¡®Desde el div¨¢n¡¯: el ambicioso, la vengativa y el sincero

Carol, Ernest y Marshal se ver¨¢n unidos por el destino y sus propios impulsos en una curiosa trama que pone en evidencia la fragilidad humana, por m¨¢s que est¨¦ disfrazada de superioridad profesional. Los tres sufrir¨¢n un proceso de cambio a lo largo de esta entretenida novela de Irvin D. Yalom, famoso psicoanalista y psic¨®logo, hoy nonagenario, que construy¨® una carrera paralela como escritor de ¨¦xito utilizando siempre los conocimientos que le ha proporcionado su profesi¨®n. ...

Carol, Ernest y Marshal se ver¨¢n unidos por el destino y sus propios impulsos en una curiosa trama que pone en evidencia la fragilidad humana, por m¨¢s que est¨¦ disfrazada de superioridad profesional. Los tres sufrir¨¢n un proceso de cambio a lo largo de esta entretenida novela de Irvin D. Yalom, famoso psicoanalista y psic¨®logo, hoy nonagenario, que construy¨® una carrera paralela como escritor de ¨¦xito utilizando siempre los conocimientos que le ha proporcionado su profesi¨®n. Desde el div¨¢n, t¨ªtulo de la novela, se public¨® en Estados Unidos en 1996, y ahora nos la ofrece la editorial Destino en una traducci¨®n al espa?ol que se remonta a 2007. Hay algo en este relato que recuerda a las novelas del genial David Lodge sobre el mundo acad¨¦mico, aunque Yalom no alcanza el talento literario de Lodge. Aun as¨ª, la novela se lee con inter¨¦s, y por momentos su intriga nos engancha por completo.

Yalom construye personajes casi arquet¨ªpicos para demostrar que el verdadero camino terap¨¦utico deber¨ªa pasar siempre por la absoluta sinceridad entre paciente y analista. Nos encontramos con Seymour Trotter, psicoanalista veterano partidario de explorar nuevos y arriesgados caminos terap¨¦uticos, que se ve sometido al tribunal de ¨¦tica del Instituto Psicoanal¨ªtico Golden Gate de San Francisco, al que pertenece, porque una paciente le ha acusado de abusos sexuales. Las ense?anzas de Trotter servir¨¢n, sin embargo, a uno de los personajes, el doctor Ernest Lash, para desarrollar a su vez un camino rompedor de sinceridad absoluta con sus pacientes, para desesperaci¨®n de Marshal Streider, el hombre encargado de supervisar su actuaci¨®n terap¨¦utica. Streider, un profesional aparentemente perfecto, es esclavo de su obsesi¨®n por el dinero y de su arrogancia. Y tiene sus propias ideas sobre la cura que aplica. ¡°?Hay alguien que pueda seguir tom¨¢ndose en serio la afirmaci¨®n de Freud de que el psicoan¨¢lisis es una ciencia?¡±, se pregunta en un momento dado. Lash, por su parte, prototipo del analista inquieto, admira secretamente a los sacerdotes cat¨®licos porque nada hay tan poderoso, cree, como el perd¨®n que otorgan.

La novela se va deslizando lentamente hacia un territorio hollywoodiense en el que todas las piezas encajan para que todos sean felices

Ambici¨®n, avaricia, incredulidad hacia el dogma mismo freudiano, de todo hay en el relato. Yalom se r¨ªe del ambiente profesional y del pedigr¨ª psicoanal¨ªtico. Por ejemplo, de una psicoanalista madura, dice el narrador que su ¨²nica fama se debe a haber sido analizada, 45 a?os atr¨¢s, por Frieda Fromm-Reichmann, a su vez analizada por el propio Freud. Tampoco faltan detalles mordaces sobre las sucesivas escisiones en las distintas asociaciones profesionales. La de San Francisco se ha mantenido intacta, nos dice, gracias a la guerra abierta que mantiene contra el Instituto Junguiano y contra las terapias alternativas. Pero las cosas est¨¢n cambiando, la ¡°terapia profunda¡± va perdiendo la batalla, porque los psicoanalistas comercializan su trabajo y atienden a pacientes en terapias breves. Si la panoplia de analistas es variada, tambi¨¦n lo es la de sus pacientes. Entre todos destaca Carol, esposa abandonada de un cliente de Ernest Lash, que acude a su consultorio en busca de venganza, convencida de que es el responsable de su ruptura matrimonial. Su intenci¨®n es seducir a Lash y acabar con su carrera, pero lo cierto es que la terapia con el odiado loquero hace milagros. Demasiados milagros. Porque la novela se va deslizando lentamente hacia un territorio hollywoodiense en el que todas las piezas encajan para que todos sean felices. El arrogante ser¨¢ humillado, pero aprender¨¢ de su humillaci¨®n, la vengadora encontrar¨¢ otro amor y no querr¨¢ m¨¢s venganzas, y el doctor sincero ser¨¢ capaz de resistirse a las tentaciones que se le presentan.

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