Tertulia sobre el fin de una ¨¦poca
Manuel Vicent y David Trueba conversan sobre libros, periodismo literario y el futuro de los diarios. El escritor castellonense publica un homenaje a sus columnistas favoritos
Manuel Vicent, que acaba de publicar Los ¨²ltimos mohicanos (Alfaguara), sostiene que la literatura espa?ola m¨¢s interesante del siglo XX se public¨® en la prensa. El libro recoge los retratos ¡ªaparecidos en EL PA?S¡ª de 21 escritores que dieron lo mejor de s¨ª en los diarios. Esos autores forman parte de la educaci¨®n literaria, pol¨ªtica y sentimental de Vicent. Los ¨²ltimos mohicanos es un fino tributo a ellos, as¨ª como una formidable evocaci¨®n de un modo de entender el periodismo, la literatura y la vida.
La mayor¨ªa de los retratados se forj¨® en la clase de tertulias que han hecho del Caf¨¦ Gij¨®n de Madrid un referente de la cultura espa?ola. Pareci¨®, pues, un buen pretexto el libro para provocar la vuelta de Vicent a ese lugar y tambi¨¦n para reunirle con David Trueba, brillante miembro de otra generaci¨®n que publica en peri¨®dicos. Al final de la charla, se sum¨® la actriz Emma Su¨¢rez.
Hac¨ªa 15 a?os que Vicent (Villavieja, Castell¨®n, 1936) no pisaba el c¨¦lebre caf¨¦ literario. Y eso que durante m¨¢s de 40 fue su refugio inevitable. Un d¨ªa dej¨® de ir, ¡°como se deja una droga¡±. Hasta hoy. Al verlo entrar, el ma?tre Pepe B¨¢rcena ¡ª42 a?os en el Gij¨®n¡ª le saluda como si lo hubiera visto la semana anterior. ¡°Est¨¢s mejor que la ¨²ltima vez¡±, le suelta B¨¢rcena. Vicent echa un vistazo alrededor y le dice: ¡°Ya solo te conozco a ti¡±.
El escritor se siente, de alg¨²n modo, ¡°fin de raza¡±. Miembro de la ¨²ltima generaci¨®n que ha utilizado la tinta para escribir, que ha ¡°pensado en tinta¡±. David Trueba, por su parte, creci¨® con los textos de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Eduardo Haro Tecglen, Francisco Umbral y el propio Vicent: ¡°Me admiraba c¨®mo escrib¨ªais y c¨®mo hablabais. Se os notaban las horas de charla en los caf¨¦s¡±. Vicent vio a V¨¢zquez Montalb¨¢n llamar por tel¨¦fono a EL PA?S y repentizar una columna entera. Otro fuera de serie era Umbral: ¡°Lo recuerdo en Hermano Lobo escribiendo a una velocidad supers¨®nica, emborrachado por el sonido de la m¨¢quina de escribir. En sus manos parec¨ªa una ametralladora¡±. Vicent tambi¨¦n trat¨® a Luis Carandell, con el que siempre le han confundido: ¡°Hace 14 a?os que Luis muri¨®. Pero el otro d¨ªa, en D¨¦nia, uno todav¨ªa me llam¨® Carandell¡±. Alguna vez ese equ¨ªvoco result¨® providencial: ¡°Unos taurinos con muy malas pulgas me abordaron y me preguntaron si yo era el cabr¨®n de Vicent. Yo, impasible, les dije que no, que era Carandell. Me abrazaron y se mostraron encantados de conocerme¡±.
Trueba recuerda que en Espa?a la especial intensidad de la presencia de los escritores en los peri¨®dicos. ¡°Es cierto¡±, subraya Vicent. ¡°En Alemania o Inglaterra no entienden bien eso de que alguien sea escritor y periodista¡±. ¡°Aqu¨ª apenas hemos tocado una tecla, la del reportaje largo y reposado como los de The New Yorker¡±, opina su contertulio. ¡°Tal vez por la personalidad del pa¨ªs y su escasa cultura, hemos sido m¨¢s de esfuerzo corto, muy literario y vacuo. Eso ha dado un grand¨ªsimo nivel de articulistas pero un nivel period¨ªstico general bastante pobre¡±.
Ambos coinciden en ciertas debilidades: Julio Camba y Chaves Nogales. ¡°La escritura de Camba era met¨¢lica, no se pudre. Todo lo que escrib¨ªa lo hab¨ªa vivido. Aplic¨® miradas v¨ªrgenes sobre realidades nuevas¡±, dice Vicent, que a?ade: ¡°Chaves fue un gran cronista de combate. Era republicano , pero fue duro con la Rep¨²blica. Eso hizo que no fuera apreciado ni por unos ni por otros. Fue un modelo de la tercera Espa?a y el paso del tiempo le ha puesto en su sitio¡±.
Frente al ejemplo del autor de A sangre y fuego, el cinismo y los bandazos ideol¨®gicos distinguen a buena parte de los ¨²ltimos mohicanos. Azor¨ªn, por ejemplo, evolucion¨® desde el anarquismo al franquismo. ¡°La pasi¨®n por la escritura de casi todos ellos era una pasi¨®n adaptable a las circunstancias¡±, indica Vicent. Puro instinto de supervivencia en una Espa?a muy precaria: ¡°La literatura era colateral con el hambre, estaba pared con pared con ella¡±.
La revoluci¨®n digital y el fin de la cultura de la tertulia de caf¨¦ sobrevuelan la charla. Los ¨²ltimos mohicanos refleja una ¨¦poca, la anal¨®gica, en fase ag¨®nica. ¡°Antes, muchos art¨ªculos eran hijos de lo que se hablaba en las tertulias¡±, se?ala Vicent. ¡°Ahora, el caf¨¦ es Internet¡±, a?ade Trueba. La Red, apunta Vicent, ¡°es el cerebro universal y, como en todos los cerebros, hay un mont¨®n de basura. Pero tambi¨¦n se pueden encontrar pepitas de oro¡±. Los dos abominan de la nostalgia por un tiempo que parece que se va definitivamente. En la Red, y entre las nuevas generaciones que publican en peri¨®dicos, advierten mucho talento. ¡°Hay tuits geniales, de gran altura literaria. Y escritores que no desmerecen de los que retrato en el libro¡±.
El placer de leer
El vuelco digital tambi¨¦n ha afectado a la manera de observar la realidad, de contarla, de interpretarla y de leerla. Cada vez es m¨¢s raro encontrar a alguien menor de 40 a?os que lea en papel, sobre todo, los peri¨®dicos. Trueba no acaba de ver tan negro el futuro: ¡°Rafael Azcona dec¨ªa que hay que desconfiar de los apocal¨ªpticos. ?Qui¨¦n nos iba a decir que iba a volver el vinilo? Me resisto a creer que la humanidad sea tan tonta como para prescindir del placer de leer en papel¡±.
Vicent no lo discute, pero cree que ¡°dentro de poco, los que lean en papel ser¨¢n como una secta esot¨¦rica y exquisita. Se reconocer¨¢n por la calle con la mirada¡±. Y agrega: ¡°[Albert] Camus dec¨ªa que nuestras generaciones se recordar¨¢n por ser las que se masturbaban y las que le¨ªan peri¨®dicos¡±. ¡°?T¨² crees que las nuevas generaciones ya no se masturban?¡±, deja caer Trueba. ¡°S¨ª, pero ya casi no leen peri¨®dicos¡±.
El d¨ªa en que Vicent volvi¨® al Caf¨¦ Gij¨®n con Emma Su¨¢rez
Manuel Vicent recuerda que la primera vez que entr¨® en el Gij¨®n, el pintor Paredes Jardiel, a cuatro patas y ladrando, se fue a por ¨¦l y le mordi¨® una pierna. En ese instante, pens¨® que ese caf¨¦ era su sitio.
En su tertulia se prohibieron la presencia de mujeres: ¡°Si ven¨ªa una nos volv¨ªamos gilipollas. Todos quer¨ªamos ser los m¨¢s listos y graciosos¡±. Una tarde de los 80, fundaron un club delicado y secreto, ¡°Enamorados de Emma Su¨¢rez¡± (EDES). La actriz, c¨®mplice, quiso venir esta ma?ana al Gij¨®n por sorpresa.
Su¨¢rez asiste perpleja a alguna de las an¨¦cdotas b¨¢rbaras del caf¨¦. Vicent habla de Sandra, uno de los iconos del Gij¨®n, musa de artistas, bohemia, descarada y sensual. En una ocasi¨®n, una se?ora de las que iba a fisgar y detectar famosos, le pregunt¨®: ?Es usted actriz?¡±. Sandra le sac¨® de toda duda: ¡°No, se?ora, yo soy puta¡±.
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