Vi?a del Mar un mes despu¨¦s de los incendios: ¡°Vino mucha gente, pero ya siguieron con sus vidas¡±
Los vecinos de El Olivar, uno de los epicentros de la cat¨¢strofe, aguardan en vilo saber cu¨¢ndo volver¨¢n a tener un hogar
Un mes despu¨¦s de que los incendios forestales en el centro-sur de Chile destruyeran 134 vidas, la incertidumbre ha reemplazado al caos. EL PA?S regres¨® esta semana a El Olivar alto, la poblaci¨®n construida a finales de los ochenta en lo alto de un cerro vi?amarino, ...
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Un mes despu¨¦s de que los incendios forestales en el centro-sur de Chile destruyeran 134 vidas, la incertidumbre ha reemplazado al caos. EL PA?S regres¨® esta semana a El Olivar alto, la poblaci¨®n construida a finales de los ochenta en lo alto de un cerro vi?amarino, epicentro de la tragedia, convertida hoy en un desolador paisaje de viviendas quemadas. Ya no se ven escombros ni voluntarios. ¡°Vino mucha gente, pero ya siguieron con sus vidas¡±, sostiene Jorge Torrijo, de 71 a?os, damnificado. S¨ª abundan los letreros de se busca: Lilith, Bob, Titi, Jack. Son las mascotas de los due?os que a¨²n no pierden la esperanza. En la calle Chusmiza, donde la cifra de muertos alcanza los 16, el grueso de los vecinos se ha ido. Otros, se resisten a abandonar sus terrenos por temor a que se los tomen. Son adultos mayores para los que el trauma de las llamas no supera al dolor de dejar atr¨¢s el esqueleto de los inmuebles donde hicieron sus vidas durante casi 40 a?os.
Los vecinos reconocen las ayudas econ¨®micas entregadas por el Gobierno de Gabriel Boric, pero su principal preocupaci¨®n es que les comuniquen con claridad cu¨¢ndo van a volver a reconstruir sus viviendas. El Ejecutivo ha entrado dos bonos para quienes perdieron completamente su hogar o el da?o impide que puedan habitarlo: el de recuperaci¨®n, de 1.500.000 pesos (unos 1.500 d¨®lares); y el de acogida, para las familias recibidas por terceros o que est¨¢n alquilando un lugar, de 368.000 pesos mensuales (380 d¨®lares).
Sobre la reconstrucci¨®n de las 4.555 viviendas con graves afectaciones ¨Cun tercio de ellas en barriales¨C, seg¨²n el ¨²ltimo catastro del Ministerio de Obras P¨²blicas, la fecha de reconstrucci¨®n ha variado. ¡°Normalmente son m¨¢s de dos a?os, pero si podemos acortar los plazos, hay que trabajarlo. Hay varios casos de reconstrucciones de hace 15 o 20 a?os¡±, puntualiz¨® este jueves el ministro de Vivienda, Carlos Montes, en una entrevista a 24 Horas. La ONG Desaf¨ªo Levantemos Chile, una de las m¨¢s grandes iniciativas de la sociedad civil para apoyar en las emergencias, estim¨® que puede tardar hasta cinco a?os.
Autoridades gubernamentales le informaron a los vecinos de Chusmiza que en marzo comenzar¨ªa la destrucci¨®n de lo que qued¨® de sus casas, seg¨²n cuentan. Desde los incendios, Sonia Zapata, de 61 a?os, y su marido, han dormido en distintos hogares de familiares. La mayor¨ªa del tiempo donde su madre, en Ventanas, una localidad 250 kil¨®metros al norte. Diariamente, sin embargo, acuden a limpiar los restos de la vivienda donde vieron nacer a sus dos hijos. A la t¨¦cnico param¨¦dica le ocurre un lapsus fugaz, y doloroso, propio de tragedia. ¡°De repente despertamos y decimos ¡®ya, hemos pasado mucho tiempo ac¨¢ ?por qu¨¦ nos volvemos a la casa?¡¯ Y es como... verdad que no tenemos casa y nos derrumbamos¡±, comenta este jueves en lo que fue su patio durante 35 a?os.
El marido de Zapata, un carabinero retirado, construy¨® con sus propias manos la ampliaci¨®n de la cocina, un taller de herramientas y un gimnasio. De todo eso solo quedan los fierros estructurales deformados por el fuego. Sobre una escalera, a cielo abierto, el hombre los remueve. ¡°?l empez¨® ganando casi nada. Esta casa se fue haciendo de a poco, cost¨® mucho. Y ahora verlo a ¨¦l mismo echarla abajo es muy dif¨ªcil¡±, lamenta Zapata, vestida con ropa regalada por sus cercanos. Incluso la caja fuerte se fundi¨® con las llamas, donde ten¨ªa guardado poco m¨¢s de un mill¨®n de pesos (unos 1.000 d¨®lares), sus ahorros. ¡°Entre las cenizas quedaron unos pedacitos de billetes. Yo los cog¨ªa y le dec¨ªa a mi familia: miren, tengo mucha plata¡±, recuerda con una sonrisa amarga.
Marianela Jofr¨¦, de 55 a?os, vive en su casa de El Olivar alto desde 1988, cuando se entregaron los primeros inmuebles del proyecto gubernamental del Servicio de Vivienda y Urbanismo de Chile. Es de las que se rehusan a abandonar la carbonizada cuna de sus recuerdos. En el ¨¢rea trasera de su casa levant¨® una tienda de campa?a y tiene previsto construirse una peque?a caba?a ah¨ª mismo. La inspectora de patio en el Liceo Bicentenario de Vi?a del Mar arranc¨® de las llamas con su hijo de 34 a?os, con quien vive, y su nieta de ocho, que estaba de visita. ¡°Fue bastante terrible. Es muy doloroso perder a?os de sacrificio y esfuerzo en un dos por tres. He recibido los bonos, pero ayudas para una mediagua o vivienda, nada. Y yo no me voy a mover de ac¨¢, aunque tenga que vivir en una carpa¡±, advierte.
Por las noches, Jofr¨¦ se va a dormir donde su hermana, unas calles m¨¢s abajo del cerro. ¡°No tengo ning¨²n problema con ella, pero necesito mi espacio. Tambi¨¦n un lugar donde mi hijo pueda recibir a su chiquita¡±, sostiene. La nieta no quiere ir a la casa de su abuela porque dice que todo huele a humo y teme que se vuelva a incendiar. Por la tarde, la damnificada tiene una cita con un psiquiatra. En marzo inicia el nuevo a?o escolar y no se siente emocionalmente preparada para retomar sus labores. Un hermano que trabaja en una mina del norte la est¨¢ ayudando a construir su nuevo hogar y otras dos hermanas la acompa?an de sol a sol. Dentro de lo que fue su casa, hay una mesa larga donde almuerzan trabajadores de una compa?¨ªa el¨¦ctrica. Les prest¨® el recinto para que no coman en la calle. Las casas ya cuentan con electricidad y agua.
El silencio que impera en El Olivar alto se rompe con los sonidos de martillos y taladros de Villa Independencia, ubicada en el cerro del frente. El incendio arras¨® con las casas de madera construidas ilegalmente en un terreno. En las pocas semanas desde ocurrida la tragedia, ya han levantado nuevamente un poblado. Algunas de hasta tres pisos, pintadas de alegres colores. ¡°Cuando nosotros llegamos, no hab¨ªa nada en ese cerro¡±, comenta Zapata. ¡°Nosotros no podemos hacer eso. Si echamos abajo lo que qued¨® en pie, el Gobierno no nos construye una nueva¡±, explica.
En un grupo de Whatsapp de los vecinos de Chusmiza se comparten las noticias sobre su futuro. Lo que dijo una autoridad, lo que escucharon por ah¨ª, las acciones que deber¨ªan adoptar. Hay quienes defienden presentar una demanda colectiva. Un abogado ha estado visit¨¢ndolos para representarlos. Por ahora, no hay voluntad ni fuerzas para meterse en una batalla judicial, aseguran los consultados en este reportaje. Torrijo, ch¨®fer de taxi, que sigue viviendo con su esposa en una casa quemada en un 75%, asegura que no es su prioridad meterse en l¨ªos legales.
¡°El abogado dijo que ven¨ªa de un partido pol¨ªtico que no voy a nombrar. Pero la ¨²nica pol¨ªtica que importa ahora es la soluci¨®n al problema que tenemos. ?Y cu¨¢l es ese? La vivienda¡±, aclara ad portas de mudarse temporalmente a Valpara¨ªso tras los reiterados llamados de atenci¨®n de los especialistas que han inspeccionado su d¨¦bil inmueble. La pareja se va con miedo. No temen no volver a su barrio. Est¨¢n convencidos de que eso ocurrir¨¢. Tienen miedo de que cuando regresen, les hayan robado lo que poco se salv¨® de su hogar.
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