Cuando Warhol visit¨® Espa?a por ¨²ltima vez
Una exposici¨®n recuerda el paso del artista pop e icono moderno en 1983
Antes de ser musa de la movida y due?a del bar Cock, Teresa Nieto fotografi¨® a Andy Warhol durante todo un d¨ªa. Fue en Toledo, un g¨¦lido febrero, all¨¢ por 1983. ¡°Hab¨ªa venido para exponer en la galer¨ªa de Fernando Vijande y quiso hacer una excursi¨®n. Me col¨¦ en un grupo de siete y no par¨¦ de hacerle fotos. Estuvo de lo m¨¢s amable, no le importaba¡±, cuenta Nieto.
Guard¨® las copias en un caj¨®n y, hace poco, su amiga Patricia Reznak le dijo que bien val¨ªan una exposici¨®n para calentar un poco el ambiente previo a Arco. As¨ª que hoy cuelgan en las paredes de su bar en Chueca, del que Nieto es propietaria junto a dos socios. De aquel d¨ªa pel¨®n escoltando al marqu¨¦s del arte pop, guarda recuerdo de vivos y muertos. ¡°Estaban Fred Hughes, su secretario personal, Christopher Mako, amigo ¨ªntimo y fot¨®grafo artista de la Factory, Carlos Asti¨¢rraga, a quien Warhol llamaba my spanish boyfriend, Lorenzo Larios y Vicente Carret¨®n. Estos dos, ya murieron¡±. Precisamente, el 22 de febrero se cumplen 30 a?os de la muerte del artista nacido en? Pittsburgh.
Pero tambi¨¦n le vienen a la memoria gustos extra?os para quien se presentaba en la ciudad como templado icono moderno con fama de vouyeur asexuado: ¡°Estaba obsesionado con la arquitectura fascista. Adem¨¢s de Toledo, quiso que le llevaran al Valle de los Ca¨ªdos. Tambi¨¦n con que le presentaran a ricos y arist¨®cratas. Al final ven¨ªa a vender y, esta gente, ya sabes¡±, comenta Nieto. ¡°De m¨ª no le pod¨ªa atraer ning¨²n relumbr¨®n. Yo, de t¨ªtulos, el de bachiller. No tengo ni el de Farmacia: lo dej¨¦ en cuarto¡±.
De lo primero, esa atracci¨®n por el lado oscuro de los monumentos, all¨¢ ¨¦l. Lo segundo ten¨ªa su justificaci¨®n. Ven¨ªa a colocar unas obras valoradas entonces en torno a los 10.000 o 12.000 d¨®lares. ¡°Salvo los retratos, que costaban 25.000. De haber tenido algo, me hubiese llevado uno y hoy andar¨ªa retirada. Un amigo me acaba de decir que se deshizo del que le compr¨® entonces y ha sacado m¨¢s de dos millones de euros¡±.
¡°Estaba obsesionado con la arquitectura fascista. Adem¨¢s de a Toledo quiso que le llevaran al valle de los Ca¨ªdos", cuenta Teresa Nieto
Quien estuvo a punto de formar parte de uno de sus retratos fue Javier Cavero, hoy duque de Bail¨¦n. Cuando Warhol cay¨® con sus siete amigos por Toledo, le organizaron una comida en La Quinta de Mirabel, el cigarral que el arist¨®crata posee en los alrededores de la ciudad. ¡°Se empe?¨® en hacerme un retrato ecuestre, pero, en vez de a caballo, montado en mi Harley Davidson¡±.
Cuando Cavero le pregunt¨® qu¨¦ sello original aportar¨ªa, Warhol le dijo: ¡°Mi t¨¦cnica propia. Cuando acabo las copias, las extiendo por el suelo y las meo encima¡±. Al final no lo hizo, lamenta hoy Cavero. ¡°Oye, hubiese sido un honor¡±. ?Y del Greco quiso saber algo? ¡°Me parece a m¨ª que el Greco se la refanfinflaba¡¡±.
Warhol prefiri¨® ver el Alc¨¢zar, y cuando en la casa le mostraron los tapices, las habitaciones y los aljibes, todas esas cosas de tanto pedigr¨ª, se qued¨® alucinado con los reflejos invernales del agua sucia que sal¨ªan, como fantasmas g¨¦lidos, de la piscina. ¡°Ten¨ªa esa visi¨®n propia del artista, le gustaba lo que menos esperas¡±, comenta Piedad Aguirre, esposa entonces de Cavero y anfitriona aquel d¨ªa. ¡°Cuando quisimos saber qu¨¦ le parec¨ªa realmente Toledo, contest¨®: como Disneylandia, pero de verdad¡±.
La escapada le dej¨® impert¨¦rrito. Paseaba por la ciudad y por las habitaciones del cigarral tan solo alerta al clic de su c¨¢mara Chinon. ¡°La llevaba colgada, y para sacar fotos ni miraba por el objetivo, simplemente pulsaba mientras iba andando sin ni siquiera enfocar¡±, recuerda Nieto. En la cazadora iba poniendo los carretes gastados en el bolsillo izquierdo y sacando los nuevos del derecho. Todo mec¨¢nico, como un robot, picado de viruela, con el pelo blanco de hechicero pop y las gafas de pasta bien graduadas para detectar coleccionistas y cuentas corrientes.
Distante, pero amable. Divo discreto con un mont¨®n de gruppies alrededor en el tiempo propicio para su evangelio entre rupturista y algo pedorro de la movida. "Su llegada fue un acontecimiento", recuerda Teresa. Le organizaron tambi¨¦n fiestas en casa de la familia March y de Jacobo Hachuel. ¡°Fabio MaCnamara se tir¨® a la piscina nada m¨¢s llegar y, qu¨¦ mono, le encant¨® que enseguida apareciera un mayordomo con un albornoz¡±, dice Nieto.
Era invierno y nadie le sigui¨® en eso del chapuz¨®n. Una lata ponerse a bailar empapados cuando Alaska comenzara con sus himnos de homenaje a Warhol¡ Con Almod¨®var, c¨®mo no, tambi¨¦n en el ajo¡ Y los Costus¡ Y toda la parafernalia movidesca, pasada y presente, varios ca¨ªdos no tanto por Dios y por Espa?a sino por culpa del exceso y las papelinas. Aquella fue la ¨²ltima vez que Warhol visit¨® Espa?a. Muri¨® en 1987, al complic¨¢rsele la convalecencia de una operaci¨®n de ves¨ªcula. Dej¨® una estela que hoy perdura en la m¨²sica, el cine, las artes visuales, as¨ª como el recuerdo de su educada impenetrabilidad por Madrid.
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