La ciencia clim¨¢tica cumple con su deber de desobediencia civil
Tres investigadoras defienden la necesidad de las protestas pac¨ªficas para actuar frente a la emergencia clim¨¢tica
Julia Steinberger es menuda y valiente. Es una cient¨ªfica de renombre internacional, especializada en econom¨ªa ambiental, hija del premio Nobel de F¨ªsica Jack Steinberger y coautora del tercer cap¨ªtulo del ¨²ltimo informe del IPCC, que trata de las soluciones de transformaci¨®n frente a la crisis clim¨¢tica. La semana pasada, sali¨® a la calle y se puso de pie frente a un cami¨®n, arriesgando su integridad f¨ªsica para cortar el tr¨¢fico de una autopista en Suiza, con un colectivo de militantes ambientales que reclama un cambio radical y masivo de la acci¨®n clim¨¢tica p¨²blica. Se expuso voluntariament...
Julia Steinberger es menuda y valiente. Es una cient¨ªfica de renombre internacional, especializada en econom¨ªa ambiental, hija del premio Nobel de F¨ªsica Jack Steinberger y coautora del tercer cap¨ªtulo del ¨²ltimo informe del IPCC, que trata de las soluciones de transformaci¨®n frente a la crisis clim¨¢tica. La semana pasada, sali¨® a la calle y se puso de pie frente a un cami¨®n, arriesgando su integridad f¨ªsica para cortar el tr¨¢fico de una autopista en Suiza, con un colectivo de militantes ambientales que reclama un cambio radical y masivo de la acci¨®n clim¨¢tica p¨²blica. Se expuso voluntariamente en una acci¨®n de desobediencia civil no violenta que, poco despu¨¦s, la llev¨® a ser detenida por la polic¨ªa suiza.
Esta semana, en Alemania se re¨²nen decenas de cient¨ªficos y cient¨ªficas de toda Europa que, como Julia Steinberger, realizan acciones de desobediencia civil no violenta, dispuestos a sacrificar sus carreras y su libertad. Tras cuatro d¨¦cadas usando las herramientas de que dispone la ciencia, como la investigaci¨®n y publicaci¨®n de art¨ªculos cient¨ªficos, colaboraci¨®n en informes internacionales, divulgaci¨®n cient¨ªfica o participaci¨®n en comisiones parlamentarias, es la ¨²ltima opci¨®n que les queda para que la sociedad exija a sus Gobiernos los cambios dr¨¢sticos que el conjunto de la comunidad cient¨ªfica lleva a?os reclamando en vano. Los miembros del colectivo Rebeli¨®n Cient¨ªfica son cient¨ªficos, acad¨¦micos y expertos, muy a menudo de primera importancia en sus disciplinas a nivel mundial, que han asumido el fracaso de sus avisos a los responsables pol¨ªticos y econ¨®micos. El pasado 6 de abril, con motivo de la publicaci¨®n de la ¨²ltima parte del informe cient¨ªfico del IPCC, lanzaron su mayor acci¨®n colectiva en Espa?a, al manchar de sangre falsa biodegradable el Congreso de Diputados. Sus demandas, publicadas en EL PA?S, reciben un apoyo social nacional e internacional cada vez m¨¢s importante, porque la aplastante mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa en Europa y en Espa?a conf¨ªa en lo que dice la ciencia y considera que los Gobiernos actuales son incapaces de actuar en consecuencia tanto a nivel nacional como internacional.
La tragedia de la ciencia clim¨¢tica
Recordemos que la COP 26 en 2021 en Glasgow acab¨® en un criminal fracaso. La cumbre internacional ¡°traicion¨® los fundamentos sobre los que se construy¨® la ONU: un compromiso de poner a la gente por delante de los pa¨ªses o los estados¡±, seg¨²n la secretaria general de Amnist¨ªa Internacional, Agn¨¨s Callamard. Los l¨ªderes del mundo hab¨ªan escuchado a la ciencia, pero sin emprender ninguna acci¨®n clim¨¢tica a la altura del extremo peligro anunciado, porque los intereses de los principales grupos econ¨®micos y de los grandes estados impiden reducciones r¨¢pidas, profundas y sostenidas de emisiones globales de gases de efecto invernadero. La COP27 que se organiza en Egipto en noviembre 2022 promete ser otra vez lo mismo: la terrible exhibici¨®n de la imposibilidad de imponer las soluciones de cambio radical que la ciencia recomienda para revertir una trayectoria mort¨ªfera de calentamiento global.
?sta es precisamente la ¡°tragedia de la ciencia clim¨¢tica¡± que analiza Bruce Glavovic, un eminente cient¨ªfico ambiental. Bruce Glavovic particip¨® durante varios a?os en los informes del IPCC y lleg¨® a una conclusi¨®n demoledora: ya no necesitamos m¨¢s ciencia para demostrar la magnitud del colapso clim¨¢tico. Ya no hace falta presentar m¨¢s informes cient¨ªficos internacionales en la COP27, dado que la evidencia del extremo peligro est¨¢ definitivamente demostrada y asentada: ¡°La tragedia consiste en seguir investigando cuando el problema es pol¨ªtico, desviando la atenci¨®n de donde realmente radica el problema¡±.
Esta conciencia profunda de la tragedia en curso la comparte actualmente la gran mayor¨ªa de los 234 mejores cient¨ªficos del mundo que han trabajado en el ¨²ltimo informe del IPCC. Un estudio recientemente publicado en la revista Nature revel¨® que, para gran parte de los cient¨ªficos encuestados, si se prolonga la inacci¨®n pol¨ªtica, llegaremos a vivir un aumento de temperatura global de 3 grados. El 88% de ellos considera que significa un verdadero desastre clim¨¢tico, detalladamente previsto, cartografiado y cuantificado por la ciencia. Y las ¨²ltimas previsiones no paran de empeorar: en Francia, la agencia de meteorolog¨ªa anuncia un aumento de 3,8 grados para 2100 en caso de emisiones moderadas. Ya estamos viviendo en el planeta entero las primeras se?ales irrefutables: olas de calor sin precedentes, sequ¨ªas hist¨®ricas, fen¨®menos meteorol¨®gicos extremos que desencadenan o agudizan una serie de crisis energ¨¦ticas, alimentarias, sanitarias, pol¨ªticas y sociales en un contexto geopol¨ªtico de regresi¨®n de las ambiciones de la acci¨®n clim¨¢tica internacional provocado por la guerra de Ucrania.
La desobediencia civil
La desobediencia civil no violenta de la comunidad cient¨ªfica es ahora m¨¢s leg¨ªtima que nunca y ni es una postura simb¨®lica ni releva de un ¡°fanatismo clim¨¢tico¡±. Muchos cient¨ªficos y cient¨ªficas est¨¢n saliendo de sus laboratorios y se atreven a manifestar en las calles como nunca antes porque miden perfectamente su hist¨®rica responsabilidad social, pol¨ªtica y jur¨ªdica. La prestigiosa revista Lancet Planetary Health llam¨® a toda la comunidad cient¨ªfica a sumarse cuanto antes a estas acciones de desobediencia civil cient¨ªfica, con el lema Walking the talk (predicando con el ejemplo).
Pasar de las palabras a los hechos no significa faltar a la neutralidad cient¨ªfica sino asumir un deber de desobediencia plenamente legal y democr¨¢tico. A lo largo del siglo XX, desde D. Thoreau a Hannah Arendt, pasando por J. Rawls, se ha teorizado la legitimidad pol¨ªtica de la desobediencia civil no violenta, pero sobre todo, desde un punto de vista jur¨ªdico se ha formalizado un renovado derecho de resistencia, ius resistendi, habilitando un verdadero deber de desobediencia cuando se trata de circunstancias extremas y de situaci¨®n de riesgo inminente de la vida, los derechos humanos y la seguridad. El Tribunal de Nuremberg sent¨® una jurisprudencia internacional fundamental al respecto, ya que precisamente el no ejercer un deber de desobediencia fue el argumento clave para la condenaci¨®n de criminales de guerra y funcionarios nazis.
Muy recientemente el r¨¦gimen jur¨ªdico de responsabilidad se ha ampliado con las condenas de varios estados europeos como Francia o Pa¨ªses Bajos, por inacci¨®n clim¨¢tica e ¡°incumplimientos en la lucha contra el calentamiento global¡±. Estas sentencias formulan la obligaci¨®n judicial de reducir las emisiones, bas¨¢ndose en varios art¨ªculos de la Convenci¨®n Europea de Derechos Humanos. En este contexto in¨¦dito de criminalizaci¨®n de la inacci¨®n clim¨¢tica de los gobiernos, la desobediencia colectiva de la ciencia cumple con un deber de justa resistencia y de leg¨ªtima defensa de la vida rigurosamente fundadas en derecho.
El colectivo Scientist Rebellion pide a toda la comunidad cient¨ªfica que asuma este deber de resistencia y tenga la valent¨ªa de decir en p¨²blico lo que la mayor¨ªa de los expertos dicen en privado: la supervivencia de nuestra especie est¨¢ directamente amenazada, porque el objetivo de contener el aumento global de temperatura en un 1,5 grados marcado por los acuerdos de Par¨ªs en 2015 es, tras estos siete a?os transcurridos de inacci¨®n, definitiva y factualmente imposible de concretar. En coalici¨®n con los grupos de acci¨®n clim¨¢tica Last Generation, Debt for Climate y End Fossil Occupy, bajo el nombre de United-Against-Climate-Failure (Unidos frente al fracaso clim¨¢tico), m¨¢s de 100 cient¨ªficos/as y acad¨¦micos/as de unos 12 pa¨ªses realizan una serie de bloqueos y de acciones de desobediencia civil en Alemania. Reclaman al gobierno de la primera potencia econ¨®mica en la Uni¨®n Europea que reconozca ante la opini¨®n p¨²blica y los dem¨¢s pa¨ªses europeos que un aumento controlado de 1,5 grados de temperatura global es un objetivo ya inalcanzable y que ninguna soluci¨®n tecnol¨®gica permite actualmente revertir esta din¨¢mica. S¨®lo reconociendo la m¨¢xima gravedad de la situaci¨®n actual se podr¨¢ emprender el cambio radical de sistema que supone la descarbonizaci¨®n masiva y acelerada recomendada por los cient¨ªficos del IPCC.
No es la primera vez en nuestra historia que la comunidad cient¨ªfica recurre a la desobediencia civil no violenta. El riesgo de guerra nuclear origin¨® la primera movilizaci¨®n masiva de la comunidad cient¨ªfica en el siglo XX y sigue siendo dram¨¢ticamente actual, con la escalada de amenazas de la guerra de Ucrania. Muchos cient¨ªficos se comprometieron hasta terminar en la c¨¢rcel, como lo hizo el astrof¨ªsico Carl Sagan en 1986 en EE UU al saltarse un cord¨®n de seguridad policial para ocupar un centro de pruebas nucleares. El manifiesto que publicaron Bertrand Russell y Albert Einstein contra las armas nucleares en 1955 en plena Guerra Fr¨ªa ya lo dec¨ªa claramente a toda la comunidad cient¨ªfica y a todos nosotros. Ante el m¨¢ximo peligro de aniquilaci¨®n: ¡°Recuerda tu humanidad y olvida el resto¡±.
Agn¨¨s Delage Amat es catedr¨¢tica de ciencias sociales (Aix Marseille Universit¨¦, Telemme-CNRS), Elena Gonz¨¢lez Egea es doctora de astrof¨ªsica por la universidad de Hertfordshire y Marta Rivera Ferre es profesora de investigaci¨®n del CSIC en INGENIO (CSIC-UPV) y coautora IPCC e IPBES
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