Los grandes ¨¦xitos musicales tienen melod¨ªas cada vez m¨¢s simples y repetitivas
Un estudio descubre que la complejidad mel¨®dica de las canciones m¨¢s populares ha ido disminuyendo durante los ¨²ltimos 70 a?os, con dos ca¨ªdas profundas que los autores relacionan con el auge de la m¨²sica disco y del hip hop
Ya no se hacen canciones como las de antes. Y no solo lo dicen, desde la nostalgia, cr¨ªticos musicales que vivieron cuando eran j¨®venes las revoluciones musicales de los a?os 1960 y 1970. Lo afirma, desde la evidencia cient¨ªfica, un estudio que ha analizado los grandes ¨¦xitos musicales de cada a?o en EE UU, desde 1950 hasta 2022. Su conclusi¨®n es que las melod¨ªas de las canciones m¨¢s populares son cad...
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Ya no se hacen canciones como las de antes. Y no solo lo dicen, desde la nostalgia, cr¨ªticos musicales que vivieron cuando eran j¨®venes las revoluciones musicales de los a?os 1960 y 1970. Lo afirma, desde la evidencia cient¨ªfica, un estudio que ha analizado los grandes ¨¦xitos musicales de cada a?o en EE UU, desde 1950 hasta 2022. Su conclusi¨®n es que las melod¨ªas de las canciones m¨¢s populares son cada vez m¨¢s simples y repetitivas. Sin embargo, los investigadores aclaran que esto no significa que los hits musicales de hoy en d¨ªa sean peores o m¨¢s pobres musicalmente, sino que han encontrado la complejidad y la riqueza en otros elementos diferentes a la melod¨ªa, menos evidentes.
Aunque para el gran p¨²blico las melod¨ªas son lo que m¨¢s destaca de la m¨²sica pop, la ciencia ha estudiado poco los ingredientes que determinan su ¨¦xito. Madeline Hamilton, autora principal de la nueva investigaci¨®n que public¨® este jueves la revista Scientific Reports, quiso dedicar a ello su tesis doctoral. ¡°Yo dir¨ªa que la melod¨ªa, especialmente la principal de la voz, es la dimensi¨®n m¨¢s significativa de una canci¨®n. Normalmente, es lo que recordamos de ella y lo que cantas o silbas cuando la est¨¢s escuchando; y no la l¨ªnea de bajo o el ritmo de la bater¨ªa¡±, sostiene Hamilton. Por eso, ella pens¨® que deb¨ªa empezar por ah¨ª cuando se propuso investigar ¡°por qu¨¦ nos gusta la m¨²sica que nos gusta, y c¨®mo podr¨ªamos predecir si una persona va a disfrutar una pieza musical concreta¡±.
Entonces sucedi¨® un ¡°feliz accidente¡±, en palabras de esta investigadora. Cuando empez¨® a curiosear con las melod¨ªas y a analizarlas, observ¨® primero que a lo largo de los a?os iba aumentando el n¨²mero de notas musicales por segundo. Y a continuaci¨®n descubri¨® algo que no iba buscando: vio como los par¨¢metros que usaba para medir la complejidad de las melod¨ªas hab¨ªan ido decreciendo desde los a?os 1950. En aquella d¨¦cada, triunfaban temas como Nel blu dipinto di blu (Volare), con el que Domenico Modugno fue n¨²mero uno en EE UU, gan¨® el Festival de San Remo y qued¨® en tercera posici¨®n en Eurovisi¨®n en 1958.
Hamilton quiso confirmar su descubrimiento casual y para ello llev¨® a cabo un an¨¢lisis m¨¢s profundo, junto con Marcus Pearce, su supervisor en el laboratorio de cognici¨®n musical de la Universidad Queen Mary de Londres. El primer gran reto era construir su propio cat¨¢logo de transcripciones musicales de alta calidad y detalle; hasta entonces no hab¨ªa uno lo suficientemente amplio, y eso limitaba mucho el estudio cuantitativo de las melod¨ªas.
La mayor¨ªa de investigaciones previas en ciencia computacional aplicada a la m¨²sica se hab¨ªan realizado directamente a partir de cortes de audio de las canciones, lo que reduc¨ªa el estudio a elementos muy b¨¢sicos, como el tempo de las canciones o el timbre de los instrumentos que aparecen. Los an¨¢lisis de esas caracter¨ªsticas est¨¢n ya bastante automatizados y, con la ayuda de inteligencia artificial, son usados por los servicios de streaming ¡ªcomo Spotify, Tidal o Apple Music¡ª para sugerirnos canciones similares a las que escuchamos.
Un confinamiento muy musical
Para poder ir m¨¢s all¨¢ y estudiar cient¨ªficamente algo m¨¢s abstracto, como son las melod¨ªas, Hamilton tuvo que dedicarse a la minuciosa tarea de ir transcribiendo de manera manual la parte vocal de las canciones. Lo hizo durante el primer a?o de la pandemia, coincidiendo con un confinamiento en Londres. ¡°Durante dos meses, dediqu¨¦ unas 10 horas al d¨ªa a esa tarea de intensa concentraci¨®n y atenci¨®n al detalle. En aquella ¨¦poca tampoco es que tuviera nada mejor que hacer que sentarme en mi habitaci¨®n a transcribir m¨²sica¡±, recuerda la investigadora.
Al cabo de seis meses, por fin termin¨® de registrar las notas y la estructura r¨ªtmica de las melod¨ªas m¨¢s populares de las ¨²ltimas siete d¨¦cadas. Su cat¨¢logo incluye los cinco mayores ¨¦xitos de cada a?o seg¨²n la estadounidense Billboard Hot 100, que es la lista musical m¨¢s famosa del mundo y est¨¢ basada en las ventas de discos, en las escuchas digitales y en las reproducciones en emisoras de radio. Posteriormente, fue puliendo y ampliando ese cat¨¢logo, que est¨¢ disponible online para su uso p¨²blico y ahora abarca desde 1950 hasta 2022: contiene un total de 366 canciones, con sus fragmentos mel¨®dicos codificados en m¨¢s de 1.000 archivos digitales en formado MIDI.
Hamilton y Pearce sometieron todo ese material a un an¨¢lisis estad¨ªstico con algoritmos para la detecci¨®n de puntos de cambio. Se fijaron en ocho par¨¢metros que permiten describir con datos las melod¨ªas. Y mediante sofisticados c¨¢lculos inform¨¢ticos pudieron confirmar su descubrimiento inicial de que las melod¨ªas se han ido simplificando en las ¨²ltimas siete d¨¦cadas. Adem¨¢s, a diferencia de lo que sucede con otros elementos anteriormente estudiados, como la armon¨ªa y el timbre de los instrumentos usados, observaron que en la evoluci¨®n de las melod¨ªas no hay ciclos en los que las tendencias vienen y se van, sino que la reducci¨®n de la complejidad ha sido una constante.
En su art¨ªculo, los investigadores tambi¨¦n destacan que se produjeron dos ca¨ªdas muy acusadas de la complejidad mel¨®dica en torno a 1975 y 2000. Los autores lo atribuyen a la influencia en las canciones m¨¢s populares de nuevos estilos como la m¨²sica disco o el hip hop, respectivamente. Tambi¨¦n encontraron en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas un aumento significativo de las repeticiones mel¨®dicas dentro de las canciones, que relacionan con los loops. Esos bucles sonoros fueron primero caracter¨ªsticos del rap y hoy ya se han generalizado en la m¨²sica pop.
Tras constatar que ya no se hacen canciones como las de antes, los investigadores subrayan en su art¨ªculo que las evidencias cient¨ªficas encontradas no permiten decir que los grandes ¨¦xitos actuales sean peores. Y finalmente, sugieren que ¡°una posible causa para la simplificaci¨®n de las melod¨ªas es que sea una respuesta a un aumento de la complejidad en otros aspectos¡±.
Es decir, ser¨ªa una adaptaci¨®n evolutiva a un mundo musical en el que triunfan canciones m¨¢s r¨¢pidas ¡ªcon un n¨²mero mayor de notas por segundo¡ª, con m¨²ltiples capas de voces e instrumentos y con una producci¨®n que cuida al detalle la calidad del sonido. As¨ª, la ¨²nica manera de evitar abrumar e incomodar a los oyentes es simplificar las melod¨ªas. ¡°Por ejemplo, usar intervalos peque?os entre notas, un rango limitado de tonos y un mont¨®n de repeticiones¡±, explican Hamilton y Pearce. Es lo que sucede en canciones como Bad Guy, de Billie Eilish, que lleg¨® a ser n¨²mero uno en EE UU en 2019.
Sin embargo, los autores reconocen que habr¨ªa que ir mucho m¨¢s all¨¢ de analizar solo los cinco grandes ¨¦xitos de cada a?o. Hamilton ya est¨¢ trabajando en ampliar su cat¨¢logo de las melod¨ªas m¨¢s exitosas y conf¨ªa en que, con el actual impulso de la inteligencia artificial generativa, ¡°en pocos a?os podamos realizar transcripciones autom¨¢ticas de las melod¨ªas manteniendo una alta calidad¡±. Con esa ayuda de la IA podr¨ªa aportar interpretaciones cient¨ªficas m¨¢s completas sobre la evoluci¨®n de la m¨²sica y, quiz¨¢s, retomar su idea original de descubrir por qu¨¦ nos gusta la m¨²sica que nos gusta.
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