Un pueblo muerto¡ y ahora resucitado
Junto a la soriana sierra de la Alcarama, unos pocos vecinos se resisten, entre casas en su mayor¨ªa derruidas, a aceptar que el lugar donde nacieron est¨¢ abandonado oficialmente
Sarnago muri¨® y sin embargo existe. Eso es un decir. Dando pasos confundidos por la placetuela de lo que fue el pueblo, bajando luego a los caminos de arbusto y aulaga, bordeando los ribazos, pisando los cantorrales y sorteando cagajones y cagarrutas (apenas: ya no hay casi animales, aunque cuidado con las v¨ªboras y los luciones), rozando con los dedos la verja del camposanto apenas cerrada con un alambre, habr¨¢ que concluir que lo segundo es una verdad irrevocable/demostrable, no as¨ª lo primero.
Concluir que, al cabo, Sarnago, existir, existe.
Est¨¢n ah¨ª sus casas de piedra y madera bajo el sol en esta tarde de verano, junto a la soriana sierra de la Alcarama. Derruidas en su inmensa mayor¨ªa, eso es cierto. Pero morir¡ la verdad es que no se puede llamar ¡°morir¡± al latir secular de la memoria entre los muros ca¨ªdos, las vigas derrumbadas y la voz callada de los muertos, pero sobre todo la estruendosa voz de los vivos y bien vivos.
El Boni, Jos¨¦ Mari, Jes¨²s, Milagros, Pablo, el padre Delf¨ªn y algunos hijos y algunos nietos¡ quienes como unos Ast¨¦rix y Ob¨¦lix de las Tierras Altas de Soria ¡ªel mayor desierto demogr¨¢fico de la Uni¨®n Europea¡ª resisten y se niegan a que el rodillo del olvido siga aplastando su ilusi¨®n, a saber: negar la versi¨®n oficial que sostiene que el pueblo donde nacieron hace 89, 76, 70, 60 a?os, tanto da, dej¨® de existir oficialmente hace ya cosa de medio siglo. Y que, por lo tanto, es un pueblo abandonado. Y que, en consecuencia, nada sirvi¨®: ni siquiera el paso de los siglos y el relevo de las generaciones. Y que, as¨ª las cosas, hay que releer a Kierkegaard para rescatar aquella frase suya, esa que dec¨ªa que la vida se puede vivir hacia adelante ¡°pero solo se entiende hacia atr¨¢s¡±.
Pista sin asfaltar
Sarnago existe y resiste. Encaramado ah¨ª arriba, a unos cinco o seis kil¨®metros de San Pedro Manrique y sus c¨¦lebres brasas por las que transitan hombres y mujeres con pies de hierro, al otro lado del puerto de Oncala seg¨²n se viene de Soria capital, atravesando una penosa pista sin asfaltar y dejando a la derecha las ruinas templarias de San Pedro el Viejo. Sarnago solo muri¨® en los papeles con matasello oficial, all¨¢ por 1965.
Bonifacio P¨¦rez Vallejo, El Boni, naci¨® aqu¨ª hace 89 a?os. Se fue a vivir a Cornell¨¢ (Barcelona) con apenas 20. Y all¨ª sigue viviendo. Y sin embargo¡ ¡°Desde entonces, todos los veranos vengo de vacaciones por lo menos unos d¨ªas aqu¨ª, al pueblo¡±. Y aqu¨ª est¨¢ esta buena tarde, sentado en una silla de pl¨¢stico a la sombra de un muro. Esta es su historia: ¡°Yo pas¨¦ 11 a?os aqu¨ª de reci¨¦n casado, y oye, estaba bastante contento con lo que ten¨ªa¡ primero fui pastor, luego labrador, luego me cas¨¦ y luego vino la luz. Porque hasta entonces estaba el candil. Todo esto fue en el a?o 56. Entonces solicit¨¦ el trabajo y me hicieron electricista. Me pusieron a mi cargo seis pueblos: Valdenegrillos, Fuentebella, Acrijos, Valdelavilla, El Vallejo y Sarnago¡±. Hoy, casi todos ellos tragados por el paso del tiempo, como miles de pueblos y aldeas de Espa?a.
En agosto de 1980 se fund¨® la Asociaci¨®n de Amigos de Sarnago, que fue recuperando cosas poco a poco: que si cambiar una tuber¨ªa, que si solicitar la luz el¨¦ctrica en condiciones, que si poner cloacas, el tel¨¦fono, rescatar tradiciones locales como el baile de las M¨®ndidas o el ritual del Ramo, o abrir el diminuto museo etnogr¨¢fico, que se ense?a a quien lo pide (sobaderas de pan, cardadores de c¨¢?amo, varillas de cedazo, peines para mulos, rebajes para machihembrar, zagones, horcas, serones, yuntas, cuernos para llamar a las cabras¡).
Y negociar a cara de perro (en ello est¨¢n ahora) con el Obispado de Soria-Osma para que se les ceda lo que un d¨ªa fue la iglesia del pueblo y hoy es pr¨¢cticamente un vestigio. ¡°La queremos arreglar sobre todo para que nuestros mayores puedan verla recuperada antes de irse¡±, explican. Hoy, bajo la batuta de Jos¨¦ Mari Carrascosa, esta aut¨¦ntica c¨¦lula de resistencia con interminables dosis de entusiasmo y absoluta carencia de medios sigue empe?ada en tachar del diccionario las palabras ¡°pueblo abandonado¡±.
Delf¨ªn, el sacerdote
Y aqu¨ª viene otra historia. Es la del sacerdote Delf¨ªn Hern¨¢ndez, hermano del periodista y escritor Abel Hern¨¢ndez, autor de libros como Historias de la Alcarama o Leyendas de la Alcarama (Gadir Editorial) y oriundo de la misma plaza del pueblo. Ambos vivieron aqu¨ª, de ni?os, entre 1940 y 1950.
Esta tarde, sobre todo don Delf¨ªn, se acuerda de aquella tormenta de piedra inolvidable y terrible: ¡°Fue a principios del verano, a finales de los a?os cincuenta, dur¨® unos siete minutos y ca¨ªan as¨ª, como nueces. Dej¨® toda la parte de arriba del pueblo arrasada. Para m¨ª que aquello fue un poco el detonante, la gente del pueblo ya se lo empez¨® a pensar¡ con la cosecha destrozada, ya sabes¡ Y luego lleg¨® la repoblaci¨®n forestal de pinos, lo que acab¨® por echar a muchos del pueblo. Al poner los pinos acabaron con las dehesas, con los robles, que era lo que m¨¢s abundaba all¨ª, y sobre todo con los pastos de animales y un poco con la raz¨®n de ser de Sarnago. La gente se fue a Logro?o, a Tudela, a Pamplona, a muchas partes busc¨¢ndose la vida. Al final qued¨® solo un pobre hombre que acab¨® muriendo alcoholizado y al que ni siquiera enterraron¡±. El pobre Aurelio, ¨²ltimo vecino de Sarnago y al mismo tiempo su ¨²ltimo alcalde, falleci¨® as¨ª en 1979.
Y don Delf¨ªn: ¡°Queda un poso de desilusi¨®n, pero es que esto sigue pasando. Los pueblos siguen mermando, han quitado las escuelas, han quitado las vacas, lo han quitado todo. Desde arriba no se ha ayudado nada, y desde abajo¡ pues tampoco. Aqu¨ª, en los peque?os pueblos de Soria, nunca ha habido conciencia social, de grupo, ni sentido comunitario, ni solidaridad, o no la he visto yo brillar en nuestra Soria cochina, que era el juramento de mi abuelo Natalio cuando estaba cabreado, ¡®?Mecag¨¹en mi Soria cochina!¡±.
La ¨²ltima habitante entre las zarzas
En Valdenegrillos est¨¢ la se?ora Romana. La se?ora Romana sigue emperrada, a sus 87 a?os, en vivir en ese pueblo tambi¨¦n oficialmente desaparecido. Es la ¨²nica habitante que queda entre las zarzas y la ruina. Recorre siete kil¨®metros a pie cuando va a San Pedro Manrique para encargar la compra. Tarda tres horas y media. Se rompi¨® hace unos a?os la cadera. ¡°A veces tenemos que subir a quitarle matorral y adecentar aquello un poco, porque no se puede ni andar¡±, explica Jes¨²s Catal¨¢n, vicepresidente de la Asociaci¨®n Amigos de Sarnago. Recu¨¦rdese: todo este peque?o relato se refiere a unas gentes y a unos lugares de un pa¨ªs llamado Espa?a y al a?o 2016.
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