Leonardo Padura vuelve a Trotsky (de cerca y por dentro)
¡®Babelia¡¯ adelanta el pr¨®logo del escritor cubano a ¡®La fuga de Siberia en un trineo de renos¡¯, el libro en el que el pol¨ªtico narra su condena al norte del C¨ªrculo Polar ?rtico, que se publica por primera vez en castellano
En agosto de 2020, al cumplirse los ochenta a?os del asesinato de Lev Dav¨ªdovich Bronstein, Trotsky, a manos del agente estalinista Ram¨®n Mercader, recib¨ª una cantidad sorprendente de peticiones de entrevistas, invitaciones a escribir art¨ªculos y tambi¨¦n convocatorias a participar en mesas de debate sobre aquel hecho hist¨®rico. Al mismo tiempo me llegaban de diferentes partes del mundo, pero en especi...
Trotsky, de cerca y por dentro, a la ida y a la vuelta
En agosto de 2020, al cumplirse los ochenta a?os del asesinato de Lev Dav¨ªdovich Bronstein, Trotsky, a manos del agente estalinista Ram¨®n Mercader, recib¨ª una cantidad sorprendente de peticiones de entrevistas, invitaciones a escribir art¨ªculos y tambi¨¦n convocatorias a participar en mesas de debate sobre aquel hecho hist¨®rico. Al mismo tiempo me llegaban de diferentes partes del mundo, pero en especial de pa¨ªses latinoamericanos, informes diversos dedicados a rememorar y valorar, con la perspectiva del tiempo transcurrido, el crimen del 20 de agosto de 1940 en la casa del profeta desterrado, en la delegaci¨®n mexicana de Coyoac¨¢n.
?Qu¨¦ curiosidad hist¨®rica, qu¨¦ reclamo del presente pod¨ªa haber provocado aquel renovado e intenso inter¨¦s en la figura de Trotsky a casi un siglo de su muerte? En un mundo globalizado, digitalizado, polarizado de la peor manera, dominado por el liberalismo rampante y triunfante y, para colmos, azotado por una pandemia de proporciones b¨ªblicas que pon¨ªa (y sigue teniendo) en jaque el destino de la humanidad, ?a qu¨¦ ven¨ªa tal expectativa por recuperar el destino de un revolucionario sovi¨¦tico del siglo pasado que, por cierto, hab¨ªa sido el perdedor en una disputa pol¨ªtica y personal que se pretendi¨® cerrar con su asesinato? ?Qu¨¦ pod¨ªan decirnos a estas alturas ?en estas coordenadas hist¨®ricas y sociales? el crimen de 1940 y la figura de la v¨ªctima de un furibundo golpe de piolet ordenado desde el Kremlin sovi¨¦tico?[1] ?Trotsky y su pensamiento a¨²n ten¨ªan vigencia, capacidad de transmitirnos algo ¨²til para nuestro turbulento presente, tres d¨¦cadas despu¨¦s de que desapareciera la Uni¨®n Sovi¨¦tica que ¨¦l hab¨ªa contribuido a fundar?
La constataci¨®n de que determinados sectores del pensamiento, la pol¨ªtica y el arte de estos tiempos a¨²n se sienten convocados por las peripecias vitales y los aportes filos¨®ficos y pol¨ªticos de Lev Dav¨ªdovich Trotsky puede tener un primer correlato (y otros muchos). Y esa primera dilucidaci¨®n acaso reafirme (al menos as¨ª lo pienso) que, derrotado en la liza pol¨ªtica, el exiliado resultaba ser un maltrecho vencedor en la disputa hist¨®rica proyectada hacia el futuro; de esta ¨²ltima, a diferencia de sus asesinos, ¨¦l ha salido como un s¨ªmbolo de resistencia, coherencia y, para sus seguidores, hasta como encarnaci¨®n de una posibilidad de realizaci¨®n de la utop¨ªa. Y ha ocurrido este peculiar proceso no solo por la forma en que fue asesinado, sino, desde luego, por los mismos motivos que llevaron a I¨®sif Stalin a liquidarlo f¨ªsicamente y a los estalinistas del mundo a borrarlo hasta de las fotos, de los estudios hist¨®ricos y de los recuentos acad¨¦micos. Un Stalin y unos estalinistas que ¨Csiempre habr¨¢ que repetirlo¨C no solo ejecutaron a la persona de Trotsky y pretendieron hacerlo con sus ideas, sino que a golpes de autoritarismo socialista tambi¨¦n se encargaron de liquidar la posibilidad de una sociedad m¨¢s justa, democr¨¢tica y libre que en un momento se propusieron fundar hombres como Lev Dav¨ªdovich. El mismo que, joven reci¨¦n salido del partido menchevique, en 1905 lleg¨® a decir que ¡°para el proletariado, la democracia es en todas las circunstancias una necesidad pol¨ªtica; para la burgues¨ªa capitalista es, en ciertas circunstancias, una inevitabilidad pol¨ªtica¡±¡ sentencia clave que, de haberse puesto en pr¨¢ctica, quiz¨¢ habr¨ªa cambiado el destino de la humanidad.
No puede extra?arnos, entonces, que la recuperaci¨®n y publicaci¨®n, por primera vez en lengua espa?ola, de un texto de Lev Dav¨ªdovich (o Le¨®n Trotsky) provoque un justificado inter¨¦s. Porque, dentro de la abultada bibliograf¨ªa del hombre que incluso redact¨® una minuciosa autobiograf¨ªa (Mi vida, publicada en 1930, obra que se cierra con el episodio de su destierro hacia la Uni¨®n Sovi¨¦tica oriental, inicio de su exilio definitivo), las p¨¢ginas de La fuga de Siberia en un trineo de renos (en el original, Tud¨¢ i obratno; esto es, Viaje de ida y vuelta) sirven para entregarnos las armas de un joven escritor y revolucionario, cuya imagen, tan conocida, se redondea m¨¢s a¨²n con esta curiosa obra.
Y es que La fuga de Siberia, que Dav¨ªdovich public¨® en 1907 con el seud¨®nimo de N. Trotsky bajo el sello de Shipovnik, es un op¨²sculo que, por la cercan¨ªa entre los sucesos narrados y su redacci¨®n ¨Cpor la coyuntura hist¨®rica en que ocurren esos acontecimientos, la edad y el grado de compromiso pol¨ªtico de su autor en el momento de vivir lo que narra y, de inmediato, decidirse a plasmarlo¨C, nos entrega a un joven Trotsky casi en estado puro. Y esto en todas sus facetas: la de pol¨ªtico, la de escritor, la de hombre de cultura y, sobre todo, la de ser humano.
Por ello, desde ahora me parece necesario advertir que las p¨¢ginas de La fuga de Siberia narran la historia personal y dram¨¢tica del segundo destierro de Dav¨ªdovich hacia las colonias penales de Siberia (su primera deportaci¨®n, vivida entre 1900 y 1902, hab¨ªa sido un per¨ªodo de crecimiento pol¨ªtico y filos¨®fico del que sali¨® fortalecido e, incluso, con el seud¨®nimo de Trotsky con que luego ser¨ªa conocido) y las tremendas peripecias de su fuga casi inmediata, esta vez en el invierno de 1907. Toda una aventura vivida a resultas del llamado ¡°Caso Soviet¡±, cuando el autor, junto con otros catorce diputados, fue juzgado y condenado a deportaci¨®n indefinida y p¨¦rdida de los derechos civiles[2] a ra¨ªz de los sucesos ocurridos en San Petersburgo alrededor de la creaci¨®n y el funcionamiento del Consejo o Soviet de Delegados Obreros, que el propio Trotsky lider¨® durante sus semanas de existencia, en los meses finales del convulso a?o de 1905.
El texto, entonces, nos remite a un tiempo en que la vida pol¨ªtica y filos¨®fica de su autor estaban en el centro de los debates que definir¨ªan los rumbos por los que m¨¢s tarde se mover¨ªan su pensamiento y acci¨®n revolucionarios, caldeados por esa experiencia vertiginosa del primer Soviet de la historia, en 1905, madurados en el fruct¨ªfero exilio que vivir¨ªa a partir de 1907 y concretados en la Revoluci¨®n de Octubre de 1917, durante la cual ser¨ªa nuevamente protagonista. Y de esta trayectoria emerge como una de las figuras centrales del proceso pol¨ªtico que desemboca en la fundaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y la siempre pol¨¦mica instauraci¨®n de una dictadura del proletariado.
El Lev Dav¨ªdovich de estos momentos es el revolucionario impulsivo y de pelo revuelto que, al decir de su reconocido bi¨®grafo Isaac Deutscher, encarnaba el grado m¨¢s alto de ¡°madurez¡± que el movimiento [revolucionario] hab¨ªa alcanzado hasta entonces en sus aspiraciones m¨¢s amplias: al formular los objetivos de la revoluci¨®n, Trotsky iba m¨¢s lejos que [Iuli] M¨¢rtov y que Lenin, y estaba en consecuencia mejor preparado para jugar un papel activo en los acontecimientos. Un infalible instinto pol¨ªtico lo hab¨ªa llevado, en los momentos oportunos, a los puntos neur¨¢lgicos y a los focos de revoluci¨®n.[3]
En ese trance, vemos tambi¨¦n al pensador que pronto escribe Resultados y perspectivas. Las fuerzas motrices de la revoluci¨®n, su principal obra del per¨ªodo, donde presenta los enunciados fundamentales del futuro trotskismo, incluida la teor¨ªa de la Revoluci¨®n Permanente.[4] En esas p¨¢ginas, Trotsky mismo advierte, con la lucidez pol¨ªtica que muchas veces (no siempre) lo acompa?a:
En la ¨¦poca de su dictadura, [¡] la clase obrera tendr¨¢ que limpiar su mente de falsas teor¨ªas y experiencias burguesas, y purgar sus filas de charlatanes pol¨ªticos y revolucionarios que solo miran hacia atr¨¢s¡ Pero esta intrincada tarea no puede resolverse colocando por encima del proletariado a unas cuantas personas escogidas¡ o a una sola persona investida con el poder de liquidar y degradar.[5]
Las p¨¢ginas de La fuga de Siberia, sin embargo, no se convierten en un alegato pol¨ªtico ni en una obra de propaganda o reflexi¨®n: sobre todo, relatan la historia personal y dram¨¢tica (recogida de modo muy sucinto en Mi vida) que nos entrega a un Trotsky observador, profundo, humano, por momentos ir¨®nico, que otea a su alrededor y expresa un estado de ¨¢nimo o toma la fotograf¨ªa de un ambiente que, sin duda alguna, se revela extremo, ex¨®tico, casi inhumano.
* * *
Concebido en dos partes perfectamente diferenciadas (¡¯La ida¡¯ y ¡®La vuelta¡¯), el testimonio de estas experiencias sigue todo el proceso de traslado hacia el destierro de Trotsky y los otros catorce condenados por su participaci¨®n protag¨®nica en la Revoluci¨®n de 1905. En efecto, el relato abarca desde la salida de la c¨¢rcel de la Fortaleza de Pedro y Pablo, en San Petersburgo, el 3 de enero de 1907 (recinto donde hab¨ªa estado durante todo el a?o 1906 dedicado a escribir) hasta la llegada al poblado de Beri¨®zov, el 12 de febrero de 1907, pen¨²ltima parada de un tr¨¢nsito que deb¨ªa terminar all¨ª donde se cumplir¨ªa la condena, la remota localidad de Obdorsk, un paraje ubicado varios grados al norte del C¨ªrculo Polar ?rtico, a m¨¢s de 1.500 verstas de la estaci¨®n de ferrocarril m¨¢s cercana y a 800 de una estaci¨®n telegr¨¢fica, seg¨²n el propio escritor.[6]
A continuaci¨®n, y con un visible cambio de estilo y concepci¨®n narrativa, el libro cuenta, siempre en primera persona, la cr¨®nica de la fuga de Trotsky desde Beri¨®zov (donde consigue permanecer, fingi¨¦ndose enfermo, mientras sus compa?eros siguen adelante). Con su esperp¨¦ntico gu¨ªa, tomar¨¢ desde all¨ª rumbo al Sudoeste, en busca de la primera estaci¨®n de ferrocarriles en la zona minera de los Urales para concretar su regreso a San Petersburgo, desde donde partir¨¢ al exilio en el que, pocos meses despu¨¦s, tendr¨ªa su primer encuentro ¨Cel que quiz¨¢ ya desde el primer instante iba a definir su suerte¨C con el exseminarista I¨®sif Stalin.
El primer elemento que singulariza la concepci¨®n de La fuga de Siberia radica en que la mitad inicial est¨¢ montada con las cartas que Trotsky le fue escribiendo a su esposa, Natalia Sedova, a lo largo de cuarenta extenuantes jornadas, mientras sus compa?eros y ¨¦l realizaban el recorrido hacia el destierro. Esa estrategia epistolar, casi como de un diario de viaje escrito sobre la marcha, define el estilo y el sentido del texto, pues lo narrado refleja una realidad reci¨¦n vivida en la que no existe un posible conocimiento del futuro, como habr¨ªa ocurrido con la redacci¨®n evocativa de lo ya conocido.
El relato, que comienza con una carta del 3 de enero de 1907, cuando Trotsky y sus compa?eros de condena son trasladados hacia la c¨¢rcel provisoria de San Petersburgo, se extiende hasta la ep¨ªstola del 12 de febrero, escrita ya en Beri¨®zov, donde por consejo de un m¨¦dico el autor finge un ataque de ci¨¢tica para permanecer all¨ª e intentar la fuga.
En todo este tiempo y trayecto, que comienza en tren y (desde finales de enero, en el poblado de Tium¨¦n) contin¨²a en trineos tirados por caballos, Trotsky y los dem¨¢s condenados desconocen el destino final que les ha sido asignado y cu¨¢ndo llegar¨¢n a ¨¦l, por lo que se crea una expectativa cercana al suspense. Como era de esperar trat¨¢ndose de correspondencia que pod¨ªa ser revisada, en ning¨²n momento el autor revela sus planes de fuga, aunque habla de las previsibles huidas de condenados que se producen con una frecuencia elevada. ¡°Para hacerse una idea acerca del porcentaje de fugas, basta con saber que de los cuatrocientos cincuenta exiliados en determinada ¨¢rea de Tobolsk solo quedan cien. Los ¨²nicos que no huyen son los haraganes¡±, comenta en un momento. ?Sin embargo, Trotsky no deja de advertir los niveles de vigilancia de los que es objeto la partida de prisioneros, con una proporci¨®n que puede llegar a tres guardias por detenido, lo cual hac¨ªa casi inviable cualquier tentativa de escape.
La fuga de Siberia aparece como una inesperada grieta que nos permite asomarnos a la personalidad ¨ªntima del hombre pol¨ªtico y revolucionario a tiempo completo y a sus relaciones con la condici¨®n humana. Constituye, adem¨¢s, una muestra de sus capacidades literarias (no en balde por una ¨¦poca lo apodaron ¡°La Pluma¡±) y, como colof¨®n, su publicaci¨®n, por primera vez en lengua espa?ola, puede resultar un homenaje a la memoria de un pensador, escritor y luchador asesinado hace m¨¢s de ochenta a?os que, en este mundo tan descre¨ªdo de hoy, todav¨ªa hace pensar a algunos que la utop¨ªa es posible. O, cuando menos, necesaria.
En ?Mantilla, septiembre de 2021
[1] Alusi¨®n a la herramienta compacta de alpinismo usada como arma homicida por Ram¨®n Mercader. [N. de E.]
[2] Dos o tres a?os antes, se hab¨ªa suprimido el castigo adicional de cuarenta y cinco latigazos al condenado.
[3] Isaac Deutscher, Trotsky, el profeta armado, M¨¦xico, Era, 1966, pp. 118-119.
[4] Ib¨ªd., p. 146.
[5] Cit. ib¨ªd., p. 96.
[6] La versta equivale a 1066,8 m, por lo que, en un c¨¢lculo grueso, podemos asimilarla a 1 km.
¡®La fuga de Siberia en un trineo de renos¡¯, de Le¨®n Trotsky. Presentaci¨®n de Leonardo Padura. Clave intelectual, 2022. 128 p¨¢ginas. 14 euros.
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