Greenwood son bandas sonoras que sabotean las convenciones estil¨ªsticas y destapan el modus operandi de su autor: un aprendiz ansioso por cooperar con otros m¨²sicos, pero sin renunciar a su alma de artesano, que disfruta buscando soluciones en solitario.
¡®Licorice Pizza¡¯. Varios. Republic Records.
¡®The Power of the Dog¡¯. Jonny Greenwood. Lakeshore Records.
¡®Spencer¡¯. Jonny Greenwood. Mercury KX.
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