¡®El Cristo ciego¡¯ pone a prueba la fe de los espectadores
La tercera pel¨ªcula del chileno Christopher Murray es un festival de panor¨¢micas y silencios
En agosto de 2010, el mundo entero qued¨® perplejo ante las im¨¢genes que llegaban desde el norte de Chile: 33 trabajadores de la mina San Jos¨¦ quedaron atrapados durante 70 d¨ªas por un derrumbe accidental. Por aquellos d¨ªas, todos los ojos apuntaron a Copiap¨®, pero como suele suceder en estos casos, una vez que los mineros emergieron de la tierra, la atenci¨®n se disip¨®. A 16 a?os de ese hecho, la realidad de los habitantes de esa regi¨®n de Chile no ha cambiado. Eso es lo que retrata El Cristo ciego, un film de 85 minutos que participa en la competencia internacional del Festival de Cine de Mar del Plata y que apenas cuenta con algunos di¨¢logos, aunque ni falta le hace: la direcci¨®n de fotograf¨ªa, a cargo de Inti Briones, y la m¨²sica del compositor ruso Alexander Zekke lo hacen todo por el guion.
Murray elige una manera original de desnudar la pobreza y el abandono por parte del Estado que sufren los habitantes del norte de Chile. El ¨²nico actor de raza que compone el elenco, Michael Silva, encarna a un mec¨¢nico de 30 a?os que afirma ser un iluminado. El cree que ¡°cualquiera que se d¨¦ cuenta que est¨¢ hecho de Dios, puede sanar¡±, y bajo esa premisa encara una particular peregrinaci¨®n por el desierto al encuentro de un viejo amigo que se fue a trabajar a la mina. En su camino se encontrar¨¢ a vagabundos, sicarios, drogadictos y mujeres abandonadas y hasta celebrar¨¢ bautizos en el r¨ªo como en la Biblia. El largometraje ignora la figura de Cristo de rasgos arios y discursos pirot¨¦cnicos, y presenta al protagonista como un mes¨ªas latinoamericano que reparte par¨¢bolas en jogging, encendiendo poco a poco la esperanza en un pueblo invadido de carencias. El joven director chileno recorre con su c¨¢mara quieta los horizontes que atraviesa el protagonista en su largo camino, reflejando el interior de los personajes a trav¨¦s de los paisajes: desde los exteriores ¨¢ridos hasta los interiores despojados de cada hogar, trazando un mapa que propone al milagro como un hecho pol¨ªtico m¨¢s que metaf¨ªsico.
La falta de di¨¢logos resulta ideal en una pel¨ªcula donde participan actores no profesionales y rodada en un lugar del mundo en el cual no parece haber espacio para la repregunta ni los cuestionamientos. La pel¨ªcula promueve el arte de escuchar en un sitio donde nadie habla y comulga la posibilidad de derribar muros solo con la fe, en un desierto donde ese trabajo es del viento.
¡°El Cristo Ciego es para m¨ª una historia ¨²nica sobre un joven que intenta sobrellevar una dura realidad utilizando un milagro y la manera en que las comunidades religiosas pueden encontrar una raz¨®n de vida a trav¨¦s de su camino. Sin profesar ninguna religi¨®n, hice esta pel¨ªcula porque estoy convencido de que al reflexionar sobre la fe podemos destapar los conflictos sociales que hist¨®ricamente han plagado nuestro pa¨ªs y nuestra sociedad¡±, afirma Murray. ¡°Una de las historias que recreamos es la del sicario, inspirada en una persona que conoc¨ª en un centro de rehabilitaci¨®n. Las cicatrices que se ven son los balazos que recibi¨®. Esa es una verdad irrepetible. La experiencia creativa de poner a alguien a vivir la propia vida contada como en un cuento es una experiencia ¨²nica y muy sugerente¡±, cuenta el realizador.
Pampa del Tamarugal es la locaci¨®n en la que se rod¨® el filme. Est¨¢ ubicada en la regi¨®n de Tarapac¨¢, a unos 2.000 kil¨®metros al norte de Santiago de Chile, cerca de Iquique. Es una zona con gran amplitud t¨¦rmica y que sufre una profunda sequ¨ªa, a pesar de contar con numerosas reservas de agua en los subsuelos. Su geograf¨ªa est¨¢ dominada por los desiertos y las salitreras. Se trata de un lugar al que no llega ni Dios, pero que -en palabras del director- son ¡°esos desiertos que han marcado nuestra humanidad y nos permiten penetrar en los conflictos del pa¨ªs¡±.
Babelia
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