En Chile fracas¨® el maximalismo progresista
El mandato por un cambio constitucional sigue intacto
Un proyecto constitucional considerado por distintas voces expertas y no expertas como un avance progresista in¨¦dito, alabado internacionalmente por incluir una serie de derechos sociales urgentes y en di¨¢logo con los desaf¨ªos y las demandas del mundo contempor¨¢neo, no logr¨® convencer a la mayor¨ªa del pueblo chileno.
Las encuestas eran claras respecto del ascenso del rechazo, por lo que, en rigor, no deber¨ªa sorprender que las proyecciones se cumplieran. No obstante, quienes votamos a...
Un proyecto constitucional considerado por distintas voces expertas y no expertas como un avance progresista in¨¦dito, alabado internacionalmente por incluir una serie de derechos sociales urgentes y en di¨¢logo con los desaf¨ªos y las demandas del mundo contempor¨¢neo, no logr¨® convencer a la mayor¨ªa del pueblo chileno.
Las encuestas eran claras respecto del ascenso del rechazo, por lo que, en rigor, no deber¨ªa sorprender que las proyecciones se cumplieran. No obstante, quienes votamos apruebo con alegr¨ªa y esperanza ¡ªuna que se conformaba con una victoria estrecha¡ª nos preguntamos c¨®mo pas¨®. No qu¨¦ paso, sino c¨®mo. ?C¨®mo es posible que ganara el rechazo tan contundentemente? En preguntar, como en pedir, no hay enga?o a quien especula en voz alta. ?Ser¨¢ que la mayor¨ªa del pa¨ªs no concuerda con los derechos sociales propuestos? O que quiz¨¢s, debido al voto obligatorio, ?la ciudadan¨ªa vot¨® desinformada del avance civilizatorio que representaba esta propuesta? ?Que, pese a que esta fue top de ventas, el texto realmente no fue comprendido? ?Que la mayor¨ªa del pa¨ªs la rechaz¨® porque temieron que nos volvi¨¦ramos comunistas, una nueva Cuba o Venezuela? ?Porque algunos no quisieron compartir sus privilegios? ?Porque en Chile no se reconocen a los pueblos originarios como naciones?
Estas preguntas y muchas otras se responder¨¢n paulatinamente. Mientras, nos debemos un ejercicio honesto de reflexi¨®n que se esfuerce menos en buscar culpables externos ¡ªcomo atribuir el resultado a campa?as de desinformaci¨®n focalizadas o a la cantidad sustantivamente mayor de recursos desplegadas por el territorio en favor del rechazo¡ª, sino en ensayar la m¨¢s aguda y descarnada de las autocr¨ªticas. ?Por qu¨¦ perdi¨® el apruebo con tanta solidez? Primero, a reconocer la derrota.
En el juego democr¨¢tico se debe saber perder. Y ello significa reconocer la victoria del ganador, por un lado, y a la vez, asumirse activamente como perdedores, por el otro. Activamente deberemos volver la mirada al juego desplegado sin autocomplacencia alguna. Porque la propuesta no convenci¨®, no convoc¨® y no logr¨® mayor¨ªa en los votos de 13 millones de chilenos.
El peor de los diagn¨®sticos ser¨ªa comenzar a elucubrar que el rechazo gan¨® porque quienes votaron no conoc¨ªan o comprendieron la propuesta constitucional. Pues, aun cuando esto pudiera demostrarse, lo cierto es que, en nuestro sistema democr¨¢tico, el voto dice todo por s¨ª mismo: a nadie se le examina respecto de sus conocimientos; nadie da una prueba que lo habilita como apto para el sufragio. As¨ª, el voto, sea el que sea, tiene una legitimidad incuestionable.
Y en este ejercicio, m¨¢s del 60% de los chilenos dijo que la propuesta no expresaba un sentido com¨²n compartido en su ideario pol¨ªtico, ni en su visi¨®n de pa¨ªs. Tampoco logr¨® convencer o persuadirlos de ello. La plurinacionalidad, la paridad o el ecologismo, por ejemplo, no constituyen los ejes que todo un pa¨ªs concuerda como materias urgentes y que deben ser asegurados como derechos fundamentales ¡ªlo que, por cierto, es comprensible¡ª. El maximalismo progresista de la propuesta fue quiz¨¢s su mayor belleza ideol¨®gica, a la vez que su mayor error estrat¨¦gico: poner en la misma balanza la necesidad de asegurar un m¨ªnimo de derechos sociales ¡ªinexistentes con la actual Carta Magna¡ª con una serie de derechos y protecciones liberales.
La propuesta de nueva Carta pas¨® muy r¨¢pido de atender la demanda b¨¢sica y transversal por mayores protecciones y derechos sociales, a extender estas protecciones para un Chile con sentido de futuro -probablemente demasiado futuro. Los convencionales fueron demasiado lejos, muy r¨¢pido; y fallaron en poder interpretar mejor las solicitudes m¨¢s sentidas del pa¨ªs con un cambio Constitucional.
Pero con la misma autocr¨ªtica, tambi¨¦n deber¨ªa reconocerse con generosidad, que saber interpretar a la ciudadan¨ªa fue siempre una tarea tit¨¢nica. Imaginar mejor lo que demandaba aquel 80% que aprob¨® una nueva Constituci¨®n. Porque no olvidemos: el 18 de octubre de 2019 estall¨® el pa¨ªs entero por distintos sentires y m¨²ltiples razones; conformado por actores y grupos de los m¨¢s diversos e, incluso, a veces contradictorios (como los grupos de No +TAG y los No+ AFP). Nunca fue el estallido social un movimiento puramente ideol¨®gico o pol¨ªtico, por m¨¢s que, gracias al esfuerzo de la clase pol¨ªtica y el acuerdo por la paz del 15 de noviembre 2019, el conflicto logr¨® tomar una salida institucional y convocara a un plebiscito constitucional.
As¨ª, aunque la propuesta presentada no logr¨® imponerse, el mandato por un cambio constitucional sigue intacto. Y ser¨¢ ahora tarea de todas las fuerzas pol¨ªticas concordar un mecanismo leg¨ªtimo para levantar un proyecto que sepa tomar lo mejor de la propuesta esbozada e integrar a la vez las demandas genuinas de aquel 60% de los chilenos que no quieren su maximalismo. Quiz¨¢s no est¨¢bamos preparados para tanto futuro ¡ªasumirlo no debe defraudar, sino motivar a un mayor sentido hist¨®rico, como invit¨® el presidente Gabriel Boric¡ª y priorizar entre lo que realmente necesita el Chile actual.
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