?Es necesaria una mayor cultura biol¨®gica en nuestras sociedades?
No es raro que el aislamiento en entornos urbanos haya conducido a un ensimismamiento excesivo en lo humano en detrimento del resto del mundo vivo
En las entrevistas a los cient¨ªficos nunca falta una pregunta, que no les hace mucha ilusi¨®n, pero que tiene el m¨¦rito de que cualquier ciudadano la suscribir¨ªa: ¡°?Y esto para qu¨¦ sirve?¡±. Las disciplinas en que subdividimos tradicionalmente a la ciencia nos ayudan a comprender diferentes facetas de la realidad. Por ejemplo, la f¨ªsica nos permite entender los fen¨®menos naturales. Sobrevolando todas las parcelas de conocimiento, la filosof¨ªa nos ayuda a pensar y argumentar, y el resto de las humanidades a comprender la condici¨®n humana y sus manifestaciones, individual y colectivamente. Pero ?y...
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En las entrevistas a los cient¨ªficos nunca falta una pregunta, que no les hace mucha ilusi¨®n, pero que tiene el m¨¦rito de que cualquier ciudadano la suscribir¨ªa: ¡°?Y esto para qu¨¦ sirve?¡±. Las disciplinas en que subdividimos tradicionalmente a la ciencia nos ayudan a comprender diferentes facetas de la realidad. Por ejemplo, la f¨ªsica nos permite entender los fen¨®menos naturales. Sobrevolando todas las parcelas de conocimiento, la filosof¨ªa nos ayuda a pensar y argumentar, y el resto de las humanidades a comprender la condici¨®n humana y sus manifestaciones, individual y colectivamente. Pero ?y la biolog¨ªa? ?De qu¨¦ puede servir a un emprendedor, un polic¨ªa, o un comercial recordar que nuestra especie es una de los varios millones que se estima existen actualmente en el planeta ¨Dde todos los tama?os, formas y estrategias vitales imaginables, que luchan, como nosotros, para sobrevivir, dispersarse y trasladar los genes de sus antepasados a sus descendientes? ?Qu¨¦ aporta a nuestra existencia saber que ah¨ª afuera hay un inmenso mundo vivo entrelazado por mir¨ªadas de interacciones?
En primer lugar, hay razones de ¨ªndole pr¨¢ctica. Hay una inmensidad de conocimientos biol¨®gicos que vienen haci¨¦ndonos la vida m¨¢s f¨¢cil desde los inicios de nuestra especie. Mirar con detenimiento a otras especies ha inspirado avances tecnol¨®gicos como el helic¨®ptero o determinadas superficies con adherencia extrema debida a estructuras min¨²sculas. Hay conocimientos que se han ido abriendo paso en la sociedad, por su evidente peso, como la importancia del microbioma que habita en nuestros cuerpos, o por su incontrovertida veracidad, como que el yogur m¨¢s que caducar, lo que hace es acidificarse m¨¢s. Otros conocimientos, en cambio, se han impuesto a la fuerza para ayudarnos a afrontar crisis como la presente pandemia. Es el caso de las vacunas, cuyos tipos, acci¨®n y efectos adem¨¢s de otros temas relacionados ¨Dlas zoonosis, la PCR, la inmunidad de reba?o¨D hemos conocido en poco tiempo a un nivel de detalle impensable en ¨¦pocas normales. Hay aplicaciones de enorme utilidad en la biolog¨ªa que, sin embargo, tardan en ser aceptadas en nuestro imaginario colectivo. Por ejemplo, en todo lo que se refiere a los organismos modificados gen¨¦ticamente ¨Dy en general a toda la biotecnolog¨ªa¨D un conocimiento ciudadano m¨¢s preciso nos ayudar¨ªa a adoptar posturas m¨¢s fundadas. Dicen los estudiosos de la educaci¨®n que las tomas de decisiones de los ciudadanos no solo deben estar influidas por valores, tambi¨¦n por conocimientos. Cuidar nuestro entorno vital ¨Dno solo el individual, sino el de toda nuestra especie, esto es, el planeta¨D parecer¨ªa una actitud pragm¨¢tica y sin embargo darnos cuenta de nuestra negligencia ambiental est¨¢ requiriendo d¨¦cadas. Una cultura biol¨®gica ciudadana adquirida desde la infancia est¨¢ ya, de hecho, ayudando a que muchos j¨®venes afronten los retos de sostenibilidad y medio ambiente mucho m¨¢s seriamente que hace solo dos d¨¦cadas. Ser conscientes de la abrumadora cantidad de beneficios que el mundo vivo nos proporciona cada d¨ªa puede ser un buen est¨ªmulo para apreciar la utilidad de la biolog¨ªa para el ciudadano. Y puesto que hablamos de utilidad, ponerle precio a los beneficios que nos proporciona puede ser elocuente para quienes piensan que la econom¨ªa es lo m¨¢s importante. El valor anual de los llamados servicios ecosist¨¦micos superar¨ªa la suma de los PIB de todas las naciones seg¨²n los c¨¢lculos del economista Robert Constanza, en 1997.
?De qu¨¦ puede servir a un emprendedor, un polic¨ªa, o un comercial recordar que nuestra especie es una de los varios millones que se estima existen actualmente en el planeta?
Pero tambi¨¦n hay razones m¨¢s bien filos¨®ficas para defender que la biolog¨ªa forme parte de nuestra cultura de forma m¨¢s integral. Tener interiorizada una historia realista de la especie humana por comparaci¨®n con la que hemos aprendido de relatos religiosos durante varios milenios fue un buen punto de partida. M¨¢s all¨¢ de esto, reflexionar sobre lo que hay en el mundo vivo al margen de nuestra especie nos ayuda a huir de las interpretaciones claras, simples y err¨®neas de la realidad, a las que se refer¨ªa el periodista norteamericano Henry Mencken. Buscar una explicaci¨®n simple es una tentaci¨®n demasiado grande para nuestros perezosos cerebros, como explicaba el Nobel Daniel Kahneman en su libro Pensar r¨¢pido, pensar despacio. Todo es diversidad en el mundo vivo porque cualquier cambio que acontece en un lugar y momento de la evoluci¨®n es susceptible de quedarse si ayuda a sobrevivir y dejar descendientes; y ello hace que existan pocas leyes biol¨®gicas universales, aunque muchas regularidades. La escasez de verdades absolutas puede servir de lecci¨®n para las sociedades que a menudo manejan modelos simples y cerrados o perciben la realidad en blanco y negro.
Y, en fin, hay muchas otras lecciones inspiradoras de la biolog¨ªa que pueden tener un efecto en nuestras vidas. El darwinismo m¨¢s gen¨¦rico ¨Del de los peque?os cambios que, acumulados, conducen a grandes transformaciones a las que alud¨ªa Richard Dawkins en su libro Escalando el Monte Improbable¨D puede ser una met¨¢fora de los cambios en los individuos y sociedades humanas. Caer en la cuenta de que posturas que creemos ideol¨®gicas tienen una fuerte base biol¨®gica es pedag¨®gico; por ejemplo, que el temor a los cambios puede tener que ver con el que estos implican un peligro potencial para los animales. Entender que no todo es educaci¨®n en la personalidad del individuo ¨Dla tabula rasa que permaneci¨® durante d¨¦cadas como un dogma en la psicolog¨ªa¨D sino que nuestra gen¨¦tica nos condiciona tambi¨¦n, evitar¨ªa angustias. Comprender el sentido adaptativo de que existan individuos de comportamientos muy dispares dentro de cada especie es esclarecedor. Interiorizar que mientras que nuestro pensamiento asociativo, simb¨®lico y causal es potente, nos es dif¨ªcil en cambio pensar estad¨ªsticamente, nos ayudar¨ªa a tomar mejores decisiones, por ejemplo, ante los improbabil¨ªsimos efectos adversos de las vacunas. Saber algo m¨¢s de la determinaci¨®n del sexo, el conocido sistema cromos¨®mico X/Y, nos ayudar¨ªa a aceptar la normalidad de las identidades de g¨¦nero intermedias o alternativas. Como resume el m¨¦dico y genetista Siddhartha Mukherjee en su libro El Gen. Una historia personal, el g¨¦nero es el resultado de una cascada de procesos gen¨¦ticos y de desarrollo en cuya cima est¨¢ un gen (SRY), pero cuyo resultado final depende de modificadores, integradores, instigadores e int¨¦rpretes que act¨²an despu¨¦s. Comprender el sentido evolutivo y el motor de las enfermedades infecciosas te acerca a la realidad. Entender por qu¨¦ nuestra especie necesita socializar o por qu¨¦ envejecemos o, simplemente, ser conscientes de que somos primates, nos da pistas para mirar con una perspectiva m¨¢s amplia nuestros comportamientos (y los de los dem¨¢s), nos ayuda a comprenderlos, y eso es siempre un buen principio.
El devenir de las sociedades desde la revoluci¨®n industrial ha llevado aparejado un ¨¦xodo gradual desde los entornos rurales a los urbanos o, lo que es lo mismo, desde ambientes en los que el conocimiento emp¨ªrico del medio natural es imprescindible para sobrevivir, hasta las ciudades
?Cu¨¢les pueden ser las causas del posible d¨¦ficit de cultura biol¨®gica ciudadana al que se refiere este art¨ªculo? El devenir de las sociedades desde la revoluci¨®n industrial ha llevado aparejado un ¨¦xodo gradual desde los entornos rurales a los urbanos o, lo que es lo mismo, desde ambientes en los que el conocimiento emp¨ªrico del medio natural es imprescindible para sobrevivir, hasta las ciudades, concebidas como islas exclusivas donde nuestra especie se a¨ªsla y minimiza el contacto con otras. Por eso, no es raro que el aislamiento en entornos urbanos haya conducido a un ensimismamiento excesivo en lo humano en detrimento del resto del mundo vivo. Tampoco extra?a que haya tendencias opuestas, centr¨ªfugas, que llevan a algunos urbanitas a desplazarse en sentido contrario en busca de una vida en entornos naturales donde unas prioridades y valores vitales reajustados pueden mejorar la calidad de vida. El avance impresionante del conocimiento en biolog¨ªa logrado en el siglo XX, tanto en sus mismas claves ¨Dpor ejemplo, la estructura del ADN y el c¨®digo gen¨¦tico¨D como en aplicaciones m¨¦dicas ¨Dlos antibi¨®ticos o las terapias g¨¦nicas¨D, deber¨ªa haber contribuido m¨¢s a abrir las puertas de la cultura ciudadana a la biolog¨ªa. Si no lo ha hecho ya, el que diversos factores pueden ayudar a reducir tal d¨¦ficit ¡ªcomo el crecimiento de la apreciaci¨®n del medio natural que va asociado al deterioro ambiental del planeta, el avance de los conocimientos cient¨ªficos y, por qu¨¦ no, pandemias como la que tenemos encima¡ª hace pensar que el espacio de la biolog¨ªa en la cultura aumentar¨¢ en el futuro.
Gonzalo Nieto Feliner es bi¨®logo, profesor de investigaci¨®n del CSIC y exdirector del Real Jard¨ªn Bot¨¢nico.
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