Hacer el humor con violines
'The Funamviolistas' es un singular montaje que combina teatro, m¨²sica y danza
En el Matadero de Madrid hay un peque?o recodo donde la luz parisiense se proyecta cada noche en forma de espect¨¢culo de variedades. No hay escenario. Un banco de parque y tres instrumentos de cuerda son los ¨²nicos elementos que adornan un montaje indefinible que abarca m¨²sica, gags al mas puro estilo del cine mudo, humor elegante y una historia sencilla que embauca y atrapa desde que el tel¨®n se abre. The Funamviolistas homenajea al viejo g¨¦nero que emergi¨® en el Th¨¦?tre des Funambules de Par¨ªs hace dos siglos. La andadura, conducida por Rafael Ruiz, lleva brincando por Espa?a desde 2014 y fue galardonada con el Premio Max al Mejor Espect¨¢culo Revelaci¨®n ese a?o. Surge ahora una nueva oportunidad de verla, hasta el 10 de enero, en las Naves del Espa?ol.
No es sencillo definir el espect¨¢culo. Cuando el p¨²blico ocupa sus asientos no se imagina lo que ver¨¢ cuando empiece la funci¨®n. "Es una mezcla de herramientas multidisciplinares que est¨¢n a favor de una historia", explica entre bambalinas Mayte Olmedilla, la violista. Sin palabras acad¨¦micas. "La obra es muy convencional, pero est¨¢ plena de ingredientes: emoci¨®n, superaci¨®n, ilusi¨®n...", matiza. Su compa?era de reparto, Lila Horovitz, la contrabajista del tr¨ªo, a?ade: "Y de humor. El humor es la clave".
Dialogar sin palabras puede resultar a priori una paradoja. Sin embargo, ellas lo muestran tangible. "Las sensaciones que queremos que lleguen el espectador las recibe, los personajes se entienden a la perfecci¨®n. Queremos mostrar temas sencillos (que no simples). Creo que si habl¨¢semos, adem¨¢s de todo lo que hacemos, ser¨ªamos muy cargantes", bromea el tercer v¨¦rtice del grupo. Se trata de Ana Hern¨¢ndez, virtuosa del viol¨ªn, que completa su argumento: "Una historia m¨¢s compleja quiz¨¢ necesitara texto. Aqu¨ª no. La m¨²sica llega a emociones donde no llega la palabra". La f¨®rmula la aderezan obras de Vivaldi, Astor Piazzola, Nino Rota y Mozart, el jazz y el tango, y las bandas sonoras de pel¨ªculas como Les Triplettes de Belleville, La pantera rosa o Jumanji.
La historia comienza en una plaza cualquiera con el encuentro casual de tres mujeres. Su presente se ha truncado en forma de una carta de despido, pero esta contrariedad les supone una nueva oportunidad de comenzar. Con la uni¨®n de sus vidas tejen una nueva cotidaneidad en la que luchan por sus sue?os solo con m¨²sica, danza y canto.
Personajes e int¨¦rpretes transitan una senda casi id¨¦ntica. Las tres coincidieron en un proyecto anterior que no lleg¨® a buen puerto y acab¨® con el despido de las tres. "Ah¨ª nos planteamos si volv¨ªamos a nuestra carrera musical o si segu¨ªamos por este camino", recuerda Horovitz. The Funamviolistas naci¨® gracias a que decicieron afrontar lo nuevo.
La idea fue de Rafael Ruiz, el director. "Nos pareci¨® un shock la propuesta de tener que aparecer en la primera escena con una carta de despido. Cuando te pasa algo tan desagradable intentas pasar p¨¢gina y olvidarlo", relata Olmedilla. A?os despu¨¦s, han pasado p¨¢gina. "Es una parte m¨¢s del espect¨¢culo. Aunque para la gente que conoce lo que nos pas¨®, el efecto funamviolista es m¨¢s fuerte".
Mayte Olmedilla (viola), Lila Horovitz (contrabajo) y Ana Hern¨¢ndez (viol¨ªn) son bastante m¨¢s que el cuerpo art¨ªstico de The Funamviolistas. Sumidas en la producci¨®n, desarrollaron una labor de crowfunding y gestaron el apoyo econ¨®mico de m¨¢s de un centenar de personas sin el que no existir¨ªa el proyecto. Como sus personajes, tropezaron, cayeron y se reinventaron con visi¨®n y esfuerzo. En la funci¨®n, las instrumentistas acaban en un teatro. Igual que Mayte, Ana y Lila.
Babelia
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