Huellas de mojarras en Lepe desvelan una migraci¨®n extrema de peces a zonas abisales hace 130 millones de a?os
Los rastros en la costa onubense permiten identificar el m¨¢s antiguo movimiento masivo de fauna marina a una ¡°fiesta¡± celebrada a m¨¢s de 2.000 metros de profundidad en el antiguo oc¨¦ano Tetis
Hace unos 130 millones de a?os, la fauna marina experiment¨® una de las migraciones m¨¢s extremas que se conocen. Parte de la poblaci¨®n que habitaba aguas m¨¢s superficiales se adentr¨® en el mundo inh¨®spito abisal en busca de alimentos, un viaje a las profundidades que oblig¨® a adaptarse a condiciones de temperatura g¨¦lidas, una presi¨®n de 200 kilogramos por cent¨ªmetro cuadrado y ausencia de luz. Una investigaci¨®n publicada en la revista PNAS ha descubierto en Italia las ¡°huellas¡± o trazas m¨¢s antiguas dejadas por los pe...
Hace unos 130 millones de a?os, la fauna marina experiment¨® una de las migraciones m¨¢s extremas que se conocen. Parte de la poblaci¨®n que habitaba aguas m¨¢s superficiales se adentr¨® en el mundo inh¨®spito abisal en busca de alimentos, un viaje a las profundidades que oblig¨® a adaptarse a condiciones de temperatura g¨¦lidas, una presi¨®n de 200 kilogramos por cent¨ªmetro cuadrado y ausencia de luz. Una investigaci¨®n publicada en la revista PNAS ha descubierto en Italia las ¡°huellas¡± o trazas m¨¢s antiguas dejadas por los peces en las llanuras abisales del entonces oc¨¦ano Tetis. Y una de las claves para el hallazgo han sido las trazas que las mojarras actuales dejan en los lodos de los estuarios de la costa onubense de Lepe y que fueron descritas en una investigaci¨®n previa. Una conexi¨®n inesperada que permite reescribir la evoluci¨®n de la fauna marina hace millones de a?os.
Los restos fosilizados de peces m¨¢s antiguos en zonas abisales se remontaban hasta ahora a unos 50 millones de a?os. Seguir sus huellas o trazas en las profundidades es muy complejo por el bajo potencial de fosilizaci¨®n del entorno y la p¨¦rdida de toda evidencia en la subducci¨®n del fondo oce¨¢nico, el hundimiento de una placa litosf¨¦rica bajo el borde de otra placa. Sin embargo, una investigaci¨®n encabezada por Andrea Baucon, paleont¨®logo e icn¨®logo (cient¨ªfico que estudia las huellas o se?ales de actividad dejadas en los sedimentos o las rocas por organismos vivos) de la Universidad de G¨¦nova, ha descubierto nuevas evidencias que adelantan la presencia de peces procedentes de aguas superficiales en las profundidades en m¨¢s de 80 millones de a?os.
¡°Los peces han ocupado el fondo marino profundo desde al menos el Cret¨¢cico Inferior¡±, afirma Baucon, que sit¨²a las huellas halladas en las edades de los pisos geol¨®gicos Barremiense y Hauteriviense. Los rastros encontrados se corresponden con los dejados por peces demersales en su proceso de alimentaci¨®n.
Este adelanto contradice la principal tesis mantenida hasta la fecha, que atribu¨ªa la conquista del fondo marino a un evento an¨®xico oce¨¢nico (disminuci¨®n del ox¨ªgeno) m¨¢s reciente. Sin embargo, la nueva investigaci¨®n defiende que los peces migraron antes de este evento y que no fue esta carencia de ox¨ªgeno el detonante, sino la explosi¨®n de recursos en el fondo marino.
Una ¡°fiesta¡± a 2.000 metros de profundidad
¡°En el Cret¨¢cico temprano¡±, explica Baucon, ¡°hubo un aumento dram¨¢tico en la productividad oce¨¢nica. Fue una fiesta para los animales sediment¨ªvoros o que se alimentan de sedimentos (por ejemplo, crust¨¢ceos, gusanos) y para los peces que se alimentaban de estas peque?as criaturas¡±.
Esa ¡°fiesta¡± se celebr¨® en la llanura abisal del entonces oc¨¦ano de Tetis a unos 2.000 o 3.000 metros de profundidad, seg¨²n el investigador. El trabajo describe signos de alimentaci¨®n de peces diferentes. ¡°Lo m¨¢s probable¡±, aclara Baucon, ¡°es que fueran tres especies: un neotele¨®steo desdentado, otro pez parecido a una quimera actual con dientes imponentes y una tercera especie que tendr¨ªa una gran aleta caudal; todo ello inferido a partir de la morfolog¨ªa de los tres tipos de trazas f¨®siles descubiertas en el yacimiento¡±.
Una de las huellas muestra surcos de alimentaci¨®n que, seg¨²n el paleont¨®logo, ¡°requiere la presencia de dientes para raspar el sedimento y producirlos¡±. ¡°Por otro lado, las trazas que son depresiones circulares implican la ausencia de dientes para producir un chorro de agua con los que generar los pozos (depresiones) de alimentaci¨®n estudiados. Otras trazas son surcos sinuosos que suponen el contacto de una aleta caudal larga con el fondo¡±, detalla el investigador.
La icnolog¨ªa, el estudio de las huellas (o registro de la actividad) dejadas en los sedimentos o las rocas por seres vivos, precisa de ejemplos antiguos y actuales para establecer paralelismos que avalen las conclusiones. De esta forma, los rastros f¨®siles (o icnof¨®siles) hallados en Italia se compararon con los que dejan especies actuales durante su alimentaci¨®n, como las generadas por peces cartilaginosos holoc¨¦falos modernos (quimeras) a 1.500 metros de profundidad en el oc¨¦ano Pac¨ªfico. O las depresiones que dejan en el Mar de Liguria (Mediterr¨¢neo) los aparatos de succi¨®n altamente desarrollados caracter¨ªsticos del grupo de los neotele¨®steos y que guardan muchas similitudes con los icnof¨®siles estudiados.
Pero la clave fundamental, la que permiti¨® orientar la investigaci¨®n desde el comienzo, fue una investigaci¨®n previa sobre los rastros que los esp¨¢ridos del g¨¦nero Diplodus (mojarras) dejan en las zonas intermareales someras del estuario del R¨ªo Piedras en Lepe (Espa?a).
Entre 2010 y 2015, Fernando Mu?iz y Zain Bela¨²stegui, icn¨®logos y profesores de las Universidades de Sevilla y Barcelona, respectivamente, encabezaron el estudio de estructuras realizadas por mojarras en los canales secundarios de la flecha de Nueva Umbr¨ªa en el r¨ªo Piedras. ¡°Al bajar la marea, se llegan a observar multitud de especies interactuando con el fango del fondo, como peces, gusanos, crust¨¢ceos, gaster¨®podos y bivalvos. Una vez se llega al momento de bajamar y la superficie queda expuesta, se pueden observar las estructuras que han dejado estas especies. Entre las numerosas huellas observadas, unas en concreto eran muy similares a las que el paleont¨®logo Baucon ha hallado en Italia, datadas en 130 millones de a?os e interpretadas como dejadas en ambientes marinos profundos¡±, comentan los expertos.
La conexi¨®n con la mojarra lepera
¡°La mojarra deja dos surcos con sus dientes incisivos al comer los microorganismos del fango. Otras veces chocan el morro contra las paredes de los canales, dejando otro tipo de estructura diferente. Hasta nuestra investigaci¨®n, cuando estas estructuras fosilizaban, se atribu¨ªan a artr¨®podos y no a peces, ya que ese tipo de invertebrados tambi¨¦n dejan huellas muy parecidas. Se trata, por tanto, de un claro ejemplo de uno de los principios de la icnolog¨ªa: diferentes organismos pueden dejar huellas o trazas similares¡±, explica Mu?iz. ¡°Pero los rastros de las mojarras dan la pista para pensar en otras especies de zonas m¨¢s profundas, en concreto, peces demersales que interactuaban con el fondo tras un proceso adaptativo para conquistar espacios con m¨¢s presi¨®n, menos temperatura y casi sin luz¡±, explican los investigadores.
Este proceso adaptativo no fue f¨¢cil y oblig¨® a las especies de hace 130 millones de a?os a desarrollar capacidades similares a la de los peces que hoy habitan zonas profundas. ¡°Los peces modernos que se enfrentan a condiciones similares muestran ojos modificados, tejidos de baja densidad y metabolismo lento. En las profundidades del mar, la presi¨®n es tan alta que desestabiliza las prote¨ªnas; para contrarrestar los efectos desestabilizadores de la presi¨®n, por ejemplo, los peces de aguas profundas tienen una alta concentraci¨®n de ¨®xido de trimetilamina [compuesto org¨¢nico producto de la descomposici¨®n] en sus tejidos. Por eso suelen ser tan malolientes. Los peces de aguas profundas desarrollaron un mecanismo de secreci¨®n de mol¨¦culas de ox¨ªgeno que elimin¨® la necesidad de tomar aire en la superficie para inflar la vejiga natatoria¡±, detalla Baucon.
¡°Estas adaptaciones son tan sorprendentes como las que permitieron a los vertebrados colonizar el aire y la tierra, es decir, la aparici¨®n de las alas para el vuelo y las extremidades para caminar¡±, concluye el paleont¨®logo.
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