¡®Lo que cabe en un instante¡¯, de Abigail Thomas, un brillante ¡®collage¡¯ de vivencias y recuerdos

Podr¨ªa pensarse que todo empez¨® cuando Abigail Thomas (Boston, 83 a?os) perdi¨® a su marido, una noche cualquiera, en alg¨²n punto del Upper West Side. Su marido no muri¨®, pero se convirti¨® en otro aquella noche, cuando fue atropellado. Para superar el duelo por lo perdido ¡ªno solo a su compa?ero de vida, un periodista retirado llamado Rich Rogin, tambi¨¦n a la persona que hab¨ªa sido ella hasta entonces¡ª, Abigail se puso a anotar en un cuadern...

Podr¨ªa pensarse que todo empez¨® cuando Abigail Thomas (Boston, 83 a?os) perdi¨® a su marido, una noche cualquiera, en alg¨²n punto del Upper West Side. Su marido no muri¨®, pero se convirti¨® en otro aquella noche, cuando fue atropellado. Para superar el duelo por lo perdido ¡ªno solo a su compa?ero de vida, un periodista retirado llamado Rich Rogin, tambi¨¦n a la persona que hab¨ªa sido ella hasta entonces¡ª, Abigail se puso a anotar en un cuaderno todo lo que pasaba a su alrededor, y todo lo que sent¨ªa. Fue tom¨¢ndole el pulso a aquello en que se hab¨ªa convertido su vida, y con ello, tiempo despu¨¦s, hizo un libro, un particular¨ªsimo memoir collage titulado Una vida de tres perros (Errata Naturae). El libro se convirti¨® en un instant¨¢neo best seller. Y ascendi¨® a Thomas, en tanto inesperada renovadora de un g¨¦nero ¡ªel de la autoficci¨®n pensante¡ª a punto para el despegue, a una discreta atalaya. Ten¨ªa 65 a?os.

Podr¨ªa pensarse, pues, que todo empez¨® entonces, cuando Rich tuvo la mala fortuna de bajar a pasear al perro y ¨¦ste, asustado, sali¨® disparado en un cruce en el peor momento posible. Acababan de adoptarlo. No sab¨ªa bien d¨®nde estaba. El brutal atropello provoc¨® a Rich lesiones cerebrales tan complejas que, a partir de entonces, su vida se convirti¨® en una sucesi¨®n de instantes a menudo inconexos. Hay, en Una vida de tres perros, no ¨²nicamente soledad y reconstrucci¨®n de un mundo perdido, sino tambi¨¦n asombro y descubrimiento. Hija de cient¨ªfico ¡ªsu padre era el famoso f¨ªsico y poeta Lewis Thomas¡ª, Abigail tom¨® nota de todo lo que su esposo dec¨ªa y hac¨ªa, analizando de qu¨¦ forma parec¨ªa funcionar su cerebro, y c¨®mo se relacionaba con su entorno. Llega a concluir que ha sido capaz de desarrollar una peculiar telepat¨ªa con ella. Y s¨ª, es un gran descubrimiento, pero lo que importa es c¨®mo Abigail lo cuenta.

Y es aqu¨ª donde entra este libro. Porque Lo que cabe en un instante fue publicado seis a?os antes que Una vida de tres perros. Y en ¨¦l puede verse ya eso que tanto brilla en aquel. Y esto es, la voz poderosamente cristalina de Thomas, una voz de una honestidad brutal, sin otro filtro que el de la necesidad de contarse para entenderse. S¨ª, lo que hay en Lo que cabe en un instante es memoir collage, una suerte de colecci¨®n de polaroids escritas, que reconstruyen, desordenadamente ¡ªel lector es activo en ese sentido, debe unir piezas: est¨¢ ante un rompecabezas¡ª, su vida. S¨ª, dec¨ªamos que Thomas era hija de cient¨ªfico, y en su manera de enfrentarse a aquello que cuenta tambi¨¦n se nota. Porque todo son aqu¨ª part¨ªculas, ¨¢tomos, una vida repleta de millares de vidas, que son las que esos instantes modelo contienen. Instantes modelo sujetos por el recuerdo de una madre que le cuenta algo susceptible de transformarse en ley. Una ley emocional.

Madre de cuatro hijos, casada tres veces, con una estrech¨ªsima relaci¨®n de pertenencia (y amor, un amor incondicional) hacia Nueva York, la ciudad en la que creci¨® contra el mundo ¡ªadonde se mud¨® despu¨¦s de cada fracaso matrimonial, con un pu?ado, siempre, de ni?os a cuestas, y poco dinero, pero el suficiente para mantenerse a flote: eran otros tiempos, ella misma lo admite, pod¨ªas tener un trabajo cualquiera, y sobrevivir en esa ciudad ¨¢vida siempre de vidas intermitentes, de historias por contar¡ª, Thomas salta de algo que oy¨® en una fiesta a una conversaci¨®n ir¨®nica con su hermana ¡ªcapaz de devenir una suerte de nada sacramental di¨¢logo socr¨¢tico sobre su condici¨®n de esposa m¨²ltiple¡ª, a una mudanza, un viaje en autocar, a cuando met¨ªa los pies, sucios de caminar descalza por la calle, en la ba?era de sus hijos y a su hija no le gustaba nada, a ser una cosa, y luego otra, y no poder evitar ser t¨². La literatura de Thomas, que no escribi¨® una l¨ªnea hasta los 47 a?os, es, como la de Sue Hubbell, un milagro a¨²n por reconocer.