¡®Las voces de Adriana¡¯, de relojes y duelos
Con momentos literarios de altura y otros de luces cortas, Elvira Navarro firma una novela musical en tres partes centrada en la memoria y la p¨¦rdida
Solemos llamar novela a aquel texto literario que se queda jugando en la calle cuando el resto de textos literarios ya est¨¢n cada uno en su casa, con nombres y apellidos. Que la novela lo admite todo porque en realidad sus contornos, l¨ªmites y fronteras no existen o son moldeables, para nada imprescindibles. Uno, como autor puede montar el reloj como le d¨¦ la gana. Barroco o en los huesos, sin armon¨ªa o minu¨¦ versallesco, contado por quien quiera y desde donde quiera. Puede ser un reloj hermoso, inolvidable, feo o punzante. No importa. Lo ¨²nico que se le exige a un reloj es que d¨¦ la hora.
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Solemos llamar novela a aquel texto literario que se queda jugando en la calle cuando el resto de textos literarios ya est¨¢n cada uno en su casa, con nombres y apellidos. Que la novela lo admite todo porque en realidad sus contornos, l¨ªmites y fronteras no existen o son moldeables, para nada imprescindibles. Uno, como autor puede montar el reloj como le d¨¦ la gana. Barroco o en los huesos, sin armon¨ªa o minu¨¦ versallesco, contado por quien quiera y desde donde quiera. Puede ser un reloj hermoso, inolvidable, feo o punzante. No importa. Lo ¨²nico que se le exige a un reloj es que d¨¦ la hora.
Y en ello andaba uno leyendo la nueva novela de Elvira Navarro (Huelva, 1978) en la que nos entrega una pieza musical en tres partes cosidas por el intento de afrontar varios duelos por la protagonista, Adriana. En la primera, el digamos allegro, ¡®El padre¡¯, esta acude a cuidar a su progenitor, viudo, y que ha sufrido un ictus que ha segado su uso de oferta y demanda de amor, sexo y compa?¨ªa que ofrece internet. La hija, que se convierte en cuidadora, en represora y consentidora, se interpela constantemente, en un interesante juego de qui¨¦n nos habla. Pero en cambio sorprende un estilo y lenguaje tan a ras de suelo. Que la mirada se fije tanto en lo obvio y no profundice desde lo elusivo. M¨¢s a¨²n, cuando en la segunda parte, ¡®La casa¡¯, Elvira Navarro nos recuerda el trozo de escritora que es cuando acierta con las luces y enfoca donde no lo hace cualquiera.
Un recorrido por la casa familiar materna nos ofrece y muestra que la memoria est¨¢ siempre vinculada a los objetos, a los espacios y silencios, a los ecos de otras voces
Un recorrido por la casa familiar materna nos ofrece y muestra que la memoria est¨¢ siempre vinculada a los objetos, a los espacios y silencios, a los ecos de otras voces tanto como cementerios y recuerdos como cantares de gesta dom¨¦sticos. Tazas, puertas, olores y texturas como ritos y cobijos. En este adagio, Adriana nos plantea las voces que heredamos y la pregunta de por qu¨¦ con algunas podemos dialogar y con otras ¡ªla de la madre, en su caso¡ª resulta imposible. Algo que se enuncia y se deja sin ni tan siquiera intentos de respuesta. Muy al contrario, en el scherzo, tres generaciones hablan a trav¨¦s de una ¨²nica voz, la autora olvida lo enunciado antes y lo apuesta todo a la supuesta verdad de lo que se dice como un valor que debiera prevalecer sobre lo veros¨ªmil del artefacto.
El juego literario de las voces de tres generaciones (madre, hija, abuela) de la ¨²ltima de esas tres partes ¡ªcasi un subg¨¦nero en las ¨²ltimas propuestas generacionales de por aqu¨ª¡ª, la tercera persona tramposa de las otras dos que a ratos es una primera y, a ratos, una tercera m¨¢s o menos obediente, nos lleva a una intencionalidad literaria y poco complaciente de su autora, pero la novela sufre tambi¨¦n de una propuesta irregular, con licencias que desarman por su indulgencia a la novela ¡ªlos poemas al se?or de barba, los relatos ficcionados de las aventuras de su padre que no tienen desborde posterior o continuidad, la falta de nervio en lo narrado por las voces¡ª. Un libro con momentos literarios de altura, otros de luces cortas, sin la distancia de lo oculto, sin se?ales de br¨²jula y una confianza excesiva, en el tramo final, en lo que pas¨® en detrimento de lo que pudo pasar. Como si la autora olvidara que nos gusta Elvira Navarro por lo que hace con la verdad, no porque nos la explique. Y que nos d¨¦ la hora, como sea, pero que nos la d¨¦.
Las voces de Adriana
Autora: Elvira Navarro.
Editorial: Random House, 2023.
Formato: tapa blanda (143 p¨¢ginas 17,90 euros) y e-book (7,59 euros).
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