El Marqu¨¦s de Sade sigue vivo
Una exposici¨®n en el CCCB de Barcelona, centrada en su legado est¨¦tico y filos¨®fico, refleja las virtudes e infortunios de exponer al escandaloso escritor
Es sabido que la obra del Marqu¨¦s de Sade es la historia de una escritura. Aun as¨ª conviene recordarlo, como hizo Roland Barthes en sus notas sobre Marcel Proust cuando se interroga sobre ¡°el accidente, no biogr¨¢fico, sino creador, que reagrupa una obra imaginada, intentada, pero no escrita¡±. ¡°?Cu¨¢l es el nuevo cemento que conseguir¨¢ aportar la gran unidad sintagm¨¢tica a tantas unidades discontinuas? ?Qu¨¦ permite a un escritor enunciar su obra? Proust escribe con las categor¨ªas del lenguaje, no con las del comportamient...
Es sabido que la obra del Marqu¨¦s de Sade es la historia de una escritura. Aun as¨ª conviene recordarlo, como hizo Roland Barthes en sus notas sobre Marcel Proust cuando se interroga sobre ¡°el accidente, no biogr¨¢fico, sino creador, que reagrupa una obra imaginada, intentada, pero no escrita¡±. ¡°?Cu¨¢l es el nuevo cemento que conseguir¨¢ aportar la gran unidad sintagm¨¢tica a tantas unidades discontinuas? ?Qu¨¦ permite a un escritor enunciar su obra? Proust escribe con las categor¨ªas del lenguaje, no con las del comportamiento¡±, afirma el semi¨®logo franc¨¦s sobre quien vivi¨® en un atroz aislamiento por culpa de su mala salud y su necesidad de escribir.
Barthes tambi¨¦n se sumergi¨® en la obra del divino marqu¨¦s, y lo hizo alejado de los discursos morales para postular la felicidad de la escritura como tema de la nueva cr¨ªtica, recuperar la seducci¨®n, el placer de la lectura, que es lo que garantiza la verdad de la literatura, parecida al retorno a la naturaleza que reclamaba Rousseau en unos tiempos crueles, falsificados, que alcanzan hasta hoy. Placer s¨ª, pero tambi¨¦n violencia. En esa violencia que ejerce cada gran obra literaria (y la de Sade lo fue) hay que ver, dice Barthes, su ¡°intervenci¨®n social¡±, una actitud creadora que mira hacia el futuro, hacia nuevas realidades humanas en contraste con las actuales. ¡°La literatura facilita una toma de conciencia cr¨ªtica de las ideolog¨ªas dominantes¡±, dej¨® escrito. Parece que esta debiera seguir siendo su misi¨®n, y la de toda obra art¨ªstica, por mucho que algunos se empecinen en adornar las plazas de nuestras ciudades con esculturas n¨ªveas, provocadoras de la iconoclastia y cuyo alcance transformador se ha demostrado ya en numerosas interpretaciones: nulo.
As¨ª, Donatien Alphonse Fran?ois de Sade no se produce a s¨ª mismo como ser perverso y desatado hasta que deviene Monsieur le 6 en el momento de ingresar en la c¨¢rcel del Castillo de Vincennes, en las afueras de Par¨ªs, cuando aprende sigilosamente a escribir. Parece conservar una buena forma f¨ªsica, aunque no existen retratos suyos de adulto, solo un dibujo imaginario de 1938 que le hizo Man Ray, donde lo vemos de perfil, envejecido. La piel del rostro es de piedra, o un muro, a excepci¨®n de sus labios rojos y sus ojos azules, evocando la bandera francesa. Al fondo, un camino lleva a la Bastilla, donde estuvo encarcelado cinco a?os antes de ser trasladado a un asilo mental en Charenton. ¡°Un hombre entra en prisi¨®n, un escritor sale de ella¡±, observa Simone de Beauvoir en Faut-il br?ler Sade? (1953).
La exposici¨®n puede leerse como una defensa de que quien detenta el uso de la palabra se convierte en el d¨¦spota absoluto, por mucho que deje hablar a su v¨ªctima
En total, pas¨® 27 a?os encerrado, escribiendo lo que no deb¨ªa escribirse, conden¨¢ndose a un suicidio permanente, hasta el fin de sus d¨ªas. Los muros que lo encierran tienen el rostro del instructor inmoral, del negador de Dios, del mundo y de s¨ª mismo. Sade es figura de discurso y discurso mismo y, con ¨¦l, la escritura se convierte en locura y filosof¨ªa.
La exposici¨®n Sade. La libertad o el mal, en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB), responde a esta tesis aunque su apariencia es la de una ordenada, racional, acumulaci¨®n de dibujos, libros, objetos, pel¨ªculas, instalaciones, carteles y c¨®mics vinculados a toda esa ret¨®rica empecinada en el mal, deliberadamente aburrida, repetitiva, pura algoritmia: en el c¨®digo er¨®tico sadiano se contabilizaban los ataques sexuales, as¨ª como los orgasmos; la unidad m¨ªnima era la postura que, en plural, compon¨ªa una unidad de rango superior, la operaci¨®n, hasta llegar a un proyecto num¨¦rico destinado a corromper, por progresi¨®n geom¨¦trica, a toda la naci¨®n francesa.
La muestra se abre a m¨²ltiples lecturas. La m¨¢s fundamental es que quien detenta el uso de la palabra ¡ªlos medios¡ª se convierte en el d¨¦spota absoluto. No importa si a la v¨ªctima se le concede la posibilidad de hablar (como en las redes sociales): la virtuosa Justine o Los infortunios de la virtud lo hace, por m¨¢s que su intento de convencer al libertino fracase, frente al m¨¦todo fr¨ªo del aut¨®crata, transmutado en su hermana, la protagonista de Juliette o Las prosperidades del vicio.
Alyce Mahon y Antonio Monegal son los comisarios de la muestra, menos escandalosa que pol¨ªtica. Desde el punto de vista de la escritura hay que hacer caso a Barthes, pues todo es ¡°texto¡±, ¡°discurso¡±, anuncio de nuevas lecturas en los diversos feminismos, desde el m¨¢s cl¨¢sico de Beauvoir al m¨¢s valiente de Angela Carter o el m¨¢s sofisticado de Judith Butler: ¡°Al imaginarlo [a Sade], Beauvoir est¨¢ ejemplificando una tarea del humanismo (de posguerra) estableciendo lo que se necesita para superar la dificultad de imaginar a otros que son repugnantes o dif¨ªciles de entender. Simpatizar demasiado con Sade es traicionarlo¡±. La cita se incluye en el ensayo The Marquis de Sade and the Avant-Garde (2023), de Mahon, perla acad¨¦mica para el iniciado en la escritura sadiana que, como se ver¨¢ a lo largo del recorrido, siempre requiere volverse a explicar.
Como dice uno de los personajes de Los 120 d¨ªas de Sodoma, el libertino Curval, ¡°cu¨¢ntas veces, pardiez, no he deseado que se pudiera atacar al sol, privar a ¨¦l del universo, aprovecharlo para abrasar el mundo. Esto ser¨ªan cr¨ªmenes, y no los peque?os extrav¨ªos a los que nos entregamos y que se limitan a metamorfosear al cabo del a?o a una docena de criaturas en motas de tierra¡±. Atacar al sol, gran met¨¢fora, es el t¨ªtulo que Annie Le Brun dio a la exposici¨®n que comisari¨® en 2014 en el Museo de Orsay, donde plante¨® su m¨¢s que cuestionable tesis de Sade como precursor de Picasso. Exposiciones como la del CCCB ponen una lupa sobre el mundo que vivimos. Y en lugar de juzgar a Sade, maldito o divino, tal vez haya que hacer caso a Proust cuando escribi¨® que ¡°la ¨²nica vida realmente vivida es la de la literatura¡±.
¡¯Sade. La libertad o el mal¡¯. CCCB. Barcelona. Hasta el 15 de octubre.
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