De los invernaderos al fondo del mar: la plaga del pl¨¢stico agr¨ªcola en Almer¨ªa
Toneladas de residuos de invernaderos contaminan la costa almeriense. El Gobierno puede retrasar a¨²n tres a?os el decreto que lo evite
La mancha blanca que ven los astronautas desde el espacio cuando miran al sureste espa?ol contamina desde hace d¨¦cadas el medio natural terrestre y mar¨ªtimo. Los invernaderos con hortalizas que en Almer¨ªa cubren una colosal superficie de 32.000 hect¨¢reas diseminan sus residuos pl¨¢sticos por la costa, las ramblas y las monta?as, pero ahora la evidencia cient¨ªfica ha demostrado el grave impacto sobre el medio marino, cloaca final de todas las basuras que arrastra la lluvia ladera abajo.
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La mancha blanca que ven los astronautas desde el espacio cuando miran al sureste espa?ol contamina desde hace d¨¦cadas el medio natural terrestre y mar¨ªtimo. Los invernaderos con hortalizas que en Almer¨ªa cubren una colosal superficie de 32.000 hect¨¢reas diseminan sus residuos pl¨¢sticos por la costa, las ramblas y las monta?as, pero ahora la evidencia cient¨ªfica ha demostrado el grave impacto sobre el medio marino, cloaca final de todas las basuras que arrastra la lluvia ladera abajo.
¡°La concentraci¨®n de micropl¨¢sticos en la posidonia de Roquetas de Mar empez¨® a aumentar cuando se instauraron los invernaderos y tenemos una coincidencia temporal muy alta. Los micropl¨¢sticos son peligrosos para la cadena tr¨®fica, y nos los comemos a trav¨¦s del pescado¡±, ilustra Nerea Pi?eiro-Juncal, biogeoqu¨ªmica de suelos marinos del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, perteneciente al CSIC. Los cient¨ªficos analizaron los sedimentos bajo la pradera de posidonia en Roquetas, Agua Amarga (Almer¨ªa) y la isla de Cabrera (Baleares), y publicaron sus conclusiones esta primavera en la revista Environmental Pollution: si las micropart¨ªculas de pl¨¢stico de menos de cinco mil¨ªmetros en cada kilo de sedimento en Cabrera oscilaban entre 68 y 362, en Roquetas se disparaban hasta las 2.173, hasta 30 veces m¨¢s.
El milagro econ¨®mico de Almer¨ªa, que durante los ¨²ltimos 45 a?os ha transformado esa provincia gracias a la agricultura intensiva, tiene un alto coste medioambiental con vertederos espont¨¢neos de residuos pl¨¢sticos en cualquier rinc¨®n y visibles desde cualquier carretera. Esta contaminaci¨®n tan perjudicial, que deriva en la ingesta de nanopl¨¢sticos a trav¨¦s de las verduras y frutas, tambi¨¦n afecta a otras provincias plagadas de invernaderos como Murcia y Huelva, y en menor medida a otras al norte de la Pen¨ªnsula cuya ganader¨ªa genera residuos pl¨¢sticos como el ensilado.
Hasta 2018 China compraba la inmensa mayor¨ªa de estos residuos generados en Espa?a para reciclar, pero ese a?o el gigante asi¨¢tico decidi¨® cerrar el grifo de la importaci¨®n, luego lleg¨® Paquist¨¢n, que tambi¨¦n cerr¨®, m¨¢s tarde India, y finalmente Turqu¨ªa, que este a?o anunci¨® el sellado de sus fronteras para evitar los incesantes vertidos de sus propios desechos al Mediterr¨¢neo. Estos tres a?os de bloqueo progresivo a la exportaci¨®n han multiplicado la basura de los pl¨¢sticos agr¨ªcolas en territorio nacional, cuyo reciclaje sigue siendo voluntario para los agricultores, a la espera de que el Gobierno decrete su obligaci¨®n, que podr¨ªa retrasar hasta apurar el plazo que un proyecto de ley en tramitaci¨®n parlamentaria fija en 2025.
¡°Desde 2018 hemos visto una explosi¨®n del problema, que ahora est¨¢ desbocado. El reciclaje hay que integrarlo en el sistema mediante la trazabilidad. Si un agricultor entrega un residuo y se le exige el documento de identificaci¨®n, sabemos que ha entregado de manera autorizada, pero si no tenemos un control por parte de la Administraci¨®n, no tenemos nada¡±, advierte Mariano Tapia, portavoz de la asociaci¨®n de gestores de residuos agr¨ªcolas en Almer¨ªa (Agra).
En Almer¨ªa se generan 33.500 toneladas de pl¨¢sticos agr¨ªcolas al a?o, seg¨²n la Junta de Andaluc¨ªa, que subraya que se recicla un 85%, por lo que 5.000 toneladas se quedan sin tratar. Esa basura inunda el litoral almeriense hasta llegar al borde del Parque Natural Cabo de Gata, donde se acumulan los vertidos ilegales. ¡°Cuanto m¨¢s lo conoces, m¨¢s deprimente es, esto es ubicuo. En el campo de N¨ªjar al menos, est¨¢ por todos lados. Desperdigado o enterrado por una riada, en los lugares m¨¢s rec¨®nditos. En 2019 la dana [temporal de la gota fr¨ªa] fue un tsunami con im¨¢genes dantescas y cre¨ªmos que ser¨ªa el punto de inflexi¨®n, pero ahora la situaci¨®n est¨¢ peor, no hemos visto reacci¨®n¡±, denuncia Marcos Di¨¦guez, portavoz de Ecologistas en Acci¨®n. Esta organizaci¨®n ha lanzado la aplicaci¨®n #Stopvertederos para que los ciudadanos denuncien los vertidos incesantes, despu¨¦s de que un v¨ªdeo revelara el pasado oto?o ingentes cantidades de pl¨¢sticos en plena playa de Adra, a merced de las olas.
Mientras habla, Di¨¦guez pisa una monta?a de 300 metros cuadrados de pl¨¢sticos arrojados en el barranco de La Serrata, escondida tras un dep¨®sito de agua y denunciada hace m¨¢s de un a?o ante las autoridades. Ni la Junta ni el Ayuntamiento de N¨ªjar, a 10 kil¨®metros en l¨ªnea recta, lo han recogido. Al tocarlo, el pl¨¢stico se deshace debido a la erosi¨®n del intenso sol y el viento, mientras escarabajos y otros insectos quedan atrapados entre los pliegues. En un paseo por casi cualquier lugar del campo almeriense se hallan, acumulados, escombros de pl¨¢sticos de suelo y cubierta, as¨ª como gomas de riego, mantas t¨¦rmicas, cuerdas de rafia, semilleros de corcho, telas mosquiteras, sacos y botes de fitosanitarios.
Todos los actores implicados son conscientes del problema medioambiental y la mala imagen. ?Por qu¨¦ no se han frenado a tiempo esta basura cuyo reciclaje integral permanece en el limbo?
Hace d¨¦cadas los pl¨¢sticos se quemaban o enterraban, tal y como reconocen los agricultores m¨¢s veteranos, luego se exportaban a China y desde 2018 el problema queda en casa. La nueva Ley de Residuos que remiti¨® el Gobierno al Congreso el pasado mayo le obliga a redactar un Real Decreto que fije un sistema de reciclaje obligatorio financiado por la poderosa industria del pl¨¢stico antes de 2025. Para adelantarse a la norma, los 15 productores que fabrican el 85% del pl¨¢stico agr¨ªcola prev¨¦n poner en marcha a mediados de 2022 su sistema para recoger estos pl¨¢sticos en la finca de los agricultores y ganaderos, denominado Mapla, y que pagar¨¢n en el precio por la recogida. Es decir, cualquier empresario podr¨¢ avisar al sistema y una furgoneta o cami¨®n acudir¨¢ a su finca, sin importar lo remota que sea su ubicaci¨®n, seg¨²n fuentes de la patronal Anaip.
Sin embargo, el procedimiento seguir¨¢ siendo voluntario y los empresarios que hoy vierten al medio natural ilegalmente no sentir¨¢n la obligaci¨®n moral ni econ¨®mica de darse de alta en la aplicaci¨®n prevista. ¡°El sistema arbitrar¨¢ la operativa y quiz¨¢s haya que pagar por los pl¨¢sticos de suelo¡±, plantea Blanca de Arteche, responsable de pl¨¢sticos agr¨ªcolas en Anaip. Hoy el agricultor recibe unos tres c¨¦ntimos por kilo de pl¨¢stico de cubierta de las empresas que lo reciclan, pero paga entre 12 y 15 c¨¦ntimos por cada kilo de pl¨¢stico de suelo (por ser de peor calidad y m¨¢s complicado de tratar), cuando hasta 2018 recib¨ªa dinero por esto mismo de los empresarios chinos. Es decir, los agricultores que arrojan pl¨¢sticos de suelo sin control ahorran dinero. Tambi¨¦n tiempo: la normativa para depositar cada clase de residuos es una mara?a compleja de entender y les obliga a constantes desplazamientos a distintos centros de tratamiento. No todos est¨¢n dispuestos.
En contra de los agricultores contaminadores est¨¢n las organizaciones y sindicatos agrarios, conscientes del da?o medioambiental pero tambi¨¦n de la mala imagen que genera la basura pl¨¢stica en la naturaleza. Las principales cadenas de supermercados europeos, destino final de sus pimientos y tomates, exigen certificados que verifiquen el correcto reciclado de los residuos y mientras ese peque?o porcentaje contamina, los reportajes en los medios de comunicaci¨®n europeos se suceden con posibles consecuencias que en Almer¨ªa temen: que se reduzcan las ventas.
El problema de fondo es que persisten gestores piratas de residuos que reciben la mercanc¨ªa de agricultores incumplidores, unos 2.700 del total de 18.000 almerienses si tomamos como referencia la cifra del 15% sin reciclar que fija la Junta, porcentaje rebajado por la patronal a entre el 5% y el 10%.
Antonio Berro tiene una planta no autorizada por la Junta en El Ejido, a escasos metros de la autov¨ªa. Responde con desparpajo. ?D¨®nde va el pl¨¢stico que sale de su planta?: ¡°No lo s¨¦, son intermediarios que no me dicen d¨®nde va. Para hacer factura a mis clientes depende, si el hombre no quiere no la hago, y si quiere entonces s¨ª, qu¨¦ le voy a hacer¡±, alega. ¡°Llevo un a?o esperando los permisos de la Junta, pero gestiono 1.200 toneladas de pl¨¢stico al a?o¡±, a?ade Berro, que pese a carecer de autorizaciones lleva seis a?os a pleno rendimiento y asegura que ha invertido 800.000 euros para ampliar este a?o sus instalaciones.
La Junta ha impuesto un centenar de sanciones a agricultores y gestores no autorizados desde que el pasado oto?o firm¨® el Compromiso Blanco con 13 Ayuntamientos almerienses para reducir los vertidos incontrolados, seg¨²n Raquel Esp¨ªn, delegada de Desarrollo Sostenible del Gobierno andaluz en esa provincia. Pero la clave sigue siendo que la multa compensa: aunque el Servicio de Protecci¨®n de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil consiga identificar al agricultor infractor gracias a una investigaci¨®n tras hallar una etiqueta abandonada o cualquier detalle, tirar pl¨¢sticos al medio natural no es delito sino una infracci¨®n administrativa -salvo que se consiga demostrar que contaminan gravemente-.
Los agentes se limitan a informar a la Junta, que multa pero no cierra las plantas ni explotaciones agr¨ªcolas. ¡°Solo llega al ¨¢mbito penal cuando los residuos suponen un da?o sustancial a la calidad de las aguas, suelos o aire, o puede conllevar un gran perjuicio para la salud¡±, explica Sergio L¨®pez, teniente jefe del Seprona en esta provincia andaluza. Su ¨²ltima gran operaci¨®n fue hace tres a?os, con ocho empresas y 16 personas investigadas por exportaci¨®n ilegal de residuos. Sin embargo, las ocho firmas investigadas siguen operando, algunas tras subsanar su error y otras no, seg¨²n fuentes del Instituto armado.
Mientras, bajo el agua los cient¨ªficos cogieron testigos de los ¨²ltimos 100 a?os en la pradera de posidonia para reconstruir la historia de los vertidos con t¨¦cnicas de dataci¨®n. ¡°A pesar de que el Mediterr¨¢neo est¨¢ en general bastante contaminado con micropl¨¢sticos y que aumentan en la cercan¨ªa de las ciudades, la concentraci¨®n que encontramos en la pradera de Almer¨ªa es muy alta comparada con otros suelos costeros, que no suelen pasar de 700 micropl¨¢sticos por kilo¡±, ilustra Martin Dahl, investigador de la Universidad de S?dert?n en Estocolmo y responsable del estudio sobre cuatro d¨¦cadas de vertidos. Almer¨ªa triplica la invasi¨®n media de micropl¨¢sticos en el fondo marino del litoral mediterr¨¢neo.
La larga espera hasta que los vertidos se frenen
Andaluc¨ªa acumula el 60% de los pl¨¢sticos agr¨ªcolas comercializados, seg¨²n fuentes del sector. A la espera del sistema nacional que obligue a los grandes fabricantes a asegurar el reciclaje de los residuos, el Gobierno andaluz se ha gastado 18 millones en dos a?os para limpiar el deteriorado paisaje almeriense, aunque no termina de conseguirlo: lo demuestra cualquier recorrido por la comarca de N¨ªjar o echando un vistazo a la rambla que separa las barriadas de Los Nietos y Las Casillas, con su cauce reci¨¦n saneado por la Administraci¨®n, pero con su entorno repleto de residuos. La limpieza es, adem¨¢s, superficial, y grandes cantidades de pl¨¢stico quedan enterradas hasta que llegue una nueva riada.
La comunidad intenta atajar el problema hablando con el sector. ¡°La Junta nos ha presentado hace un mes un sistema voluntario, pero le hemos dicho que si es voluntario no servir¨¢ de mucho, tendr¨¢ que ser obligatorio¡±, avanza Luis Miguel Fern¨¢ndez, gerente de Coexphal, asociaci¨®n que aglutina el 70% de la producci¨®n almeriense de hortalizas.
En paralelo a la patronal de agricultores, los gestores autorizados de residuos y los Ayuntamientos presionan a la Junta para que obligue a los empresarios a cerrar el c¨ªrculo de la trazabilidad y as¨ª poder seguirles la pista a los despojos en todo momento. ¡°Hay que incluir el destino final del residuo con un documento oficial en el cuaderno de campo [libro oficial de operaciones de un agricultor]¡±, razona Francisco P¨¦rez, concejal de Agricultura de El Ejido. De momento, la Junta admite que ser¨ªa la soluci¨®n m¨¢s eficaz, pero no se moja: ¡°Si queremos llegar a implantar un sistema absolutamente efectivo la v¨ªa m¨¢s f¨¢cil ser¨¢ la obligatoriedad (¡) pero ahora mismo no lo sabemos, estamos experimentando el sistema y negociando con el sector, y tampoco tenemos fechas¡±, alega la delegada de Agricultura de la Junta en Almer¨ªa, Ar¨¢nzazu Mart¨ªn. Mientras, el tiempo pasa y los pl¨¢sticos siguen acumul¨¢ndose en la tierra y el mar almeriense.
La mejora de la calidad de los pl¨¢sticos -para que resistan mejor las inclemencias del tiempo y se deban cambiar con menor frecuencia- es una posible soluci¨®n que apuntan desde Ecologistas en Acci¨®n. Tambi¨¦n el uso de materiales biodegradables, como ya se hace con la rafia, para poder tratarla directamente con los restos vegetales. Otra opci¨®n que evitar¨ªa m¨¢s cantidad de pl¨¢stico es la instalaci¨®n de paneles solares sobre los techos de los invernaderos. Ello permitir¨ªa, adem¨¢s, al agricultor autoabastecerse de energ¨ªa y vender la sobrante. ¡°Ser¨ªa una soluci¨®n redonda¡±, apunta Manuel P¨¦rez, del Centro de Investigaci¨®n de Energ¨ªa Solar de la Universidad de Almer¨ªa (CIESOL), quien lleva a?os trabajando en las posibilidades de los paneles solares en los invernaderos. ¡°?Es factible? S¨ª. ?Es necesario? Absolutamente¡±, dice el investigador, que cree que hasta dentro de una d¨¦cada no se ver¨¢n los primeros pasos en firme.
Antes, hay varios problemas a resolver. El primero es el escaso gasto energ¨¦tico de los invernaderos, que hace que el agricultor no considere que su factura de la luz sea un problema y sea reticente a la inversi¨®n inicial en las c¨¦lulas fotovoltaicas. El segundo, que cubrir los techos con placas solares reducir¨ªa la entrada de sol y, por tanto, la productividad. Se cree que como m¨¢ximo se podr¨ªa tapar entre el 10 y 11% de la cubierta para que no afecte al rendimiento, pero eso no servir¨ªa de nada para reducir pl¨¢sticos, aunque ya se est¨¢n probando instalaciones trasl¨²cidas para solucionarlo. Igualmente, la sencillez de las estructuras de los invernaderos generar¨ªa tambi¨¦n problemas para la instalaci¨®n de las placas. ¡°La producci¨®n el¨¦ctrica y agr¨ªcola es compatible, pero falta impulso. Cuando las ventajas sean grandes, la transformaci¨®n llegar¨¢¡±, sentencia P¨¦rez.
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