¡°No todo di¨¢logo es ¡®lobby¡¯¡±, pero s¨ª lo es entre autoridades y grupos de inter¨¦s
A la casa del lobista Pablo Zalaquett asistieron los ministros de Interior, Econom¨ªa, Medio Ambiente, Trabajo, Agricultura y Relaciones Exteriores. Lo intentaron hacer de manera sigilosa sin que nadie se diera cuenta, algo que vulnera la actual ley
Desde que se dieron a conocer las reuniones sostenidas por seis de los ministros del presidente Boric en casa de un reconocido lobista, el exalcalde y dirigente de la UDI Pablo Zalaquett, se ha desencadenado un enorme revuelo sobre la pertinencia de este tipo de encuentros. Las fechas de las reuniones coincidieron con anuncios previos, por parte de las autoridades de Gobierno, por lograr la aprobaci¨®n de la reforma tributaria, avanzar en una reforma previsional y, de manera m¨¢s reciente, en una nueva ley de pesca. Las cr¨ªticas que han surgido, tanto de personeros de la oposici¨®n como del oficialismo, apuntan a destacar que no se habr¨ªa respetado la ley de lobby. Esta legislaci¨®n obliga a registrar las reuniones entre autoridades de gobierno y/o parlamentarios con empresarios, o con quienes persigan intereses particulares.
Como es sabido, el lobby es una estrategia utilizada por los grupos de inter¨¦s con el fin de influir en el proceso de toma de decisiones ¡ªpara que se legisle a su favor o, en otros casos, para atenuar los efectos de un proyecto de ley promovido por el Gobierno¡ª. El lobby se realiza a trav¨¦s de encuentros, formales e informales, con autoridades de Gobierno o grupos de parlamentarios. Por lo general el lobby de los grupos de inter¨¦s obliga cubrir todos los frentes, desde las autoridades de gobierno hasta los parlamentarios oficialistas y de oposici¨®n. A su vez, los grupos pueden llegar a contratar intermediarios que act¨²an como lobistas, vale decir, que facilitan el encuentro con autoridades y parlamentarios, e incluso adelantan informaci¨®n y temas de inter¨¦s.
La mayor¨ªa de los lobistas que existen en Chile ¡ªque se encuentran registrados y se les reconoce como tal¡ª pasaron alguna vez por el Gobierno y algunos ocuparon cargos de elecci¨®n popular. Estando en el gobierno, aprendieron a relacionarse y conocieron a fondo el funcionamiento del sector p¨²blico y a representantes del privado. Tuvieron la oportunidad de compartir con autoridades pol¨ªticas, eclesi¨¢sticas, civiles y militares. Por ende, tras el paso por el gobierno se incorporaron como directores de empresas, asesores y expertos comunicacionales, haciendo del lobby su vocaci¨®n y profesi¨®n. Quienes tuvieron experiencia parlamentaria, se especializaron en determinados temas relacionados con los proyectos de ley tramitados y discutidos, lo que les permiti¨® luego transformarse en asesores sobre tales materias. En fin, como integrantes en el Gobierno, o bien como parlamentarios, adquirieron la experiencia suficiente para luego servir de intermediarios de empresarios y dem¨¢s grupos de inter¨¦s.
Ya sea de manera directa, o contratando lobistas, los empresarios pretenden influir en las decisiones de las autoridades y parlamentarios. Pero en el bullado caso de estos d¨ªas ocurre lo contrario: son autoridades de gobierno, espec¨ªficamente ministros, quienes decidieron reunirse con empresarios y representantes de este sector. A la casa de Pablo Zalaquett asistieron los ministros de Interior, Econom¨ªa, Medio Ambiente, Trabajo, Agricultura y Relaciones Exteriores. Lo intentaron hacer de manera sigilosa sin que nadie se diera cuenta, algo que vulnera la actual ley de lobby. Algunos de esos ministros afirmaron que no recordaban la fecha ni el contenido de los temas tratados en las cenas organizadas por el lobista Zalaquett. El ministro de Econom¨ªa, Nicol¨¢s Grau, sostuvo que no hab¨ªa ninguna ilegalidad al reunirse con empresarios de la industria salmonera, se?alando que en el encuentro ¡ªal que tambi¨¦n asisti¨® la titular de Medio Ambiente¡ª no se habr¨ªa hablado de la ley de pesca. La ministra Vallejo sostuvo que ¡°no todo di¨¢logo (con los empresarios) es lobby¡±. Por su parte, el presidente Boric afirm¨® ¡ªde manera categ¨®rica¡ª que era importante ¡°dialogar hasta que duela¡±.
Es cierto que no toda conversaci¨®n puede ser catalogada de lobby. Y tambi¨¦n es cierto que ¡ªcomo esencia de la pol¨ªtica¡ª es necesario dialogar y buscar acuerdos con diferentes actores, sean estos de oposici¨®n o considerados adversarios. Pero tambi¨¦n es cierto que, a veces, basta un simple llamado de tel¨¦fono, una conversaci¨®n en medio de un c¨®ctel o el encuentro en un seminario, para asegurar el respaldo de quien tomar¨¢ una decisi¨®n. Asimismo, genera suspicacia el hecho de que autoridades de gobierno que asisten a la casa de un particular, para escuchar solo a representantes del sector empresarial, no asuman compromisos o acuerdos extrainstitucionales. M¨¢s a¨²n si ellos mismos trataron ocultar dichos encuentros y, una vez divulgado en un reportaje de la prensa, evitaron trasparentar y dar a conocer los temas abordados.
Por el contrario, existen una serie de instancias institucionales que hacen posible el di¨¢logo con los empresarios, en las cuales adem¨¢s pueden participar otros actores y grupos de inter¨¦s para expresar sus puntos de vistas. En efecto, existen los gabinetes y despachos ministeriales, de la presidencia, junto a las comisiones de ambas c¨¢maras del Congreso Nacional. Esos espacios pueden ser ¨¢mbitos para la recepci¨®n de demandas y puntos de vista, as¨ª como tambi¨¦n, en el caso de las comisiones, arenas de deliberaci¨®n. Espacios en los cuales los contenidos de los temas tratados, las posturas y las decisiones, quedan registradas y a disposici¨®n de la ciudadan¨ªa.
Las reuniones de los ministros en casa del lobista Zalaquett no son una pr¨¢ctica nueva. De hecho, se pueden reconocer en diferentes momentos posteriores a 1990, aunque se comienzan a regular desde que en 2014 entra en vigencia la ley de lobby. Andr¨¦s Allamand, en su libro-memoria La traves¨ªa del desierto (Santiago: Aguilar, 1999), alude a los desayunos organizados en casas particulares, a inicios de los a?os noventa, a los que asist¨ªan representantes del gobierno y de la oposici¨®n, para tratar temas que pudieran poner en riesgo la estabilidad del sistema o bien afectar a un sector de la derecha. El mismo Allamand se refiri¨® a la presi¨®n de los empresarios como la manifestaci¨®n de los ¡°poderes f¨¢cticos¡± que pretend¨ªan incidir en las principales decisiones desde el retorno de la democracia. Por su parte, Antonio Cort¨¦s Terzi, destacado intelectual vinculado al Partido Socialista, se refiri¨® a los ¡°circuitos extrainstitucionales del poder¡± (Santiago: Cesoc, 2000) predominantes en los a?os noventa y en la d¨¦cada siguiente. El exministro Enrique Correa, que desde 1994 se convirti¨® en destacado lobista, diez a?os despu¨¦s se vio enfrentado a decidir entre defender ¡°intereses privados¡± o ¡°intereses p¨²blicos¡±, optando finalmente por abandonar el Partido Socialista y as¨ª poder seguir ofreciendo sus servicios a empresas y a miembros de la ¨¦lite que se vieran envueltos en esc¨¢ndalos o en otro tipo de dificultades.
Lo ocurrido y declarado desde el gobierno vulnera la trasparencia y una adecuada rendici¨®n de cuenta (accountability) de autoridades y representantes del oficialismo. A ello se agregan otro tipo de hechos, como el intento por parte del gobierno de restringir los resultados de la Prueba de Acceso a la Educaci¨®n Superior (PAES) y los frecuentes altercados entre el presidente y la prensa ¡ªque por lo general redundan en una denostaci¨®n hacia reporteros y periodistas m¨¢s que en una interpelaci¨®n a los ¡°poderes¡± que estar¨ªan detr¨¢s¡ª. Con las reuniones mencionadas se trasgredi¨® un aspecto importante del funcionamiento del sistema democr¨¢tico y, en especial, de la toma de decisiones. El tiempo dir¨¢ si la acci¨®n de algunos ministros fue en aras del ¡°bien com¨²n¡±, o si termin¨® siendo una maniobra para en el futuro aterrizar con tranquilidad en el sector privado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.