La informaci¨®n y el miedo al virus, claves en el cumplimiento de las cuarentenas
Las epidemias de ¨¦bola, SARS o gripe ense?an los l¨ªmites del aislamiento social
En mayo de 2014, al inicio de la ¨²ltima epidemia de ¨¦bola, un hombre regres¨® a su pueblo, en el distrito de Kailahun (Sierra Leona). Se sent¨ªa mal y busc¨® la ayuda de un curandero venido de la vecina Guinea. Las hierbas y conjuros no lo salvaron. Tras su entierro, otros 30 lugare?os enfermaron. Todos hab¨ªan estado en el funeral o tuvieron contacto con alguien que asisti¨®, seg¨²n un estudio posterior que rastre¨® la din¨¢mica del virus y la eficacia y cumplimiento de las medidas impuestas para contener su propagaci¨®n. Las claves entonces y quiz¨¢ ahora con el coronavirus fueron una informaci¨®n clar...
En mayo de 2014, al inicio de la ¨²ltima epidemia de ¨¦bola, un hombre regres¨® a su pueblo, en el distrito de Kailahun (Sierra Leona). Se sent¨ªa mal y busc¨® la ayuda de un curandero venido de la vecina Guinea. Las hierbas y conjuros no lo salvaron. Tras su entierro, otros 30 lugare?os enfermaron. Todos hab¨ªan estado en el funeral o tuvieron contacto con alguien que asisti¨®, seg¨²n un estudio posterior que rastre¨® la din¨¢mica del virus y la eficacia y cumplimiento de las medidas impuestas para contener su propagaci¨®n. Las claves entonces y quiz¨¢ ahora con el coronavirus fueron una informaci¨®n clara sobre los beneficios de la cuarentena y los riesgos de no seguirla.
Tras el brote, las autoridades pusieron en cuarentena primero las casas donde hab¨ªa alg¨²n infectado, despu¨¦s la de los que hab¨ªan estado en contacto con alguno de ellos, m¨¢s tarde las de toda la aldea y finalmente al distrito entero. Las autoridades implantaron una serie de normas, como la prohibici¨®n de relacionarse con familiares de fuera de la casa o la celebraci¨®n de los entierros, sepultando a los muertos en bolsas de pl¨¢stico. De aquellos 30 primeros infectados murieron 29, pero podr¨ªan haber sido m¨¢s de no implantarse el confinamiento.
¡°Las cuarentenas u otras restricciones de movimientos son medidas tradicionales de salud p¨²blica para controlar la propagaci¨®n de una enfermedad, en especial cuando el riesgo de contagio es alto y no hay tratamiento o vacuna¡±, dice la epidemi¨®loga de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres Grazia Caleo. ¡°Sin embargo, lo m¨¢s importante es c¨®mo sean aplicadas y cu¨¢nto apoyo se d¨¦ a la comunidad para cumplirlas¡±, a?ade esta investigadora, coautora del estudio sobre el pueblo de Kailahun, del que no revela su nombre por respeto a la privacidad de sus habitantes. Para Caleo, hay varios factores que favorecen o debilitan la disposici¨®n al cumplimiento: ¡°C¨®mo son implantadas [las medidas] y se hacen cumplir, su impacto socioecon¨®mico, la percepci¨®n del riesgo, la confianza en los l¨ªderes, las normas sociales, las ideas sobre el deber moral de ayudar a la familia o las experiencias pasadas¡±.
El brote de SARS de 2003 en Canad¨¢ tuvo dos oleadas y el cumplimiento de la cuarentena fue mayor en la segunda
La mayor¨ªa de estos factores aparecen en las conclusiones de una reciente revisi¨®n de lo que la ciencia sabe sobre el cumplimiento de las cuarentenas m¨¢s importantes aplicadas en lo que va de siglo. La mayor¨ªa se implantaron ante brotes locales del SARS en 2002 y 2003, la pandemia de gripe (H1N1) de 2009 y 2010 o la epidemia de ¨¦bola en 2014 y 2015.
¡°Cada situaci¨®n es diferente y presenta distintos retos y acciones¡±, comenta la investigadora del King¡¯s College de Londres y principal autora de esta revisi¨®n Rebecca Webster. ¡°Por ejemplo, en algunos estudios las medidas de cuarentena solo afectaban a las escuelas donde se hab¨ªa producido un brote, manteniendo a los ni?os en casa o pidiendo a los que podr¨ªan haber estado expuestos que se quedaran en su hogar o, como mucho, cerrando algunas ciudades. Nunca hab¨ªamos vivido una situaci¨®n como la de la Covid-19, donde la mayor¨ªa de la poblaci¨®n debe permanecer en sus casas. As¨ª que debemos ser prudentes la hora de extrapolar nuestros resultados al escenario actual, pero es lo mejor que tenemos y un buen punto de partida¡±, explica.
Un elemento que se repite en todos los estudios de cuarentenas pasadas en la necesidad de que las autoridades den informaci¨®n clara y consistente. ¡°All¨ª donde la informaci¨®n no es clara, esto puede llevar a la gente a crear sus propias normas, probablemente ineficaces¡±, sostiene Webster. Otro elemento son las normas sociales, la apelaci¨®n al deber moral. Esa idea de la cuarentena como una obligaci¨®n hacia los dem¨¢s fue, por ejemplo, clave en el grado de cumplimiento de las restricciones que vivieron muchos habitantes de Toronto, epicentro del brote de SARS que sufri¨® Canad¨¢ en 2003. All¨ª se produjo otro hecho destacado por los autores de este estudio. Hubo dos oleadas del brote y se comprob¨® que el grado de cumplimiento del confinamiento fue mayor en la segunda.
¡°Pero la informaci¨®n clara y reforzar las normas sociales solo funcionar¨¢n si no empiezan a surgir problemas pr¨¢cticos o log¨ªsticos, como el miedo a perder ingresos, el agotamiento de los suministros o la falta de personal¡±, recuerda la investigadora brit¨¢nica.
El director del Centro para la Salud y la Seguridad Interior de la Universidad de Maryland (EE UU), el profesor Michael Greenberger, public¨® coincidiendo con el centenario de la gripe de 1918 un an¨¢lisis sobre el estado de preparaci¨®n de las autoridades de salud p¨²blica. Su objeto de estudio eran las de EE UU, pero sus conclusiones ayudan a entender la situaci¨®n actual. En el texto sosten¨ªa que la capacidad de respuesta ante brotes y epidemias mucho menos importantes que aquella pandemia era cr¨ªticamente insuficiente tanto en personal como en recursos.
¡°No se trata de que no aprendi¨¦ramos nada de 1918. Es m¨¢s que ha habido tantas falsas alarmas en los ¨²ltimos 20 a?os que las lecciones que aprendimos las hemos olvidado¡±Michael Greenberger, director del Centro para la Salud y la Seguridad Interior de la Universidad de Maryland, EEUU.
¡°No se trata de que no aprendi¨¦ramos nada de 1918. Es m¨¢s que ha habido tantas falsas alarmas en los ¨²ltimos 20 a?os que las lecciones que aprendimos las hemos olvidado¡±, comenta en un correo Greenberger. ¡°Desde 2001, nos han atemorizado con el ¨¢ntrax y la viruela convertidos en armas y, de origen natural, el SARS, MERS, la H1N1, la H5N1 (gripe aviar), el ?bola, el Zika y los brotes de sarampi¨®n provocados por los antivacunas. En mayor o menor medida, estas infecciones han tenido su coste, pero nada tan universalmente aterrador como la gripe de 1918 o la Covid-19¡±.
Para Greenberger, esta ¨²ltima lecci¨®n si se est¨¢ aprendiendo. Duda de que las autoridades, en su respuesta se refiere a Trump, mantengan sus recortes en sanidad y duda de que la ciudadan¨ªa se lo vaya a permitir: ¡°Y no es demasiado tarde, porque estos virus ahora aparecen m¨¢s a menudo y m¨¢s virulentos. Cuando sobrevivamos a la Covid-19, habr¨¢ otra amenaza. Con suerte, para esta amenaza futura tendremos suficientes ventiladores, batas, guantes y m¨¢scaras y la capacidad de aumentar r¨¢pidamente la capacidad hospitalaria¡±.
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