Atrapados en el paro
Catalu?a suma tres a?os de creaci¨®n de empleo, pero a¨²n hay casi 300.000 personas que no encuentran trabajo desde hace dos a?os y algunos, desde el inicio de la crisis
Catalu?a ha conseguido desde 2013 retirar a 257.000 personas de las listas del paro, pero otras 283.300 llevan m¨¢s de dos a?os sin poder salir de ellas. Las estad¨ªsticas oficiales consideran desempleados de larga duraci¨®n a los que no han trabajado en los ¨²ltimos 12 meses, pero esconden el drama de quienes buscan empleo sin ¨¦xito desde el inicio de la crisis. Son ciudadanos estancados en el paro, a los que cada d¨ªa les acecha la tentaci¨®n de caer en la depresi¨®n o en la desidia y para los que mantener viva la esperanza se ha convertido en una haza?a.
Como Josep Romero, un ingeniero t¨¦cnico especializado en Qu¨ªmica Textil que nunca sale de casa sin un malet¨ªn cargado de curr¨ªculos. Lleva ocho a?os en busca de un lugar donde poder cotizar los seis a?os que le quedan y evitar as¨ª un futuro de pobreza. ¡°Si no lo consigo, mi pensi¨®n no llegar¨¢ ni a los 600 euros¡±, explica con una sonrisa de resignaci¨®n. Una ¡°putada¡±, asegura tras pedir permiso para soltar el taco: trabaja desde los 14 a?os y tiene m¨¢s de 41 cotizados. As¨ª que cada d¨ªa dedica un par de horas a la b¨²squeda, en la que aplica todos los recursos aprendidos en el programa para parados de Cruz Roja al que asiste: rastrea ofertas en Internet, contacta con responsables de recursos humanos en las redes sociales y controla si recibe alguna respuesta. No dedica m¨¢s tiempo porque es una actividad que ¡°quema¡±.
Romero fue jefe de laboratorio en una empresa qu¨ªmica textil de Sabadell en la ¨¦poca de oro del sector. Cuando el telar se qued¨® sin hilo, se recicl¨® en el ¨¢mbito de la log¨ªstica, donde lleg¨® a ser jefe de almac¨¦n en una contrata de Nissan y luego, en una multinacional alemana de componentes el¨¦ctricos. Un trabajo que guarda ¡°en un marco¡±, ya que tuvo que superar un proceso de selecci¨®n de tres semanas. ¡°Me eligieron a m¨ª¡±, cuenta orgulloso, ¡°y pens¨¦ que me jubilar¨ªa all¨ª¡±. Era 2006 y la crisis estaba a punto de empezar. Le despidieron al a?o siguiente.
La vida laboral de Romero no registra ninguna actividad entre 2008 y 2014. ¡°Hay un h¨¢ndicap important¨ªsimo¡±, advierte: tiene 58 a?os. Desde 2015 ha conseguido algunos empleos de corta duraci¨®n como repartidor, profesor y comercial y los ha intercalado con la ayuda mensual de 425 euros. Pero se siente ¡°discriminado¡±, cree que los empleadores lo descartan de trabajos no cualificados por su formaci¨®n o su edad. ¡°Lo grave es que hay momentos en los que casi te hacen parecer in¨²til¡±, lamenta, aunque siempre con una sonrisa: ¡°Yo soy una persona bastante positiva, me doy siempre muchos ¨¢nimos y al d¨ªa siguiente me levanto y contin¨²o. Pero hay momentos en los que coger¨ªas la ventana y dir¨ªas adi¨®s, porque acabas hasta las narices¡±.
Manuel Pousa tambi¨¦n se considera una persona que intenta ¡°no ver el lado oscuro de las cosas¡±, pero los ojos se le enrojecen cuando recuerda las depresiones que ha tenido en los ¨²ltimos siete a?os. Al igual que Romero, se dedic¨® a la b¨²squeda cada d¨ªa sin periodos de descanso: ¡°Desde que estoy parado, mi horario siempre ha sido levantarme a las 7.00 para salir a buscar trabajo¡±. No pens¨® que fuera a durar m¨¢s de tres meses. Desde que se inici¨® en la construcci¨®n a los 12 a?os y hasta entonces, siempre hab¨ªan sido los empleadores quienes hab¨ªan tocado su puerta para ofrecerle faena.
Los parados de Espa?a estamos abandonados. Lo ¨²nico que saben decir es que somos una lacra¡±
En 2009, cuando ten¨ªa 56 a?os, una llamada interrumpi¨® su siesta. Le dijeron que no vaya a trabajar esa noche y que se acercara a la oficina a la ma?ana siguiente. Pas¨® los primeros a?os del paro ¡°dando vueltas¡± por la ciudad dejando curr¨ªculos. Cuando ten¨ªa dinero, lo hac¨ªa incluso en otras ciudades de Espa?a.
¡°Los parados de Espa?a estamos abandonados, nadie piensa en nosotros. Lo ¨²nico que saben decir es que somos una lacra¡±, afirma convencido. Durante a?os, solo ha ingresado los 425 euros de una subvenci¨®n, suma insuficiente para pagar la hipoteca y mantener a su mujer, los dos hijos que a¨²n viven con ¨¦l y dos nietos. Su asistenta social lo deriv¨® a C¨¢ritas, donde aprendi¨® a usar el ordenador y se pas¨® a la b¨²squeda digital de empleo. Cada d¨ªa se desplazaba con su port¨¢til desde Badalona hasta la Barceloneta, donde est¨¢ el programa de seguimiento de parados de la entidad, porque no pod¨ªa permitirse Internet en casa.
En seis a?os, pese a todos los cursos de especializaci¨®n que hizo, solo recibi¨® tres llamadas: condujo una carretilla elevadora durante un mes, limpi¨® una sala durante tres jornadas del Mobile World Congress y se fue a una obra en Colombia durante cuatro meses. Ni sus d¨¦cadas de experiencia, ni sus carn¨¦s para llevar gr¨²as de hasta 400 toneladas, ni su disponibilidad para ir a cualquier parte del mundo le ayudaron a reinsertarse en el mercado laboral. Ahora, con 62 a?os, ha abandonado la b¨²squeda y se ha embarcado en una batalla legal por conseguir la jubilaci¨®n anticipada. Su futuro ya no le preocupa, pero le inquieta el de sus hijos: ¡°El de 36 a?os tambi¨¦n est¨¢ desempleado y no lo cogen porque dicen que ya es mayor y que no tiene experiencia. Si a los 27 no hay trabajo y a los 36 ya son viejos, ?qu¨¦ me digan de qu¨¦ van a vivir!¡±
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