La delgada l¨ªnea roja: etnograf¨ªa del ¡®lobby¡¯ en Chile
Lo que este episodio revela es la delgada l¨ªnea roja que separa la promoci¨®n de intereses privados ante una autoridad p¨²blica y la captura de esta ¨²ltima
El mundo pol¨ªtico chileno ha dado en los ¨²ltimos d¨ªas un interesante, aunque pat¨¦tico espect¨¢culo. Mediante varias revelaciones del medio electr¨®nico CIPER, hemos sabido de distintas ...
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El mundo pol¨ªtico chileno ha dado en los ¨²ltimos d¨ªas un interesante, aunque pat¨¦tico espect¨¢culo. Mediante varias revelaciones del medio electr¨®nico CIPER, hemos sabido de distintas reuniones con autoridades pol¨ªticas en el domicilio de Pablo Zalaquett, un conocido lobista, de c¨®mo puede operar el lobby y pr¨¢cticas emparentadas con ¨¦l en este pa¨ªs del fin del mundo. De modo interesante, hemos podido observar gracias a este scoop, casi etnogr¨¢ficamente, c¨®mo una poblaci¨®n ind¨ªgena de pol¨ªticos, lobistas y regulados se relaciona en espacios privados sin resentir la necesidad de registrarlos en la plataforma que fue dise?ada por mandato de la ley. La etnograf¨ªa de esta pr¨¢ctica lleg¨® tan lejos que nos hemos enterado del men¨² de las reuniones de Zalaquett, de un largo listado de autoridades que participaron en ellas (seis ministros, adem¨¢s de varios parlamentarios y jefes de partido como sujetos pasivos de lobby) y de un sinn¨²mero de empresarios que actuaron, intermediados por Zalaquett, como sujetos activos de este sistema de articulaci¨®n de intereses. Hasta aqu¨ª el aspecto interesante de este esc¨¢ndalo, etnogr¨¢ficamente hablando.
Pero hay una dimensi¨®n pat¨¦tica detr¨¢s de estos reportajes. Las explicaciones que han entregado en varias oportunidades las distintas autoridades pol¨ªticas: se conversaron cosas generales sin implicancias pol¨ªticas ni legislativas, sostuvo el Ministro de Econom¨ªa Nicol¨¢s Grau; que ¡°yo en verdad no ten¨ªa claro que Zalaquett era lobista¡±, seg¨²n la Ministra de Medio Ambiente Maisa Rojas; o simplemente argumentando no saber de antemano qui¨¦nes ser¨ªan los participantes en esas reuniones (algunas de las cuales fueron de tipo cheese & wine).
En un primer momento, el presidente Gabriel Boric respald¨® estas conversaciones (¡°dialogar hasta que duela¡±), mientras que Zalaquett negaba haber cobrado por estas reuniones en su domicilio, argumentando muy en serio que lo hizo debido a su preocupaci¨®n por la falta de di¨¢logo pol¨ªtico en Chile, al punto de afirmar en tono patri¨®tico: ¡°Yo te soy franco, me siento bastante tranquilo, creo que estos encuentros han sido un aporte para un pa¨ªs que no conversa. Incluso es s¨²per raro lo que te voy a decir, pero yo creo que he tratado de ayudar a este Gobierno¡±. Como era de esperar, las explicaciones fueron r¨¢pidamente resentidas como insuficientes por el periodismo criollo, lo que dio pie para una dura cr¨ªtica de parte de diputados y pol¨ªticos y, seg¨²n ha trascendido, una genuina y comprensible molestia del jefe de Estado.
?Qu¨¦ nos ense?a este episodio? Varias cosas, una de las cuales supone distinguir entre situaciones, a sabiendas que esa distinci¨®n no tiene ning¨²n impacto en una opini¨®n p¨²blica que, sin entender mucho, desconf¨ªa cada vez m¨¢s de la pol¨ªtica. Es cierto que la acusaci¨®n de haber infringido la ley de lobby por no haber registrado estas conversaciones no se aplica por igual a todos los comensales. Es importante distinguir entre ministerios pol¨ªticos generalistas y ministerios sectoriales con regulados espec¨ªficos. No es lo mismo que una ministra del Interior sin tener regulados se re¨²na con agentes privados para conversar de pol¨ªtica general, a que ministros sectoriales reguladores hagan lo mismo con agentes regulados; o que presidentes de partidos se hayan pronunciado en privado sobre pol¨ªtica contingente.
Hay efectivamente todo un mundo de diferencias entre ambos, aunque a nivel de opini¨®n publica no hay ninguna diferencia: el da?o es, por uno y otro lado de los ministerios, enorme. El verdadero problema radica en los ministros reguladores en interacci¨®n privada con regulados: como el caso del ministro de Econom¨ªa Nicol¨¢s Grau y de la ministra de Medio Ambiente Maisa Rojas reunidos con empresarios del rubro pesquero y de la acuicultura en un periodo en el que se est¨¢ legislando sobre la ley de pesca, o, m¨¢s grave aun, de la ministra del Trabajo (comunista) Jeannette Jara con gerentes de las Aseguradoras del Fondo de Pensiones (AFP) cuando se est¨¢ a punto de legislar precisamente en esa materia.
No es inocuo si una connotada diputada comunista, Lorena Pizarro, critic¨® en duros t¨¦rminos a los ministros (y por lo tanto a su propia compa?era de partido): ¡°Estamos ante lo que la ¨¦lite pol¨ªtica cree lo que es hacer pol¨ªtica: cocinar la vaca, quedarse con los mejores cortes y darle al resto, los interiores, aunque al resto no le gusten los interiores¡±, concluyendo que ¡°a tal nivel hemos llegado que tanto el cocinero como los comensales justifican su fest¨ªn y hasta se jactan de ¨¦l¡±.
M¨¢s all¨¢ de explicaciones inveros¨ªmiles de ministros sectoriales, del men¨² y del ¡°desinteresado¡± modus operandi del lobista Pablo Zalaquett, lo que este episodio revela es la delgada l¨ªnea roja que separa la promoci¨®n de intereses privados ante una autoridad p¨²blica y la captura de esta ¨²ltima. La ¨²nica manera que la democracia representativa ha encontrado para enfrentar este flagelo es el r¨¦gimen de publicidad de las interacciones entre agentes p¨²blicos y privados, que es precisamente lo que falt¨® dram¨¢ticamente en todas estas reuniones. El asunto es delicado porque la pol¨ªtica ya sufri¨® experiencias de posible captura cuando las empresas pod¨ªan, legalmente, financiar las campa?as electorales (hasta el a?o 2016, momento en el cual se modifica dr¨¢sticamente el financiamiento a trav¨¦s de la ley 20.900). Si antes de que esa ley fuese promulgada empresas pol¨ªticamente nefastas como Soquimich hicieron a?icos la legitimidad de los partidos pol¨ªticos, Pablo Zalaquett desarticul¨® la capacidad de di¨¢logo informal del Gobierno, elevando aun m¨¢s los niveles de desconfianza popular con la pol¨ªtica.
Pero lo que este conjunto de episodios tambi¨¦n muestra es la sospecha de uso corruptor del dinero y, junto a ¨¦l, la enorme asimetr¨ªa del mercado del lobby: para hacer lobby se necesita dinero, y este no se distribuye equitativamente entre todos, especialmente entre las ONGs y asociaciones ciudadanas (por ejemplo, de consumidores) que, sin articular intereses privados ante la autoridad pol¨ªtica, s¨ª reivindican causas (justas o no) colectivas.
Otra pregunta, que nadie se atreve a formular ni menos responder, es por qu¨¦ estas conversaciones trascendieron con tanto detalle, y qui¨¦n puede tener inter¨¦s en liderar tama?a operaci¨®n cuyo objetivo es una inc¨®gnita.