¡°Tenemos mucha ciencia pero nada de conciencia¡±
El activista y escritor Alejandro Quecedo del Val, colaborador de Unesco y representante espa?ol en cumbres clim¨¢ticas, expresa en el libro ¡®Gritar lo que est¨¢ callado¡¯ su desencanto y sus frustraciones en la lucha medioambiental y ecosocial.
A sus 19 a?os, este chico de Briviesca (Burgos) que hizo el bachillerato internacional en Noruega pelea contra el cambio clim¨¢tico y quienes lo perpetran, lamenta la era del Antropoceno, colabora con la Unesco, estudia en la prestigiosa Sciences Po de Par¨ªs y ha representado a Espa?a en varias cumbres. Un buen d¨ªa fue a la Asamblea General de Naciones Unidas a ver qu¨¦ se coc¨ªa, y all¨ª lo entendi¨® todo. Para mal. Y cont¨® su desencanto en un libro sin filtro, ...
A sus 19 a?os, este chico de Briviesca (Burgos) que hizo el bachillerato internacional en Noruega pelea contra el cambio clim¨¢tico y quienes lo perpetran, lamenta la era del Antropoceno, colabora con la Unesco, estudia en la prestigiosa Sciences Po de Par¨ªs y ha representado a Espa?a en varias cumbres. Un buen d¨ªa fue a la Asamblea General de Naciones Unidas a ver qu¨¦ se coc¨ªa, y all¨ª lo entendi¨® todo. Para mal. Y cont¨® su desencanto en un libro sin filtro, Gritar lo que est¨¢ callado (De Conatus Publicaciones).
Pregunta. En su pr¨®logo, la fil¨®sofa Marina Garc¨¦s le llama ¡°el mensajero de las malas noticias¡±. ?Se reconoce?
Respuesta. No s¨¦ si son malas noticias, las malas noticias ya est¨¢n dadas, m¨¢s bien es un recordatorio. Yo me hago eco del mundo en que nos encontramos, y la situaci¨®n es catastr¨®fica. Lo es que desaparezcan especies de aves cada d¨ªa, y los ecosistemas que estamos perdiendo.
P. ¡°Los dinosaurios tambi¨¦n pensaban que les quedaba tiempo¡±. ?Ya es tarde?
R. Siempre se habla de que ya habr¨¢ tiempo para evitar la cat¨¢strofe, pero la cat¨¢strofe ya ha llegado. Millones de personas mueren al a?o por el cambio clim¨¢tico. En Madagascar ya estamos viendo la primera hambruna causada por el cambio clim¨¢tico. Cada d¨ªa desaparecen 150 especies. Si la Humanidad no logra ponerse de acuerdo en que esto es una cat¨¢strofe, yo tiro la toalla por la Humanidad.
P. Parece que solo cabe ser pesimistas¡
R. Ya est¨¢ bien de plantearse si son discursos optimistas o pesimistas. Es rid¨ªculo te?ir la realidad con tintes negros como si fuese una tragedia griega o con tintes arco¨ªris como si todo fuera a salir bien.
P. Lo que es es lo que es y punto.
R. Efectivamente, y solo podremos medirnos con la crisis si reconocemos su dimensi¨®n real. Gramsci dice que tenemos que aliar el pesimismo de la raz¨®n con el optimismo del coraz¨®n. Y yo lo suscribo.
P. ?C¨®mo les contaremos a nuestros hijos dentro de 500 a?os las burradas del Antropoceno?
R. Es dif¨ªcil¡ porque, para empezar, ?qu¨¦ sensibilidad tendr¨ªan esos hijos?
P. ?O qu¨¦ otros antropocenos habr¨¢n transcurrido?
R. Eso. La principal batalla de ahora mismo es cultural, y sobre todo emocional. Los seres humanos tenemos que reconectar con la naturaleza. Los datos y las cifras no nos hieren, no las sentimos, nos resbalan. Si no tenemos ese contacto con la naturaleza¡ no nos doler¨¢ destruirla, ni siquiera lo notaremos.
P. Usted sostiene que no tenemos buenas narrativas para parar el desastre, ?qu¨¦ quiere decir?
R. Que hemos tratado de hablar de esto mediante grandes historias, que si el oso polar se est¨¢ muriendo y tal, pero hay que volver a lo local, y contar el entorno que estamos destruyendo. Por desgracia, en Espa?a nos sobran ejemplos.
P. Se nos llena la boca con que el guepardo y el oso polar est¨¢n en peligro, pero nos vamos al campo y tiramos latas de cerveza al suelo, o peor, hacemos una barbacoa y quemamos el bosque.
R. Porque no sentimos la naturaleza. Nos hemos desarraigado de ella, no s¨®lo como un ente general, sino como entorno pr¨®ximo. Te vas al campo y sigues imbuido por las nuevas tecnolog¨ªas y por referentes culturales de la gran ciudad y de las grandes marcas.
P. Como en todo, el cambio de ¡®chip¡¯ necesario tiene que ver con la educaci¨®n, ?no?
R. A ver, la educaci¨®n de los ni?os es clave, pero su impacto pr¨¢ctico no se ve muchas veces hasta pasadas unas d¨¦cadas, cuando sean ellos quienes tomen las decisiones del ma?ana¡ pero para entonces ser¨¢ tarde. Educaci¨®n s¨ª, pero no solo en las aulas, sino en el ciudadano y en los modelos de vida, y desde ya mismo.
P. El problema es si la gente se va a dejar ¨Cnos vamos a dejar- convencer. Hay como una confortable resignaci¨®n, ?no cree?
R. La resignaci¨®n es el problema principal de nuestra ¨¦poca. Bueno, yo lo llamo impotencia. Ese sentimiento de que nada se puede hacer. No s¨¦ si es comodidad o frustraci¨®n. Y esto vale para todas las luchas civiles de hoy en d¨ªa. Parece como si no pudi¨¦semos imaginar un ma?ana. Hay que darle a la gente herramientas para que pueda transformar su entorno.
P. ?No habr¨ªa que empezar por inyectarle el ADN del largo o el medio plazo, frente al cortoplacismo aplastante que lo rige todo, la acci¨®n pol¨ªtica, pero tambi¨¦n nuestros propios h¨¢bitos?
R. Bueno, pues si tenemos ese cortoplacismo en nuestro ADN, ?luchemos por el corto plazo! ?Luchemos porque los cambios en lo ecosocial empiecen ma?ana mismo! Ahora en serio, hasta ayer nos cre¨ªmos que eso del cambio clim¨¢tico no nos iba a afectar a nosotros. Falso: estamos sufriendo un brutal proceso de aceleraci¨®n en nuestra p¨¦rdida de biodiversidad y en la violencia de los elementos climatol¨®gicos. Este verano 200 personas murieron en Alemania y en B¨¦lgica, ?el coraz¨®n de la Europa desarrollada, donde nos cre¨ªamos invencibles!, por las inundaciones. Cada a?o mueren siete millones de personas en el mundo por la contaminaci¨®n del aire. El corto plazo es ya.
P. Insiste usted en el concepto ¡°crisis ecosocial¡±, m¨¢s all¨¢ de la clim¨¢tica y ecol¨®gica¡ ?por qu¨¦?
R. Es que esta crisis natural¡ es muy poco natural, tiene que ver con c¨®mo hemos golpeado nosotros a la naturaleza mediante un modelo extractivista y neoliberal. La forma en que vivimos nuestras vidas es una forma espiritualmente capitalista: productividad, consumo, est¨ªmulos, desigualdad. No podemos hablar de justicia clim¨¢tica sin justicia social, van de la mano. Y podemos hacerlo. Es hora del gran cambio ¨Ctransici¨®n energ¨¦tica y ecol¨®gica- y tenemos todo para hacerlo: el conocimiento, las herramientas, la tecnolog¨ªa, tenemos todo¡ menos el coraje. Tenemos mucha ciencia, lo que no tenemos es conciencia. Y lo que tampoco tenemos es excusas.
P. ?No cabe en su cabeza un ecologista de derechas? ?Un capitalismo verde?
R. Para definir a un ecologista lo primero es definir su sentir. Y es cierto que es un sentir m¨¢s com¨²n en grupos de la izquierda, pero no hay ecologistas de derechas o de izquierdas. Sin ir m¨¢s lejos, a veces te encuentras con grupos cat¨®licos que est¨¢n absolutamente horrorizados ante la crisis ecosocial, porque creen que si Dios cre¨® el planeta as¨ª, el ser humano no tiene ning¨²n derecho a destruirlo. Esta crisis no entiende de identidades. Y por cierto, desde ese paradigma podr¨ªamos reconstruir nuestra sociedad, destruida por tatos a?os de divisiones.
P. ?Cree que las grandes empresas -m¨¢s all¨¢ de la pose, porque de la noche a la ma?ana todas aseguran ser sostenibles- est¨¢n dispuestas a comprometerse si eso afecta a sus cuentas de resultados?
R. El gran capital sabe de esta crisis ecosocial desde hace much¨ªsimo tiempo. Y desde los a?os 60 ha estado financiando activamente campa?as negacionistas sin base cient¨ªfica, solo para continuar generando beneficios aun destruyendo millones de vidas. Y eso es algo que hay que condenar. Solo est¨¢n esperando a que vender energ¨ªa verde sea m¨¢s rentable que vender energ¨ªa f¨®sil. ?Pero es que en alg¨²n momento todo eso va dejar de ser beneficioso para esas empresas! Cuando no queden materiales que extraer ni nada que vender y haya unas tensiones sociales enormes porque la gente no pueda consumir y se eche a la calle¡ ?cu¨¢l ser¨¢ el beneficio? Y desde luego, lo que no puede ser es que en la ¨²ltima COP 26 la delegaci¨®n m¨¢s grande no fuera ni la de EE UU ni la de la Uni¨®n Europea, sino la de los lobbies de las empresas petroleras, que han tenido mucha m¨¢s influencia de la que queremos aceptar en la resoluci¨®n final de la cumbre. Nuestro futuro, que es colectivo, se lo est¨¢ apropiando una peque?a ¨¦lite, y no podemos permitir eso.
P. En su libro critica ¡°el espect¨¢culo clim¨¢tico¡± y propone ¡°desarticular el histrionismo de la acci¨®n clim¨¢tica¡±. ?Cree que hay gente haciendo carreras con eso del activismo clim¨¢tico?
R. Fui a la asamblea general de Naciones Unidas en plan ingenuo, pensando que aquello ser¨ªa la panacea. Y vi que era eso, un espect¨¢culo clim¨¢tico, un gran teatro del mundo donde se lanzaban mensajes llenos de falsas esperanzas que luego replicaban tal cual todos los medios. Y luego estamos los propios activistas clim¨¢ticos, que parecemos muy c¨®modos delante de un micr¨®fono soltando mensajes y datos que ya todos conocemos.
P. Cuando habla de histrionismo en la lucha clim¨¢tica, habla sobre todo de Greta Thunberg, ?no?
R. El fen¨®meno del espect¨¢culo clim¨¢tico se ve ejemplificado en ella. ?Por qu¨¦ ha sido ella la que ha tenido m¨¢s impacto y no activistas que est¨¢n haciendo cosas incre¨ªbles, por ejemplo en el S¨¢hara con el tema de la Gran Muralla Verde? Ni Dios habla de eso. El de Greta es un discurso que sacude conciencias pero que no dice lo que hay que hacer, y mucho menos lo que no hay que hacer, es un discurso c¨®modo, y por eso ha tenido tanto la palabra en las cumbres clim¨¢ticas, donde hay una clara discriminaci¨®n de las narrativas.
P. Entre las ¡°acciones radicales y contundentes¡± de las que usted habla, ?est¨¢ la desobediencia civil?
R. La desobediencia civil es un hecho, ya ha llegado, y puede ser eficaz. Si el sistema se est¨¢ destruyendo sistem¨¢ticamente, impidamos sistem¨¢ticamente el sistema. Huelga general, ocupaci¨®n de las calles¡ la gente quiere un futuro y va a llegar un momento en que se va a revolver contra quienes se lo est¨¢n arrebatando. En Espa?a no lo hemos visto mucho pero en otros sitios como Reino Unido, s¨ª. Nunca ha estado en juego tanto y nunca ha habido tan poca respuesta de la sociedad civil. Si fu¨¦ramos de verdad conscientes del problema, no estar¨ªamos hablando delante de un caf¨¦.
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