Los papeles del sur en Casa de Am¨¦rica: c¨®mo las revistas reflejaron la revoluci¨®n de las vanguardias en Espa?a y Latinoam¨¦rica
Una exposici¨®n en Madrid destaca el rol crucial de las publicaciones impresas en los grupos vanguardistas transatl¨¢nticos del siglo XX
Como se sabe, las revistas y en general los materiales impresos de la ¨¦poca vanguardista, los libros, pero tambi¨¦n los manifiestos y todo lo dem¨¢s, fueron parte sustancial de la producci¨®n art¨ªstica. Toda esta ingente masa de papel en la que los artistas volcaron su vehemencia pasa as¨ª de ser un alijo documental para convertirse, desde cierta perspectiva, en la aut¨¦ntica Obra (con may¨²scula) del per¨ªodo que va de comienzos del siglo XX a los a?os setenta, contando con las llamadas tardovanguardias. El arte era acci¨®n, y la realizaci¨®n de las grandes utop¨ªas era anticipada ya en la profec¨ªa de ...
Como se sabe, las revistas y en general los materiales impresos de la ¨¦poca vanguardista, los libros, pero tambi¨¦n los manifiestos y todo lo dem¨¢s, fueron parte sustancial de la producci¨®n art¨ªstica. Toda esta ingente masa de papel en la que los artistas volcaron su vehemencia pasa as¨ª de ser un alijo documental para convertirse, desde cierta perspectiva, en la aut¨¦ntica Obra (con may¨²scula) del per¨ªodo que va de comienzos del siglo XX a los a?os setenta, contando con las llamadas tardovanguardias. El arte era acci¨®n, y la realizaci¨®n de las grandes utop¨ªas era anticipada ya en la profec¨ªa de esos mismos materiales.
El papel es fr¨¢gil, pero tambi¨¦n lo son las ideas, incluso aquellas retumbantes ideas, propugnadas por lo dem¨¢s en sincron¨ªa con los movimientos totalitarios. Cuando la carga explosiva de Idea (otra may¨²scula) es desactivada, el papel de su propagaci¨®n pasa a pertenecer al archivo del Arte (otra m¨¢s, la ¨²ltima). Y, en esa nueva condici¨®n de objeto art¨ªstico, especialmente revelador, como nunca antes ni despu¨¦s, del clima, el sentido y las formas de una ¨¦poca, constituye el contenido de extraordinarias colecciones. El Arte como archivo del arte.
La colecci¨®n barcelonesa L¨®pez-Triquell que alimenta esta magn¨ªfica exposici¨®n ¡ª600 piezas, nombres infinitos¡ª comenz¨® dedicada al modernismo catal¨¢n y al noucentisme, que pillaban cerca. Antes de su expansi¨®n por Espa?a y de hacerse con los papeles del 27 (los Carteles de Gim¨¦nez Caballero, el n¨²mero de Litoral homenaje a G¨®ngora, ilustrado por Juan Gris, o el cat¨¢logo de la ¨²nica exposici¨®n, en Dalmau, de dibujos de Federico Garc¨ªa Lorca), creci¨® con las decisivas vanguardias catalanas: Salvat-Papasseit y sus Poemes en ondes hertzianes, con cubierta de Torres-Garc¨ªa, o la revista Un enemic del poble, en la que colaboraron los uruguayos Torres y Barradas. Y abord¨® el aut¨®ctono Ultra¨ªsmo, cuyo Manifiesto, firmado por Guillermo de Torre con dise?o de Barradas, apareci¨® como suplemento de la revista Grecia.
En fin, Dal¨ª acompa?a sobre el papel a Jos¨¦ Mar¨ªa Hinojosa, Gregorio Prieto a Altolaguirre, ?scar Dom¨ªnguez a Agust¨ªn Espinosa¡ Pero ser¨ªa un error creer que la funci¨®n de las im¨¢genes era la de ilustrar las palabras. En 1922, Gerardo Diego titul¨® Imagen sus versos, y su admirado Vicente Huidobro ¡ªotro protagonista, uruguayo tambi¨¦n¡ª subtitul¨® Une exposition de po¨¨mes el cat¨¢logo de su c¨¦lebre suite Salle XIV, en el Th¨¦?tre Edouard VII, de Par¨ªs. Los cuadros se escriben, los poemas se pintan. El Arte ha suplantado a las artes.
Esta es una historia de t¨ªtulos voltaicos y acelerados ¡ªEl pentagrama el¨¦ctrico, del mexicano Salvador Gallardo, el Looping del chileno Juan Mar¨ªn, el Luna Park (con cubierta de superh¨¦roes, de To?o Salazar), o los Andamios interiores. Poemas radiogr¨¢ficos, del mexicano Manuel Maples Arce¡ª. Zigzags angulosos, geometr¨ªas rojinegras o verdinegras, n¨²meros fabriles, eses como olas. Con Torres y Barradas, la colecci¨®n pas¨® a Am¨¦rica. ¡°Nuestro norte es el sur¡±, dir¨ªa Torres-Garc¨ªa, ya en los cuarenta, en Montevideo. Pues bien, la exposici¨®n habla del papel de ese sur en la historia vanguardista. Tras la revoluci¨®n y el regreso de Diego Rivera, el ministro Jos¨¦ Vasconcelos emprendi¨® en M¨¦xico y en los pa¨ªses del ¨¢rea una vertiginosa acci¨®n cultural en busca de una identidad moderna. Entre los muralistas y los estridentistas ¡ªMaples Arce inauguraba los murales de Rivera¡ª florecieron los dise?os y vi?etas del inefable Doctor Atl, o los de otro protagonista espa?ol, el escritor y estupendo dibujante Gabriel Garc¨ªa Maroto, colaborador en los afanes de Vasconcelos. Y est¨¢ la cubierta combatiente de Rivera para El soldado desconocido, del nicarag¨¹ense Salom¨®n de la Selva, amante en M¨¦xico de la estadounidense Katherine Anne Porter, a quien dej¨® embarazada y abandonada.
El arte era acci¨®n, y la realizaci¨®n de las grandes utop¨ªas era anticipada en la profec¨ªa de estos materiales
Historia de perdularios, de fun¨¢mbulos y de suicidas. Adem¨¢s de M¨¦xico y Espa?a, sus otros dos escenarios principales fueron Per¨² y Argentina. Ambos aportan a la colecci¨®n L¨®pez-Triquell palabras mayores e im¨¢genes mayores: todo lo publicado en vida por C¨¦sar Vallejo, incluida la novela El Tungsteno, con cubierta de Ram¨®n Puyol; Favorables Par¨ªs Poema, de Vallejo y Larrea, y otra revista decisiva, Amauta, obra de Jos¨¦ Carlos Mari¨¢tegui. Infatigable y culto, marxista y a la vez abierto como pocos a la comprensi¨®n de la diversidad, Mari¨¢tegui es uno de los h¨¦roes de la historia. De Per¨² tambi¨¦n, C¨¦sar Moro, con im¨¢genes de Remedios Varo o Alice Rahon. Y los dibujos de Julia Codesido, muestra del indigenismo que, junto al bolchevismo, fue uno de los horizontes invocados por las vanguardias de Am¨¦rica.
?No m¨¢s nombres, por Dios! Es como si el archivo del arte hubiese reducido la lengua, como dec¨ªa Saussure en su viejo tratado, a una nomenclatura. Y el nomencl¨¢tor tejido por Juan Manuel Bonet, uno de los comisarios, en el cat¨¢logo (ya se hab¨ªa ocupado en 2001, aqu¨ª mismo, de otra gran exposici¨®n sobre las vanguardias literarias argentinas), es abrumador. Del otro comisario, Jos¨¦ Ignacio Abeij¨®n, m¨¢ximo especialista, esperamos pronto su Torres-Garc¨ªa. ?No, no m¨¢s nombres!, nos decimos. Pero ambos saben que es imposible, como si el destino de la misteriosa relaci¨®n que guardan el papel y los nombres fueran las enumeraciones.
Aun as¨ª, inevitables menciones argentinas: los papeles de Borges ilustrados por su hermana Norah; la cubierta sin par de Kindergarten, de Francisco Luis Bern¨¢rdez, trazada por el gallego C¨¢ndido Fern¨¢ndez Mazas; el lado m¨¢s obrerista representado por el grupo de Boedo y la revista Claridad y capitaneado por Ra¨²l Gonz¨¢lez Tu?¨®n; las revistas Arturo y Arte Mad¨ª, y las que fund¨® Aldo Pellegrini cuando el surrealismo ya era una versi¨®n de s¨ª mismo. Las vanguardias de los sesenta y setenta, mechadas de revoluci¨®n y desapariciones, dejaron un rastro de hermosura visual; por ejemplo, la revista argentina Diagonal Cero. Pero abundan sobre todo las serigraf¨ªas y los contrastes fotogr¨¢ficos entre brutalistas y pop que llaman a la lucha: la venezolana El techo de la ballena, o la argentina Barrilete. Habr¨¢ quien sienta melancol¨ªa al verlo todo convertido en arte. Pero as¨ª son las conquistas de la civilizaci¨®n.
Vanguardias literarias transatl¨¢nticas del siglo XX. Casa de Am¨¦rica. Madrid. Hasta el 14 de noviembre.