Los efectos del cambio clim¨¢tico en los osos cant¨¢bricos: menos hibernaci¨®n y alteraciones en la dieta
El aumento de las temperaturas est¨¢ provocando que cada vez m¨¢s ejemplares sigan activos durante el invierno, una realidad que los gestores deben incorporar al regular el uso de los territorios oseros
En los a?os 90 empezamos a estudiar con atenci¨®n la actividad invernal de los osos cant¨¢bricos. Concentramos nuestros esfuerzos en algunas osas acompa?adas por sus cr¨ªas de un a?o de edad que habitaban los hayedos y robledales de la Monta?a Palentina, las observ¨¢bamos mientras se alimentaban con hayucos o bellotas o cort¨¢bamos sus rastros en la nieve con la frecuencia suficiente como para demostrar en los ¨¢mbitos cient¨ªficos que hab¨ªa osos pardos en la Cordillera Cant¨¢brica que no hibernaban, que se saltaban la regla sagrada de la especie, que es la de pasar los inviernos encuevados e hibernan...
En los a?os 90 empezamos a estudiar con atenci¨®n la actividad invernal de los osos cant¨¢bricos. Concentramos nuestros esfuerzos en algunas osas acompa?adas por sus cr¨ªas de un a?o de edad que habitaban los hayedos y robledales de la Monta?a Palentina, las observ¨¢bamos mientras se alimentaban con hayucos o bellotas o cort¨¢bamos sus rastros en la nieve con la frecuencia suficiente como para demostrar en los ¨¢mbitos cient¨ªficos que hab¨ªa osos pardos en la Cordillera Cant¨¢brica que no hibernaban, que se saltaban la regla sagrada de la especie, que es la de pasar los inviernos encuevados e hibernando. Despu¨¦s, se han ido sumando publicaciones cient¨ªficas que confirman la ausencia de hibernaci¨®n tambi¨¦n en otras poblaciones de osos pardos en el sur de Europa que viven en climas similares, como la italiana, la griega y la eslovena. Sin embargo, este comportamiento no ocurre en poblaciones de osos de otras latitudes con inviernos rigurosos, y nos da pistas de por d¨®nde pueden ir los derroteros con la acentuaci¨®n del cambio clim¨¢tico.
La hibernaci¨®n en los osos parece iniciarse a partir de se?ales ambientales, fundamentalmente la temperatura ambiental, aunque tambi¨¦n pueden influir el estado fisiol¨®gico del animal y la disponibilidad de comida, por lo que a pesar de las incertidumbres sobre la evoluci¨®n y consecuencias del calentamiento, todo parece apuntar a que la hibernaci¨®n ir¨¢ a menos. Ya no nos sorprende ver osos activos en invierno, y m¨¢s en inviernos como el ¨²ltimo, que ha sido el m¨¢s c¨¢lido del siglo XXI en Espa?a, con las temperaturas m¨¢ximas m¨¢s altas de la serie hist¨®rica de nuestro pa¨ªs. De hecho, este escenario encaja con nuestras observaciones del pasado mes de febrero, el mes del sue?o invernal por excelencia, de cuatro familias de osos, aliment¨¢ndose de bellotas, jugando las osas con los esbardos. Y ello en un ¨²nico valle del occidente asturiano.
Son indicios a los que debemos seguir con atenci¨®n en los pr¨®ximos a?os, pues indican que va a haber una creciente presencia de osos activos y movi¨¦ndose en los montes durante el invierno. Una realidad que los gestores deben tener en cuenta a la hora de regular el uso de los territorios oseros, en donde tambi¨¦n hay un significativo aumento de las actividades invernales de ocio vinculadas al turismo de naturaleza y a los deportes de monta?a, sin olvidar que en esos mismos territorios, adem¨¢s, se caza el jabal¨ª en batida y se practican otras modalidades de caza.
Otro impacto claro del cambio clim¨¢tico sobre la vida de los osos se producir¨¢ en sus fuentes de alimentaci¨®n. Lo que antes era un espect¨¢culo seguro a finales del verano, ver a los osos aliment¨¢ndose durante horas en las arandaneras supraforestales, ahora ya no lo es porque las cosechas de ar¨¢ndanos se han vuelto m¨¢s irregulares. Pero a cambio, otras especies de mucho inter¨¦s para los osos, como los casta?os, parece que se ver¨¢n beneficiadas y podr¨ªan asegurar cosechas de nutritivas casta?as a mayor altitud. No obstante, no debemos olvidar que los modelos predictivos tienen sus limitaciones y hay incertidumbre sobre las variaciones de la distribuci¨®n de las especies vegetales en los pr¨®ximos tiempos. Confiamos adem¨¢s en que la plasticidad ecol¨®gica del oso le facilitar¨¢ adaptarse a una dieta de sustituci¨®n que en el ¨¢mbito cant¨¢brico sin duda est¨¢ asegurada. Eso s¨ª, va a ser importante hacer un seguimiento de las variaciones de su dieta y de sus consecuencias en la gesti¨®n de los territorios oseros, para dirigir con acierto las actuaciones de restauraci¨®n y de mejora de su h¨¢bitat, ubic¨¢ndolas lejos de los pueblos de monta?a para evitar conflictos.
Un tercer efecto del cambio clim¨¢tico nos lleva a preocuparnos por la vulnerabilidad de las ¨¢reas cr¨ªticas de los osos, identificadas en la ¨²ltima Estrategia para la conservaci¨®n del oso pardo cant¨¢brico como los enclaves con oseras de hibernaci¨®n y donde ocurren los partos, y aquellos lugares que los osos utilizan para refugiarse en las diferentes estaciones. Se trata de zonas abruptas con poco uso humano pero carne de ca?¨®n para los incendios, cada vez menos numerosos pero m¨¢s intensos y de mayor magnitud. La misma estrategia establece que deber¨¢n estar especialmente protegidas, por lo que deber¨ªan adem¨¢s considerarse como prioritarias en las tareas de extinci¨®n.
En un reciente an¨¢lisis que hemos realizado de 60 planes de gesti¨®n y conservaci¨®n de osos pardos y polares en el mundo, hemos encontrado que solo nueve contienen medidas de mitigaci¨®n y adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico, pero en el caso concreto del oso pardo, de los 49 documentos solo dos las conten¨ªan. Ahora que en Espa?a se est¨¢n revisando los planes de recuperaci¨®n de la especie por parte de las comunidades aut¨®nomas, sin duda es el momento adecuado para tener en cuenta estos nuevos retos y favorecer la adaptaci¨®n de nuestros osos a un futuro que ya es inmediato.
Guillermo Palomero es presidente de la Fundaci¨®n Oso Pardo
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