Xavier G¨¹ell: ¡°Somos v¨ªctimas de la imagen que queremos proyectar en los dem¨¢s¡±
La ¨²ltima novela del escritor y director de orquesta se titula ¡®Shostak¨®vich contra Stalin¡¯
Xavier G¨¹ell (Barcelona, 1956) fue director de orquesta y desde 2015 se dedica a la escritura. Su ¨²ltima novela se titula Shostak¨®vich contra Stalin (Galaxia Gutenberg).
?C¨®mo definir¨ªa la relaci¨®n entre Shostak¨®vich y Stalin? Stalin y Shostak¨®vich fueron los protagonistas de una lucha desigual en la que la m¨²sica acab¨® imponi¨¦ndose. Met¨®dico, como los criminales que lo subordinan todo a la pasi¨®n por el poder absoluto, Stalin era un hombre implacable, solitario, extra?o, terrible, pero tambi¨¦n carism¨¢...
Xavier G¨¹ell (Barcelona, 1956) fue director de orquesta y desde 2015 se dedica a la escritura. Su ¨²ltima novela se titula Shostak¨®vich contra Stalin (Galaxia Gutenberg).
?C¨®mo definir¨ªa la relaci¨®n entre Shostak¨®vich y Stalin? Stalin y Shostak¨®vich fueron los protagonistas de una lucha desigual en la que la m¨²sica acab¨® imponi¨¦ndose. Met¨®dico, como los criminales que lo subordinan todo a la pasi¨®n por el poder absoluto, Stalin era un hombre implacable, solitario, extra?o, terrible, pero tambi¨¦n carism¨¢tico, intr¨¦pido, capaz de destruir al 99 por ciento de los seres humanos para atender solo al uno por ciento restante. Y Shostak¨®vich, a pesar de que cueste reconocerlo, form¨® parte de estos ¨²ltimos.
?Qu¨¦ libro le convirti¨® en lector? El pr¨ªncipe feliz, ilustrado, de Oscar Wilde, que mi padre me compr¨® en la Cuesta de Moyano de Madrid, cuando yo ten¨ªa seis a?os. A partir de entonces empec¨¦ a comprender que la vida sin cuidar a los dem¨¢s es mucho m¨¢s dif¨ªcil.
?Y en escritor? Doktor Faustus, de Thomas Mann. Su lectura me impact¨® de tal modo que, cuando lo acab¨¦, lo empec¨¦ de nuevo. Sin embargo, nunca imagin¨¦ que alg¨²n d¨ªa ¡ªmucho despu¨¦s¡ª yo mismo escribir¨ªa una novela, Shostak¨®vich contra Stalin, sobre un tema parecido, en la que el diablo tiene un papel sustancial. La necesidad de entender a Shostak¨®vich me ha servido para profundizar en mi propia escritura. Una escritura pr¨®xima a la m¨²sica, que refleja la crisis del compositor durante su ¨²ltima noche de creaci¨®n, mientras intenta terminar la Sonata para viola y piano, y espera una visita que va a ser decisiva para ¨¦l.
?Qu¨¦ aprende un m¨²sico escribiendo? ?Y viceversa? Yo soy un m¨²sico que escribe, un escritor que cree que la literatura deber¨ªa estar m¨¢s cerca de la m¨²sica. La m¨²sica es el ¨²nico arte abstracto, aquel que no dice nada en concreto, pero que nos abre las puertas de la intuici¨®n. Joyce, Proust, Mann, Beckett, Broch, Kafka, Rilke, Bulg¨¢kov¡, escribieron con un sentido musical magn¨ªfico.
?Qu¨¦ libro ajeno le habr¨ªa gustado escribir? Sin duda, As¨ª habl¨® Zaratustra de Nietzsche, en donde poes¨ªa, filosof¨ªa y m¨²sica se conjugan de forma asombrosa. De adolescente, recitaba La canci¨®n de la noche a chicas a las que quer¨ªa conquistar. Y me daba buen resultado.
?Qu¨¦ composici¨®n se qued¨® sin dirigir? Siento extraordinariamente no haber dirigido Trist¨¢n e Isolda de Wagner. En todo caso, La muerte de Isolda es la m¨²sica que he elegido para que me acompa?e en los minutos previos a mi muerte. S¨ª, me gustar¨ªa morir abrazado a las personas que quiero, bebiendo champ¨¢n y escuchando esa m¨²sica sublime. ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir?
?Cu¨¢l es la mejor cr¨ªtica que ha recibido? La que ha hecho hace poco Andr¨¦s Ib¨¢?ez, en ABC, de mi ¨²ltima novela, Shostak¨®vich contra Stalin. Recuerdo una de sus frases: ¡°El libro que tenemos entre manos es, ante todo, una obra de arte, una creaci¨®n¡±.
?Y la m¨¢s extravagante? La m¨¢s extravagante no la recuerdo, la peor, s¨ª: me la hizo Luis Gago, en Babelia, hace diez a?os, cuando se public¨® mi primer libro, La m¨²sica de la memoria. Era una cr¨ªtica que destilaba animadversi¨®n, enemistad personal. Me sent¨ª francamente mal.
?Cu¨¢l ha sido el ¨²ltimo libro que le ha gustado? La ¨²ltima frase de Camila Ca?eque. Es un libro maravilloso, aunque, por desgracia, tambi¨¦n premonitorio. Camila muri¨® a los 39 a?os, poco antes de ver publicado su libro.
?El que tiene abierto ahora mismo en la mesilla de noche? El arte de la novela, de Milan Kundera.
?Qu¨¦ pel¨ªcula ha visto m¨¢s veces? Ser o no ser, de Ernst Lubitsch.
?La ¨²ltima serie que vio del tir¨®n? No suelo ver muchas series. Tengo la impresi¨®n de que pierdo el tiempo. Prefiero las novelas largas.
?Cu¨¢les son sus tres m¨²sicos de cabecera? Beethoven, Mahler y Helmut Lachenmann, este ¨²ltimo, en mi opini¨®n, es el mayor compositor vivo de nuestro tiempo.
Si tuviese que usar una canci¨®n o una pieza musical como autorretrato, ?cu¨¢l ser¨ªa? La Tercera sinfon¨ªa, de Gustav Mahler. La escuch¨¦ por primera vez a los 13 a?os, en un disco de la Orquesta de Chicago, dirigida por Georg Solti. Estuve dos noches en vela. La escuchaba una y otra vez, de forma obsesiva. Esa obra cambi¨® mi vida.
?La que suena en bucle en su cabeza? En algunas noches de insomnio, se me repiten los ¨²ltimos compases de la Novena sinfon¨ªa de Mahler. Leonard Bernstein me ense?¨® a alargar el tempo de esos compases hasta agotar los arcos de los instrumentistas de cuerda. Cuando, a?os despu¨¦s, la ensayaba con la Royal Philharmonic en Londres, el concertino par¨® a la orquesta y me dijo que no era posible mantener un tempo tan lento durante tantos compases. Le contest¨¦ con una de las frases preferidas de Leny: ¡°Lo imposible, es imposible, hasta que deja de ser imposible¡±.
?En qu¨¦ museo se quedar¨ªa a vivir? En La Galer¨ªa de la Academia de Venecia, cerca de Tiziano, Bellini, Carpaccio, Giorgione¡ Pero no dormir¨ªa ah¨ª; por las noches, cenar¨ªa en Do Forni, mi restaurante preferido, junto a la plaza de San Marcos, y despu¨¦s ir¨ªa a un peque?o hotel frente a La Fenice, en el que me alojaba cuando produc¨ªa para La Bienale, ¨®pera y teatro musical contempor¨¢neos.
?Qu¨¦ suceso hist¨®rico admira m¨¢s? El estreno en Viena de la Novena sinfon¨ªa de Beethoven, el 7 de mayo de 1824. Hay un antes y un despu¨¦s de la Novena. Gracias a ella sabemos que no estamos solos. Que t¨² y yo tenemos un destino com¨²n: la muerte, y que, por lo tanto, deber¨ªamos ser capaces de vivir de forma m¨¢s solidaria, durante el tiempo que nos han concedido.
?Qu¨¦ encargo no aceptar¨ªa jam¨¢s? Cualquiera relacionado con la pol¨ªtica. Deber¨ªamos estar menos pendientes de la pol¨ªtica. ?Nos hace perder tanto tiempo! A los pol¨ªticos no se les tendr¨ªa que permitir estar tan presentes en los medidos de comunicaci¨®n. Deber¨ªan gestionar desde el anonimato. El ruido de la pol¨ªtica, a mi entender, nos conduce a lo que Heidegger llamaba ¡°el olvido del ser¡±, nos desv¨ªa de los retos que de verdad tendr¨ªan que estimularnos: la pasi¨®n por el conocimiento, el crecimiento personal, la intensa emoci¨®n que produce la m¨²sica, el arte, la literatura, la naturaleza, el amor, todo aquello que nos ayuda a entender mejor el mundo, a nosotros mismos y a los dem¨¢s.
?Qu¨¦ est¨¢ socialmente sobrevalorado? El dinero, el poder, el ¨¦xito. Todo lo que nos convierte en esclavos.
De no ser escritor y m¨²sico le habr¨ªa gustado ser... Un hedonista que no siente apego por su destino. Que se r¨ªe de ¨¦l. El destino nos vampiriza, nos pesa como una losa. Somos v¨ªctimas de la imagen que queremos proyectar en los dem¨¢s. No soportamos que nuestras vidas desaparezcan de la memoria colectiva. La verdadera libertad solo es posible si superamos el af¨¢n de trascender, si despreciamos ese destino tr¨¢gico que arrastramos desde ni?os. Hemos sido arrojados a este mundo sin que se nos haya pedido permiso y nos defendemos de los avatares de la vida con dificultad. Encontrar un lugar en el mundo sin perder la cordialidad, respirar y, en la medida de lo posible, ocuparnos de los dem¨¢s.
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