El bello oto?o de Bob Dylan
Una radiograf¨ªa de algunas de las mejores canciones del m¨²sico en su ¨²ltima etapa muestra su magn¨ªfica vejez
Esquivo con su propio mito e inmerso en su particular¨ªsimo modo de vida entregada a la m¨²sica y la carretera, Bob Dylan alcanza los 75 a?os con casi m¨¢s actividad que nunca, aunque el eco de su obra no resuene en la conciencia colectiva contempor¨¢nea con tanto fervor como en otras ¨¦pocas. Con esa mueca que le acompa?a desde sus primeros a?os como de ir dos pasos por delante, o al menos de saberse due?o de sus propios pasos e ir a su bola, Dylan ha tenido olfato art¨ªstico y magn¨ªfica sensibilidad para trasladar la vejez a su m¨²sica, creando obras m¨¢s que notables desde que en 1997, cuando la publicaci¨®n de Time Out of Mind, muchos ya pensaban que el cantautor m¨¢s genial del siglo XX, que entonces ten¨ªa 56 a?os, estaba para el arrastre, sin inspiraci¨®n y condenado al ocaso. Pero desde entonces no solo ha mostrado una devoci¨®n a la m¨²sica incre¨ªble -por no decir casi enfermiza- sino que ha compuesto algunas de sus mejores canciones.
Desde el celebrado Time Out of Mind hasta el reciente Fallen Angels, publicado la semana pasada, ha creado todo un universo repleto de s¨ªmbolos del pasado y evocaciones nost¨¢lgicas. De esta forma, como filtrados por una cinta en Super 8, los lugares de su infancia o de la historia norteamericana aparecen poblados de personajes an¨®nimos que tiran con promesas incumplidas, amores rotos y destinos crueles. Con una habilidad similar a la del joven prodigioso de los sesenta, toma pr¨¦stamos -algunos demasiado evidentes- de sus bluesmen predilectos que entrecruza con los homenajes a sus h¨¦roes ca¨ªdos del folk, el country o los standards de jazz. Tambi¨¦n conviven las referencias literarias de poetas y novelistas con las citas de la Biblia. Pero se podr¨ªa afirmar que hay una constante en toda esta etapa anciana: la sensaci¨®n de soledad. Es como si Dylan no solo hablase del pasado, sino de un presente que se desvanece.
Artista del trapecio, negador absoluto de cualquier interpretaci¨®n que los oyentes y cr¨ªticos musicales quieren dar a sus canciones, el m¨²sico ha compuesto toda su obra de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas con la misma especie de trance emocional. Escuchando con atenci¨®n todos los recovecos de Time Out of Mind, Love & Theft, Together Through Life, Modern Times, Tempest, Shadows in the Night y Fallen Angels, puedes ver siempre el reflejo de un hombre con arrugas y mirada veterana, seguro de s¨ª mismo y casi orgulloso en su condici¨®n de incomprendido, tarado o ermita?o, pero que viaja con un aura solitaria, consciente al menos de haber vivido.
De toda esta obra, hay canciones en las que directamente Dylan hace referencia a la vejez, siendo de hecho algunas de ellas las m¨¢s abrumadoras de todo este per¨ªodo. Para radiografiar a este Dylan en el bello oto?o de su vida, destacamos seis:
Not Dark Yet
En Time Out of Mind, se guarda una maravilla de reflexi¨®n de un hombre mayor y cansado. Not Dark Yet es un ejemplo perfecto de compositor crepuscular, que ¡°no busca nada en los ojos de los dem¨¢s¡± y sabe que el tiempo corre de forma inexorable, aunque, como se?ala en el estribillo, ¡°a¨²n no ha oscurecido, pero la noche empieza a caer¡±. La melod¨ªa se balancea y su voz de venerable ¨®xido surge como de las aguas. ¡°Mi comprensi¨®n de la humanidad se ha escurrido por los desag¨¹es¡±, canta. Sumergirse en su ambiente de extra?a balada es como palpar cicatrices en la oscuridad.
Highlands
Su odisea en este periodo compositivo queda fenomenalmente constatada en Highlands, que cierra Time Out of Mind. Pasando de cualquier canon, Dylan planta este blues de m¨¢s de 16 minutos en el final del disco. Su guitarra y la de Daniel Lanois comparten espacio pero son el ¨®rgano de Augie Meyers y el Wullitzer de Jim Dickinson los que dan un aire lit¨²rgico a este periplo vital y lamento de la juventud perdida que busca descansar en la regi¨®n fr¨ªa de Highlands, s¨ªmbolo del Delta. El m¨²sico canta: ¡°Grandes nubes blancas se mecen como carrozas¡±.
Bye and Bye
Antes de la publicaci¨®n de sus dos ¨²ltimos discos de standards, Dylan demostr¨® su gusto por la balada americana con sabor a swing. Esta composici¨®n, ya cantada con su peculiar voz crooner, se incluye en Love & Theft, el ¨¢lbum que m¨¢s meti¨® a su creador en ese credo de m¨²sico ambulante, como natural de esos espect¨¢culos minstrels de principios del siglo XX. ¡°Para m¨ª el futuro ya es cosa del pasado¡±, reza uno de los versos. Uno de los temas que m¨¢s planean por Love & Theft es la salvaci¨®n. El hombre que lo canta con iron¨ªa y calidez parece buscar estupefacto un sitio fuera del mundo que le rodea.
Workingman¡¯s Blues #2
A la altura de su mejor cancionero de todos los tiempos, esta canci¨®n, perteneciente a Modern Times e inspirada en Workin¡¯ Man Blues del forajido del country Merle Haggard, recientemente fallecido, es una confesi¨®n que muestra todo el poder narrativo de Dylan. Amparada por una melod¨ªa dolida pero absorbente, describe un mundo cotidiano que se desmorona. ¡°Ning¨²n hombre, ninguna mujer sabe / La hora en que llegar¨¢ el sufrimiento / En la oscuridad escucho la llamada de las aves nocturnas¡±, canta Dylan con su voz arrastrada pero de una sutileza extraordinaria. ¡°El sue?o es como una muerte temprana¡±, sentencia. Pero el protagonista an¨®nimo, un obrero desorientado y desgastado, muy lejos de sus a?os de juventud, todav¨ªa saca fuerzas para mirar a la vida de frente y hallar tambi¨¦n la compasi¨®n necesaria en la m¨²sica. ¡°Re¨²nete conmigo al final, no te retrases / Tr¨¢eme mis botas y zapatos / Puedes rendirte o luchar lo mejor que puedas en primera l¨ªnea / Canta un poquito este blues del trabajador¡±.
Cross The Green Mountain
La participaci¨®n de Dylan con canciones para pel¨ªculas resulta cuanto menos interesante. Esta composici¨®n, incluida en The Bootleg Series, Vol. 8, forma parte de la banda sonora de Gods and Generals, dirigida por Ronald F. Maxwell. Ambientada en la Guerra de Secesi¨®n, la cinta cuenta con esta balada folk, que se estira hasta los ocho minutos con su atm¨®sfera brumosa e hipn¨®tica. Como uno de esos soldados que van a morir a los que canta, Dylan reflexiona sobre el sacrificio de los combatientes como si estuviese hablando consigo mismo, revisitando las huellas de su pasado, poniendo en valor lo que le queda del presente e intentado dar sentido a la batalla de la existencia. ¡°Es la ¨²ltima hora del ¨²ltimo d¨ªa del ¨²ltimo a?o feliz y siento que un mundo desconocido est¨¢ cerca¡±, narra con nobleza.
Soon After Midnight
Esta murder ballad parece como sacada de una vieja gramola. Dentro de Tempest, esta composici¨®n es una evocaci¨®n a la muerte que cuenta con la voz nasal de Dylan en un estado casi furtivo. Hay dulzura en su manera de relatar pero tambi¨¦n hay cierto desapego, como si el final estuviese asumido. ¡°Es ahora o nunca¡±, dice una de las frases, que remiten al It¡¯s now o never de Elvis Presley, ¨ªdolo de juventud de Dylan. El anciano que la canta se muestra como un hombre en movimiento. El a?o pasado en su interesant¨ªsimo discurso ¨Clleno de dardos envenenados y homenajes sinceros- por la conmemoraci¨®n de su figura en MusicCares, Dylan se despidi¨® de la siguiente forma: ¡°Como dice el espiritual: ¡®A¨²n estoy cruzando el Jord¨¢n¡¯¡±. Y s¨ª, tal y como indican sus discos, y su vida en la carretera, este m¨²sico ingobernable de 75 a?os todav¨ªa est¨¢ en tr¨¢nsito. Todav¨ªa discurre por el mundo, al que ha aportado el valioso capital de sus canciones, como un aut¨¦ntico bardo del rock.
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