Variable sin variaci¨®n
Acordaron calcular el cupo en funci¨®n de la renta vasca, y fijaron un ¨ªndice del 6,24 sobre los gastos del Estado. Hasta hoy
No sabemos si la nueva financiaci¨®n de Catalu?a se establecer¨¢ o no mediante un concierto como el pactado para el Pa¨ªs Vasco en 1981, porque los firmantes del acuerdo destinado a investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat no se ponen de acuerdo sobre lo que ellos mismos han escrito; lo cual nos parece previsible, dado el panorama actual en el que las palabras antes s¨®lidas se vuelven l¨ªquidas.
Anda rondando por el debate el vocablo ¡°cupo¡±, que es b¨¢sicamente la cantidad que el Pa¨ªs Vasco (2,2 millones de habitantes, el 4,5% de los espa?oles) paga al Estado por las cargas...
No sabemos si la nueva financiaci¨®n de Catalu?a se establecer¨¢ o no mediante un concierto como el pactado para el Pa¨ªs Vasco en 1981, porque los firmantes del acuerdo destinado a investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat no se ponen de acuerdo sobre lo que ellos mismos han escrito; lo cual nos parece previsible, dado el panorama actual en el que las palabras antes s¨®lidas se vuelven l¨ªquidas.
Anda rondando por el debate el vocablo ¡°cupo¡±, que es b¨¢sicamente la cantidad que el Pa¨ªs Vasco (2,2 millones de habitantes, el 4,5% de los espa?oles) paga al Estado por las cargas generales que este asume (no s¨®lo por los servicios que presta en la comunidad). El cupo se reduce l¨®gicamente cuando se transfieren nuevas competencias, y aumenta si se conciertan nuevos impuestos.
En los a?os de la Transici¨®n, los nacionalistas catalanes y vascos se miraban de reojo en sus negociaciones sobre el nuevo desarrollo auton¨®mico, y nadie quer¨ªa ser menos que el otro; hasta el punto de que el Pa¨ªs Vasco recibi¨® competencias sobre ¡°pesca lacustre¡± (art¨ªculo 10 del Estatuto), a pesar de que su territorio, a diferencia del catal¨¢n, no cuenta con ning¨²n lago.
Sin embargo, los representantes catalanes no mostraron ning¨²n inter¨¦s en el concierto, porque eso implicaba recaudar impuestos, ingrata tarea entonces: que el Estado quede mal como poli malo; y que luego nos transfiera lo que necesitamos para quedar como poli bueno.
PNV y Gobierno (UCD) acordaron que el cupo se calcular¨ªa en funci¨®n de la renta de las provincias vascas, y fijaron un ¨ªndice de imputaci¨®n del 6,24% sobre los gastos totales del Estado, considerando el peso que Euskadi ten¨ªa en la econom¨ªa espa?ola. Se supon¨ªa que eso era una variable, pues con el tiempo deber¨ªa cambiar al alza o a la baja. Pero jam¨¢s ha variado, en 43 a?os. He ah¨ª la trampa de lenguaje.
Mucho tiempo despu¨¦s, en 1996, una fuente de la representaci¨®n estatal en la negociaci¨®n reconoci¨® a EL PA?S (3 de noviembre, suplemento Domingo, p¨¢gina 9) que la cifra del 6,24% no fue tanto t¨¦cnica como pol¨ªtica. Y que el ¨ªndice manejado por los expertos de la Administraci¨®n se situaba entonces en torno al 7%, similar a la participaci¨®n real del Pa¨ªs Vasco en la econom¨ªa, aun considerando que en aquellos tiempos la informaci¨®n estad¨ªstica era muy deficiente. La parte vasca no quiso opinar al respecto en la citada informaci¨®n.
El caso es que unos lo sab¨ªan y otros lo sospechaban: el dato pactado quedaba muy por debajo del dato t¨¦cnico. Y se confirm¨® cuando el c¨¢lculo para el cupo de 1997 dio negativo: ?El Estado deb¨ªa pagar al Pa¨ªs Vasco! ?Eso significaba que el Estado hab¨ªa desaparecido de Euskadi? No, significaba que el c¨¢lculo originario produc¨ªa sus efectos.
Desde 1987 a 1995, el cupo ya hab¨ªa disminuido de 103.896,2 millones de pesetas a 17.822 millones. Al no poderse variar la variable unilateralmente, hubo que modificar los datos sobre los que se calculaba, y se transfirieron los ¡°impuestos especiales¡± (hidrocarburos, alcohol y tabaco) para que luego el Pa¨ªs Vasco abonase su parte v¨ªa cupo, que as¨ª volver¨ªa a ser positivo. Y como toda excepci¨®n se vuelve un precedente, era de prever que alg¨²n d¨ªa Catalu?a reclamase lo mismo. Pero ?con qu¨¦ ¨ªndice de imputaci¨®n? Se desconoce.
Mientras, aquel 6,24 ¨Cla variable invariable¨C sigue en pie, con sus beneficios y sus perjuicios, ofreci¨¦ndonos un nuevo ejemplo de lo que pasa con ciertas palabras cuando la pol¨ªtica se apropia de ellas para desvirtuarlas.