El metro que nunca llega
La L9 conecta el aeropuerto, pero todav¨ªa deja incomunicados a media docena de barrios
Francisca Aguilera no ha dejado ni un d¨ªa laborable de tomar el metro desde que este lleg¨® al barrio de Bon Pastor. Tras d¨¦cadas de reivindicaciones vecinales llegaron las l¨ªneas 9 y 10 ¡ªtambi¨¦n a Santa Coloma de Gramenet y Badalona¡ª, que permit¨ªa conectar con el centro de Barcelona sin necesidad de utilizar los autobuses. Y desde entonces ese enlace se ha convertido en algo cotidiano para ella. Ha ganado, dice, media hora cada vez que va o viene de Horta, donde trabaja. ¡°Ya era hora de que nos tocara¡±, dice sin detenerse.
La de Francisca es una de las historias bonitas de la L9. Lo ser¨¢ tambi¨¦n para quienes la usen a partir del viernes para ir a Mercabarna, el pol¨ªgono de Mas Blau, o los ciudadanos de L'Hospitalet y El Prat de Llobregat. Pero no lo es para los 32.000 habitantes de la Marina y el Puerto del Prat Vermell, en la Zona Franca. Ellos tambi¨¦n acumulan m¨¢s de dos d¨¦cadas reclamando una boca del metro cerca de su casa. Viven en dos de la media docena de barrios de Barcelona a los que no asiste el suburbano. Su problema, como el de otros, es que fueron v¨ªctimas de las obras de la l¨ªnea 10 y ahora les duele que lo trenes circulen por esa nueva infraestructura, pero no para darles servicio.
No les molesta tanto que el metro que se pondr¨¢ en servicio suponga calmar intereses econ¨®micos, como el de los organizadores del Mobile World Congress, sino porque ver¨¢n como la l¨ªnea que atraviesa por su barrio dar¨¢ servicio, pero no a los vecinos: los trenes de la l¨ªnea 9 del metro pasar¨¢n por all¨ª para ir hacia el centro de mantenimiento sin hacer parada.
¡°Es un recochineo¡±, se queja Eli Rolando ?lvarez, presidente de la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos y Comerciantes de la Marina. ¡°Son muchos a?os de lucha, de peticiones, muchos a?os de desenga?os, porque si algo tenemos en la Zona Franca son mentiras y desenga?os¡±, dice, cr¨ªtico con que se haya antepuesto la llegada al aeropuerto antes que a un barrio en crecimiento al que tambi¨¦n han llegado grandes corporaciones: Agbar primero y despu¨¦s la Agencia Tributaria de Catalu?a.
Debido a ese crecimiento los miembros de la coordinadora consideran tan importante la reuni¨®n de la semana pasada entre el presidente de la Generalitat y la alcaldesa de Barcelona. Ambos establecieron un preacuerdo para que la ayuda financiera del Consistorio pueda desbloquear la puesta en marcha de la L10 sur, que tiene su tramo final ¡ªviaducto y estaciones¡ª terminada y a la que le faltar¨ªa por finalizar las cuatro estaciones que van bajo tierra y que son las que dar¨ªan servicio a los vecinos. Reclaman sobre todo poder abrir las de Foc, Foneria y Motors.
Ahora los barrios dependen totalmente de la red de autobuses que les da servicio y que los vecinos consideran m¨¢s lentos. Seg¨²n Transportes Metropolitanos de Barcelona, el 60% de los destinos de los usuarios son la plaza Cerd¨¤, la plaza Espa?a, Mar¨ªa Cristina y la plaza de Catalu?a. Y TMB defiende que estos desplazamientos se hacen en l¨ªneas de altas prestaciones con frecuencias de entre seis y ocho minutos. Seg¨²n las previsiones de la Generalitat, cada estaci¨®n de la Zona Franca contar¨ªa con unas 10.000 entradas diarias en 2020, m¨¢s que las que tendr¨¢n supuestamente las estaciones del metro del aeropuerto. La rentabilidad econ¨®mica y social parece asegurada, al menos en comparaci¨®n con otras.
Si algo tenemos tenemos en Zona Franca son desenga?os", denuncian los vecinos
Aunque Generalitat y Ayuntamiento evitan dar cifras, se calcula que poner en marcha algunas estaciones el pr¨®ximo a?o, como anunci¨® el consejero de Territorio, Josep Rull, podr¨ªa tener un coste de 70 millones de euros. Para finiquitar las obras del metro del aeropuerto, la Generalitat negoci¨® con los bancos un cr¨¦dito que superaba los 200 millones de euros, financiaci¨®n que asumi¨® a solas. Ahora, en cambio, pide auxilio financiero a Colau, un cambio de estrategia que duele a los dirigentes vecinales.
El hecho de que los barrios de la Zona Franca no est¨¦n cubiertos por el metro hace que esta conexi¨®n sea m¨¢s importante que el tramo central de Barcelona, paralizado sine die. ¡°Primero hay que dar servicio a lo no servido y finalmente a zonas servidas como las del centro de la ciudad¡±, explica Jordi Juli¨¤, miembro de la junta del Colegio de Ingenieros de Caminos y uno de los dise?adores de la l¨ªnea 9 del metro en tiempos del Tripartito. Su afirmaci¨®n parece de manual en un barrio que, antes de la l¨ªnea 10, conoci¨® otro proyecto subterr¨¢neo para conectarlo con el centro de Barcelona: la prolongaci¨®n de la l¨ªnea 2. Ni una ni otra.
Los otros barrios barceloneses que esperan el metro est¨¢n en Horta-Guinard¨®: Salud, Can Bar¨® y Font d'en Fargues. Los dos primeros estar¨¢n cubiertos con la l¨ªnea 9 del metro cuando se desbloquee la construcci¨®n del tramo central. No tiene fecha. De hecho, est¨¢ tan poco prevista que se han cerrado muchos pozos por donde se introduce material para la obra y que se hab¨ªan convertido en aut¨¦nticas cicatrices para los barrios.
Uno de los casos m¨¢s sonados es el de la plaza de Sanllehy, a caballo entre Gr¨¤cia y el Guinard¨®. La plaza se desmont¨® en 2002 y no se cerr¨® hasta el a?o pasado, despu¨¦s de las presiones del Ayuntamiento de Barcelona. La cicatriz era evidente. Ahora, dice Adri¨¢n P¨¦rez, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos de Can Bar¨®, quieren el metro, al que no han renunciado nunca. ¡°No entendemos que actualmente se paguen 230 millones de mantenimiento de las obras de la L9 y que no haya presupuesto para acabar Sanllehy¡±, dice. El de Can Bar¨®, un barrio de pronunciadas cuestas, tiene similares caracter¨ªsticas orogr¨¢ficas que barrios como el de Singuerlin (Santa Coloma de Gramenet) que justificaron la llegada del metro. Y su reivindicaci¨®n, quiz¨¢s, tenga el mismo resultado. Lustros de reivindicaciones.
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