¡®El cine¡¯: la ¨²ltima pel¨ªcula se ve en el Teatre Lliure
La obra de Annie Baker gustar¨¢ m¨¢s a los cin¨¦filos que a los teatreros, por la nostalgia que rezuma su esp¨ªritu. Todos adivinamos el final, como en las obras de Ch¨¦jov, pero esto no hace que sea menos devastador
En el momento preciso que entramos en la sala, ya empieza la magia. La escenograf¨ªa hiperrealista de Sebasti¨¤ Brosa ha convertido el Lliure de Gr¨¤cia en un cine de provincias. Butacas ra¨ªdas, moqueta roja y palomitas por el suelo. Incluso el olor nos transporta a un recuerdo de sesi¨®n doble y cine de tarde, en una especie de Odorama teatral que encantar¨ªa a John Waters. Annie Baker gan¨® el Premio Obie de dramaturgia y el Pulitzer de teatro con The Flick, que en la traducci¨®n catalana de Neus Bonilla Benages se ha que...
En el momento preciso que entramos en la sala, ya empieza la magia. La escenograf¨ªa hiperrealista de Sebasti¨¤ Brosa ha convertido el Lliure de Gr¨¤cia en un cine de provincias. Butacas ra¨ªdas, moqueta roja y palomitas por el suelo. Incluso el olor nos transporta a un recuerdo de sesi¨®n doble y cine de tarde, en una especie de Odorama teatral que encantar¨ªa a John Waters. Annie Baker gan¨® el Premio Obie de dramaturgia y el Pulitzer de teatro con The Flick, que en la traducci¨®n catalana de Neus Bonilla Benages se ha quedado en un lac¨®nico El cine. Que el montaje dirigido por Marilia Samper dure tres horas es, precisamente, la baza y el escollo de la propuesta: hay que ir al Lliure con ganas de dejarse impregnar lentamente por la historia de estos tres perdedores con encanto.
La crisis del cine anal¨®gico, de las grandes salas de toda la vida amenazadas por las multisalas y el mundo digital, casa muy bien con las crisis personales de Sam, Avery y Rose, tres j¨®venes de Massachussets que parecen sacados de una pel¨ªcula indie de los a?os noventa. Annie Baker quiere llevar el esp¨ªritu de Ch¨¦jov al siglo XXI, y se nota: las pausas largu¨ªsimas y el ritmo tedioso de las primeras escenas pueden llegar a incomodar a m¨¢s de un espectador ¨¢vido de acci¨®n. Aqu¨ª no encontraremos grandes dramas o giros inesperados, sino que seremos espectadores privilegiados, como la acomodadora del cuadro New York Movie, de Edward Hopper, de un fragmento de vida de los protagonistas.
Es un placer ver a un elenco que sorprende, al no tratarse de los sospechosos habituales. David Marc¨¦ Tarradas interpreta a Sam, un buen hombre que ve pasar la vida ante sus ojos mientras limpia los desperdicios que dejan los espectadores a su paso. Sara Diego Boladeras es Rose, una joven exc¨¦ntrica con mucha personalidad, la proyeccionista a quien le interesan m¨¢s los hor¨®scopos que el cine. Y el debutante Ton Vieira Poblet encarna un Avery tierno y luminoso, con sus zonas sombr¨ªas, en un acierto absoluto de reparto. Da gusto descubrir actores nuevos, y Vieira parece haber nacido para este papel.
El cine gustar¨¢ m¨¢s a los cin¨¦filos que a los teatreros, por la nostalgia que rezuma su esp¨ªritu. Todos adivinamos el final, como en las obras de Ch¨¦jov, pero esto no hace que sea menos devastador. El celuloide ha muerto: viva el celuloide.
¡®El cine¡¯. Texto: Annie Baker. Direcci¨®n: Marilia Samper. Teatre Lliure. Barcelona. Hasta el 17 de diciembre.
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