La oficina poscovid
Los empresarios deber¨ªan ir pensando en abandonar la religi¨®n presencial
La mitad del personal de Facebook trabajar¨¢ desde casa dentro de diez a?os, y Twitter ya ha anunciado a todos sus empleados que podr¨¢n teletrabajar a partir de ahora si as¨ª lo desean. Este peri¨®dico y otros llevan varios meses haci¨¦ndose en casa de los periodistas, ¡°desde sof¨¢s y mesas de cocina¡±, como dice Bartleby, el analista de negocios de The Economist. Yo mismo llevo diez a?os trabajando en casa, como un verdadero adelantado de la normalidad pospand¨¦mica. Le ahorro al peri¨®dico un ordenador, un tel¨¦fono y cuatro ...
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La mitad del personal de Facebook trabajar¨¢ desde casa dentro de diez a?os, y Twitter ya ha anunciado a todos sus empleados que podr¨¢n teletrabajar a partir de ahora si as¨ª lo desean. Este peri¨®dico y otros llevan varios meses haci¨¦ndose en casa de los periodistas, ¡°desde sof¨¢s y mesas de cocina¡±, como dice Bartleby, el analista de negocios de The Economist. Yo mismo llevo diez a?os trabajando en casa, como un verdadero adelantado de la normalidad pospand¨¦mica. Le ahorro al peri¨®dico un ordenador, un tel¨¦fono y cuatro metros cuadrados de suelo en un pol¨ªgono. ?C¨®mo ser¨¢ una oficina poscovid? No es seguro que vaya a ser como la de Jack Lemmon en El apartamento, ni como la Redacci¨®n del Washington Post en Todos los hombres del presidente, ni como la de EL PA?S donde yo trabaj¨¦. Tal vez sea m¨¢s bien un lugar vac¨ªo y triste como una ciudad confinada. Tal vez deje de existir en algunos casos no menores, como el de Twitter.
La transformaci¨®n de los lugares de trabajo depender¨¢ de la duraci¨®n de la memoria de esta crisis. Las zonas que solo sufren un tsunami en 50 a?os, como Indonesia, no suelen estar preparadas para ese fen¨®meno devastador. Las que lo experimentan m¨¢s a menudo, como Haw¨¢i, saben perfectamente lo que hacer para ponerse a salvo. Si la pandemia de covid es una en un siglo, varias generaciones se ocupar¨¢n de olvidarse de ella minuciosamente. Si nos llega una de estas cada cinco a?os, el recuerdo ser¨¢ firme y duradero, y las oficinas cambiar¨¢n enseguida y para siempre. As¨ª que se puede decir que nuestra organizaci¨®n laboral depende de los caprichos de la naturaleza.
Pese a su fama de agilidad evolutiva, las empresas siempre han mostrado una extraordinaria inercia al cambio de rumbo. Aprendo de Bartleby que la invenci¨®n de la m¨¢quina de vapor en el siglo XIX implic¨® que todo el sistema energ¨¦tico de una factor¨ªa deb¨ªa estar centralizado en una gran planta donde se concentraban los trabajadores. La llegada de la energ¨ªa el¨¦ctrica en los 1880 elimin¨® de un plumazo ese requisito, pero la industria tard¨® medio siglo en aprovecharlo. Es evidente, al menos con la ventaja retrospectiva, que no hab¨ªa ning¨²n argumento racional para ello, de modo que las empresas de hace un siglo incurrieron en uno de mis conceptos econ¨®micos favoritos, el coste de oportunidad: lo que pierdes por haber dejado pasar el tren correcto.
Quiz¨¢ las empresas ¨Ctambi¨¦n las administraciones¡ª ya llevaban a?os de inercia al no aprovechar la oportunidad, igual que las compa?¨ªas de hace un siglo
Si muchas empresas, como la que edita este diario, han podido adaptarse en un tiempo r¨¦cord al teletrabajo es porque la tecnolog¨ªa para hacerlo ya exist¨ªa, en particular unas conexiones de banda ancha que permiten el intercambio de documentos y las videoconferencias a varias bandas. Quiz¨¢ las empresas ¨Ctambi¨¦n las administraciones¡ª ya llevaban a?os de inercia al no aprovechar la oportunidad, igual que las compa?¨ªas de hace un siglo. Los empresarios deber¨ªan ir pensando ahora en abandonar la religi¨®n presencial. No vaya a venir otro tsunami.
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