La Espa?a rural no es negacionista, somos diversos
Algunos partidos pol¨ªticos siguen avivando el duelo a garrotazos entre lo urbano y lo rural
¡°Las ¨¦lites provocan la sequ¨ªa para meter miedo y expulsar a las gentes del campo¡±. ¡°Los ecologistas no dejan a los pastores trabajar, porque quieren bosques intactos, y luego todo arde¡±. Estos son algunos de los bulos que ciertos actores interesados en atribuirse en exclusiva la voz del campo difunden desde hace tiempo con la excusa de una supuesta defensa del medio rural. Parece que el negacionismo ha encontrado un nuevo nicho en el que colocar ...
¡°Las ¨¦lites provocan la sequ¨ªa para meter miedo y expulsar a las gentes del campo¡±. ¡°Los ecologistas no dejan a los pastores trabajar, porque quieren bosques intactos, y luego todo arde¡±. Estos son algunos de los bulos que ciertos actores interesados en atribuirse en exclusiva la voz del campo difunden desde hace tiempo con la excusa de una supuesta defensa del medio rural. Parece que el negacionismo ha encontrado un nuevo nicho en el que colocar sus narrativas para amplificar el conflicto social. Es comprensible: los que vivimos y trabajamos en el medio rural acumulamos ya muchas crisis sobre nuestras espaldas. Toda la sociedad vive momentos de cambio e incertidumbre y las emociones est¨¢n a flor de piel.
Suena a divide y vencer¨¢s. M¨¢s que sonar, ruge cuando se comprueba con estupor c¨®mo ciertos partidos pol¨ªticos siguen avivando ese duelo a garrotazos para seguir sacando r¨¦dito pol¨ªtico, a¨²n ya pasadas las elecciones. Estrategias partidistas que alientan y aprovechan la brecha urbano-rural para aumentar la crispaci¨®n, sin ofrecer soluciones reales a los problemas de los pueblos. Estrategias que, con sus mensajes incendiarios, intentan ocultar que en el campo hay una constelaci¨®n de identidades, una diversidad de intereses que lleva a?os conviviendo y luchando, hombro con hombro, para sostener su medio. El rural.
Un claro ejemplo de trabajo en positivo es el Foro de Acci¨®n Rural (FAR), una agrupaci¨®n de organizaciones rurales, sindicales, agrarias, forestales, ecologistas, cineg¨¦ticas, de mujeres, de producci¨®n ecol¨®gica y municipalistas que llevamos una d¨¦cada llegando a consensos. S¨ª, consensos. Debatiendo, claro. Con desencuentros y vuelta a comenzar, por supuesto. Pero con el firme prop¨®sito de imaginar la manera de transitar hacia un modelo respetuoso con la naturaleza y justo para el campo y sus gentes. Entre todas.
El ¨²ltimo de nuestros acuerdos ha sido el manifiesto que enviamos a todos los partidos pol¨ªticos, aquellos que aspiran a tener en sus manos el Gobierno de la naci¨®n. Les reclamamos abandonar la crispaci¨®n y sustituirla por responsabilidad. Responsabilidad con un territorio, el rural, que a pesar de ocupar m¨¢s del 80% de la superficie espa?ola, no acoge ni al 20% de su poblaci¨®n. Un fen¨®meno, el de la despoblaci¨®n, que exige mucha m¨¢s atenci¨®n por parte de los pol¨ªticos.
Tal es la importancia del campo en el presente y futuro de la sociedad que se hace vital una pol¨ªtica de Estado para el medio rural con todos los actores interesados. Transparente, participativa, basada en un debate constructivo y profundo. Y, por encima de todo, sereno, como demandamos desde el FAR.
La despoblaci¨®n se combate priorizando servicios p¨²blicos e infraestructuras de calidad en la Espa?a, m¨¢s que vac¨ªa, abandonada. Se pelea con pol¨ªticas sociales efectivas. Para sostener a las mujeres que, aparte de la brecha que las separa de las comodidades del mundo urbano, suman otra m¨¢s: la de g¨¦nero. Tambi¨¦n, para ayudar a ese tercio de j¨®venes en paro que podr¨ªa vivir en su tierra, pero que, sin trabajo, emigran a las ciudades, dejando tras de s¨ª un campo envejecido.
El vaciado de los pueblos se frena utilizando nuestros bosques de forma responsable. Se ralentiza luchando contra el cambio clim¨¢tico y protegiendo el suelo, el agua, la biodiversidad y restaurando los ecosistemas da?ados ¡ªque no lo olvidemos: son la base de cualquier actividad econ¨®mica, incluida la producci¨®n de alimentos¡ª. Una naturaleza que nos provee de tantos servicios intangibles para el conjunto de la sociedad.
La Espa?a rural se recupera apostando por la agricultura y la ganader¨ªa familiar sostenible, aquella que nos alimenta preservando el patrimonio natural y cultural. La de peque?as y medianas explotaciones, gestionadas por personas que residen y trabajan en un pueblo. Que compran en sus tiendas, que comen en sus bares y que charlan en sus plazas. Personas cuya val¨ªa debe ser reconocida y sostenida, garantiz¨¢ndoles precios justos, evitando la especulaci¨®n con los alimentos y apoyando la alimentaci¨®n ecol¨®gica, local y de temporada. Porque su poder para contribuir a transitar de manera justa hacia sistemas alimentarios m¨¢s resilientes frente a retos globales y locales, como el que nos ocupa, es enorme. Sin dejar a nadie atr¨¢s.
Sabemos que es una ardua tarea. Y urge. No puede pasar ni un d¨ªa m¨¢s sin que los partidos pol¨ªticos, sea cual sea su funci¨®n futura, si oposici¨®n o Gobierno, escuchen juntos y aprendan, de verdad, de las diferentes voces del campo. Sin manipulaci¨®n ni aspavientos. Porque lo rural no s¨®lo es un caladero del que acordarse ¡ªpara crisparlo¡ª una vez cada cuatro a?os. Los rurales somos plurales, merecemos respeto y estaremos vigilantes.
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