Trabajo de amor ganado

Como sugiere un personaje de esta pel¨ªcula libre, desaforada y radical, el barrio de Triana encarna algo as¨ª como el Otro Lado de Sevilla: el espacio de lo verdadero, lo espiritual y lo elevado. Y, se podr¨ªa a?adir, tambi¨¦n el espacio de lo posible (y lo imposible): el territorio de la utop¨ªa contracultural que encarn¨® la formaci¨®n roquera hom¨®nima que aqu¨ª -en esta pel¨ªcula que no es documental nost¨¢lgico, ni biopic, ni tampoco remembranza de una ausencia, sino festivo ritual de transmisi¨®n de una sensibilidad y una manera de estar en el mundo de una generaci¨®n a otra- es revivida y transubstanciada en viva materia cinematogr¨¢fica por dos tipos que la conocieron bien (y contribuyeron a forjarla); los hermanos Javier y Gonzalo Garc¨ªa Pelayo.

El primero, que en la pel¨ªcula explora a fondo su vena corsaria y su inmenso carisma como actor natural, fue su m¨¢nager. Gonzalo, que ha pasado de ser el secreto mejor guardado del cine espa?ol de la Transici¨®n a ejercer de infatigable forajido de la imagen en tiempos de Otro Cine Espa?ol, fue su productor.

Aunque empiece con un planto funerario, Todo es de color adopta la forma de una celebraci¨®n colectiva. El espectacular plano secuencia, rodado con un dron, que parte, a ras de suelo, de la entrada del cementerio para alzar el vuelo y seguir a un grupo de motoristas convencidos de que la libertad no es su destino, sino su camino, bien podr¨ªa ser uno de los arranques m¨¢s en¨¦rgicos y absorbentes que ha dado el cine espa?ol de este a?o. La posterior interpretaci¨®n coral de Tu frialdad marca la cumbre expresiva de una pel¨ªcula que no deja de tomar decisiones entre lo discutible y lo pintoresco -algunas notas de humor-, pero que resulta irrebatible en su condici¨®n de trabajo de amor ganado.