Una cumbre del clima con dos historias muy distintas
Los impulsores del Acuerdo de Par¨ªs consideran que la cita de Glasgow puede interpretarse de formas muy distintas: por un lado proliferan las promesas a largo plazo, pero por otro los actuales planes de los gobiernos son insuficientes para reducir al menos un 45% las emisiones en esta d¨¦cada
Cuando por fin se alcanz¨® el Acuerdo de Par¨ªs de 2015 sobre el cambio clim¨¢tico, y lo celebr¨¢bamos sobre el escenario agotadas y a la vez exultantes, no pod¨ªamos imaginar que hoy estar¨ªamos escribiendo este art¨ªculo. A pesar del compromiso hist¨®rico asumido ese d¨ªa por casi 200 pa¨ªses tras a?os de arduas negociaciones, el mundo sigue estando muy lejos de limitar las temperaturas a mucho menos de dos grados, por no hablar de 1,5. La diplomacia clim¨¢tica es un complejo mosaico de momentos, flujos y vaivenes de moviliza...
Cuando por fin se alcanz¨® el Acuerdo de Par¨ªs de 2015 sobre el cambio clim¨¢tico, y lo celebr¨¢bamos sobre el escenario agotadas y a la vez exultantes, no pod¨ªamos imaginar que hoy estar¨ªamos escribiendo este art¨ªculo. A pesar del compromiso hist¨®rico asumido ese d¨ªa por casi 200 pa¨ªses tras a?os de arduas negociaciones, el mundo sigue estando muy lejos de limitar las temperaturas a mucho menos de dos grados, por no hablar de 1,5. La diplomacia clim¨¢tica es un complejo mosaico de momentos, flujos y vaivenes de movilizaci¨®n y receso, pero este momento en Glasgow ¡ªla COP 26¡ª es el m¨¢s cr¨ªtico desde aquella reuni¨®n de diciembre de 2015 en Par¨ªs, la COP21.
Durante la COP26, Glasgow puede convertirse en una ciudad entre dos historias.
El primer relato celebra c¨®mo el Acuerdo de Par¨ªs ha movilizado al mundo como nunca detr¨¢s de un objetivo compartido. Alcanzar las emisiones netas cero en una generaci¨®n y aumentar las reducciones de gases de efecto invernadero mientras nos esforzamos por limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados es ahora la aspiraci¨®n de m¨¢s de 100 gobiernos nacionales, adem¨¢s de un n¨²mero cada vez mayor de gobiernos locales, empresas, inversores privados, banqueros centrales y bancos de desarrollo. No pasa un d¨ªa sin que haya otro compromiso de cero neto. No es necesario ser parte del Acuerdo de Par¨ªs para haber integrado su l¨®gica. La carrera hacia el cero est¨¢ en marcha.
Pero la otra historia es la de la ansiedad y la desesperaci¨®n ante la profundidad de la brecha que nos separa del cambio que necesitamos. Es un relato de retrasos y potenciales fracasos. Tambi¨¦n es nuestra realidad actual. Los gases de efecto invernadero siguen aumentando cuando deben disminuir al menos un 45% solo en esta d¨¦cada. Estamos en la senda de los 2,7 grados, no de 1,5: nos enfrentamos a la desaparici¨®n de miles de millones de medios de vida, a un grave agotamiento de la biodiversidad y a la desaparici¨®n de incontables billones del PIB. Es una cat¨¢strofe sobre la que hemos sido categ¨®ricamente advertidos.
?Qu¨¦ hacer con estas dos historias?
Sea cual sea el relato por el que te inclines, la conclusi¨®n es la misma: necesitamos m¨¢s honestidad, acci¨®n y activismo; debemos seguir avanzando, mucho m¨¢s r¨¢pido.
Necesitamos honestidad: m¨¢s l¨ªderes que reconozcan la dificultad de comprometerse con el abandono profundo y sist¨¦mico de nuestra dependencia de los combustibles f¨®siles. Los gobiernos nacionales y locales, el sector privado, el sector financiero... todos deben justificar sus compromisos con los objetivos de Par¨ªs con planes y v¨ªas claras, hitos que puedan comprobarse y acciones inmediatas que nos acerquen cada d¨ªa m¨¢s al objetivo a largo plazo. La transparencia y los compromisos cre¨ªbles son una buena inversi¨®n para todos. Es una forma de crear la confianza necesaria para proseguir la transici¨®n y reunir apoyo en el camino, enviar las se?ales adecuadas a los mercados, recompensar a los verdaderos adelantados y reducir la resistencia de los rezagados.
En este sentido, el acalorado debate sobre las compensaciones y los mercados de carbono tiene que basarse en el rigor transparente, la integridad medioambiental, las reducciones de emisiones verificables y la ausencia de doble contabilidad. Restaurar la naturaleza es vital, pero una mayor¨ªa de mecanismos de compensaci¨®n de carbono son meras soluciones marginales que deben desaparecer con el tiempo.
Necesitamos activismo, es decir, una acci¨®n intensa. Nos estamos quedando atr¨¢s cuando deber¨ªamos apresurarnos. Cada nuevo informe del IPCC muestra que el planeta tiene m¨¢s problemas de los que imagin¨¢bamos, es decir, que la concentraci¨®n de gases de efecto invernadero en nuestra atm¨®sfera es m¨¢s peligrosa de lo que cre¨ªamos hace 10 a?os.
Sin embargo, demasiados gobiernos se dirigen a Glasgow con planes que a¨²n no se ajustan a los objetivos de Par¨ªs. Debemos ir m¨¢s all¨¢ del incrementalismo. No podemos permitirnos esperar hasta el Global Stocktake de 2023 ¡ªun mecanismo del Acuerdo de Par¨ªs para verificar de forma transparente las reducciones reales de los pa¨ªses¡ª para empezar a compartir datos sobre el progreso realizado. Tampoco podemos esperar hasta 2025, la pr¨®xima vez que los pa¨ªses tengan que presentar sus planes nacionales revisados en el marco de Par¨ªs. Debemos basarnos en dos importantes art¨ªculos del Acuerdo de Par¨ªs ¡ªel 4.2 y el 4.11¡ª que consagran la necesidad de un proceso constante de mejora. Pero necesitamos m¨¢s acuerdos entrelazados que nutran y aceleren los planes nacionales. Esperar es fracasar.
Tambi¨¦n debemos definir y defender la visi¨®n de 2050. La ciencia nos dice que necesitamos descarbonizar la econom¨ªa mundial y revertir la p¨¦rdida de naturaleza a mediados de siglo como muy tarde para evitar los peores impactos clim¨¢ticos. Esto requiere v¨ªas reales basadas en reducciones genuinas y en la protecci¨®n activa de la naturaleza, empezando ahora. La acci¨®n para reducir realmente las emisiones y regenerar nuestros ecosistemas naturales este a?o, el pr¨®ximo y en esta d¨¦cada es la base de Par¨ªs. Sin esto, todo el proceso se desmorona.
Antes y durante la cumbre del clima puede haber mucha diplomacia de ¨²ltima hora. Estamos en el sprint cr¨ªtico hacia la COP26.
El inicio de la COP21 se vio empa?ado por el profundo dolor por los atentados terroristas de Par¨ªs. Pero gracias a la energ¨ªa de todos los delegados y al implacable impulso de la juventud, todos nos esforzamos por convertir el dolor en compromiso. Al final de la cumbre, muchos delegados llevaban d¨ªas sin dormir. Cuando qued¨® claro que ten¨ªamos un acuerdo, el ambiente se levant¨® y se convirti¨® en euforia. Todos se dieron cuenta de que estaban yendo m¨¢s all¨¢ de sus estrechos intereses nacionales; que la alquimia de la diplomacia clim¨¢tica hab¨ªa producido algo raro: la esperanza.
En medio de las interferencias geopol¨ªticas de hoy ¡ªdesde las vacunas hasta los submarinos, con la competencia complicando la cooperaci¨®n¡ª tambi¨¦n hay aspectos positivos de las ¨²ltimas semanas: la promesa de China de dejar de financiar el carb¨®n en el extranjero, la promesa de financiaci¨®n clim¨¢tica de Estados Unidos, y la confianza pol¨ªtica de Turqu¨ªa para ratificar el Acuerdo de Par¨ªs. El nuevo plan nacional de Sud¨¢frica ¡ªun pa¨ªs con uno de los sistemas energ¨¦ticos m¨¢s intensivos en carbono y el duod¨¦cimo mayor emisor del mundo¡ª ha dado otra importante se?al para el G-20: esta es la carrera de todos. Todos estos obst¨¢culos parec¨ªan intratables en su d¨ªa. Esto tambi¨¦n es la diplomacia clim¨¢tica: tras a?os de aparente estancamiento, el cambio se produce.
En la COP26, debemos volver a trabajar con empe?o y determinaci¨®n. No hay garant¨ªa de que tengamos ¨¦xito, pero no tenemos otra opci¨®n. Esforc¨¦monos por esos pr¨®ximos saltos de alegr¨ªa con honestidad, confianza, integridad y esperanza.
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