Chile: la porf¨ªa de 30 a?os
Gabriel Boric deber¨¢ modificar su pol¨ªtica de alianzas y buscar en la centroizquierda si quiere llevar adelante la modificaci¨®n constitucional que el pa¨ªs espera
Era de un simplismo may¨²sculo creer o pensar -pero as¨ª se crey¨® y se pens¨® con insistencia desde octubre del a?o 2019- que Chile estaba anhelante de torcer su rumbo de manera radical. El resultado del domingo indica que no era as¨ª. La ciudadan¨ªa, en vez de cambiar la fisonom¨ªa institucional del pa¨ªs, instaurando la plurinacionalidad y un sistema pol¨ªtico con preeminencia de la mayor¨ªa y casi sin contrapesos, prefiri¨® dar la palabra a todos los sectores que se opusieron a esa propuesta constitucional, desde la derecha a la centroizquierda, sugiriendo un cambio m¨¢s moderado para el cual, dijeron, era mejor quedarse un tiempo con la Constituci¨®n de 1980, cuyas bases fueron forjadas en la dictadura, rebajar los quorums y negociar un cambio en el actual Congreso.
?Qu¨¦ lecciones deja este resultado? ?Qu¨¦ ense?anzas quedan a la hora de intentar comprender el fen¨®meno pol¨ªtico? Desde luego, el resultado muestra que los cambios sociales que ha producido la modernizaci¨®n en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas -expansi¨®n del consumo, individuaci¨®n, aparici¨®n de grupos medios hasta anteayer proletarios- son m¨¢s profundos de lo que aparentaban. La imagen de la sociedad chilena que promovi¨® el Frente Amplio -una coalici¨®n que posee un aire de familia con Podemos-, como si ella estuviera compuesta por una ¨¦lite cicatera y neoliberal dominando a un pueblo abusado y necesitado de redenci¨®n, no se condice con la realidad.
Es probable que buena parte de los fen¨®menos que asomaron con violencia hace tres a?os, en octubre del diecinueve, tengan causas m¨¢s complejas que el simple reclamo por la reivindicaci¨®n social o de clase. Algunos aspectos de la propuesta constitucional que se acaba de rechazar, como la plurinacionalidad (la carta llegaba a enumerar m¨¢s de una decena de naciones), la existencia de varios sistemas de justicia o el debilitamiento de la propiedad individual, hayan influido en el rechazo que acaba de triunfar. Ello probar¨ªa que Chile no ser¨¢ la tumba del neoliberalismo (como proclamaron algunos letreros remedando los de Madrid contra el fascismo en la Espa?a del 36) sino que, al rev¨¦s, insin¨²a que ese tipo de modernizaci¨®n cal¨® m¨¢s hondo en la gente de lo que se cre¨ªa.
El resultado ense?ar¨¢ a la centroizquierda que la labor que realiz¨® durante tres d¨¦cadas y que cambi¨® las condiciones materiales de existencia de los chilenos dio origen a un nuevo sujeto social, animado por una cultura distinta, m¨¢s plural y variopinta, un sujeto que ha sustituido en buena parte la lucha reivindicativa y de clase, por la demanda de intereses que cambian y fluct¨²an seg¨²n la peripecia vital por la que se atraviesa. El clivaje de la pol¨ªtica chilena ya no est¨¢ vinculado a la estructura social, sino que fluct¨²a y se modifica al comp¨¢s de las circunstancias.
El fen¨®meno ya lo insinu¨® la misma revuelta de octubre del a?o 2019 acaecida apenas 18 meses despu¨¦s de que la ciudadan¨ªa hab¨ªa dado el triunfo a la derecha. Entonces, el expresidente Sebasti¨¢n Pi?era malentendi¨® su triunfo creyendo que era una adhesi¨®n ideol¨®gica a la derecha. En el mismo error incurri¨® la izquierda del Frente Amplio: crey¨® que su triunfo y la revuelta de octubre hab¨ªa sido un rechazo al modelo modernizador de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas en Chile.
?Qu¨¦ vendr¨¢ ahora? El Gobierno de Gabriel Boric transform¨® este plebiscito -y quiz¨¢ era inevitable que lo hiciera- en un verdadero refer¨¦ndum, un escrutinio del desempe?o gubernamental. El resultado entonces lo obligar¨¢ a hacer modificaciones a su alianza gubernamental y a su discurso.
?Lo har¨¢? Gabriel Boric ha dado muestras de una gran plasticidad discursiva, una elasticidad en sus temas y en sus opiniones casi camale¨®nica, y es probable que recurra a ella ahora para hacer frente a esto que le sabe a derrota. Pero no es f¨¢cil. Porque el Frente Amplio y ¨¦l mismo han construido su presencia en la cultura p¨²blica sobre la base de un diagn¨®stico acerca de las ¨²ltimas d¨¦cadas (bajo cualquier indicador, las mejores de la historia de Chile) que las presentaba como el andamio de una sociedad profundamente desigual, erigida sobre el abuso de las mayor¨ªas.
Se ha sumado a ello una agenda de temas que poseen un acento generacional, como el feminismo o las demandas medioambientales, que galvaniza a los sectores que lo apoyan; pero que, si no deja fr¨ªas a las mayor¨ªas, no parece ser suficiente para ganarse su apoyo. Boric deber¨¢ aprender muy pronto que en el Chile contempor¨¢neo las adhesiones son vol¨¢tiles y son fr¨¢giles, y que el clivaje de la pol¨ªtica ya no arraiga en nada fijo. El clivaje ya no es muy s¨®lido y lo que lo parece a poco andar se desvanece en el aire.
Lo que s¨ª es seguro -la fuerza de los hechos- es que Gabriel Boric deber¨¢ modificar su pol¨ªtica de alianzas y buscar en la centroizquierda, la misma sobre cuyo intento de demolici¨®n construy¨® su liderazgo, los cuadros y especialmente las ideas que le permitan llevar adelante la modificaci¨®n constitucional que Chile espera y las pol¨ªticas p¨²blicas que las patolog¨ªas de la modernizaci¨®n (en cualquier caso la m¨¢s exitosa de la regi¨®n de Latinoam¨¦rica) demandan.
El debate que ha conducido a este resultado ya mostr¨® un cierto consenso de las fuerzas pol¨ªticas en torno a derechos sociales, reconocimiento de los pueblos ind¨ªgenas y paridad. Sacar a la luz ese consenso subyacente en la sociedad chilena es el desaf¨ªo que pondr¨¢ a prueba la destreza de Gabriel Boric quien tendr¨¢ la oportunidad de probar que en pol¨ªtica (la frase es de Aguilar Cam¨ªn) no se llega tan lejos como lo augura el talento, sino como lo permiten las limitaciones.
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