Ni canta ni baila: Jimmy Kimmel, un hombre normal en los Oscar
El presentador de la gala se hizo famoso por 'I¡¯m fucking Matt Damon' y por poner a famosos a leer tuits ofensivos
La tarta del 18? cumplea?os de Jimmy Kimmel (Nueva York, 1967) era una declaraci¨®n de intenciones sobre su futuro profesional. Entonces no lo sab¨ªa, pero este adolescente crecido entre una numerosa familia italiana en Las Vegas estaba llamado a presentar los Oscar. En el pastel hab¨ªan escrito con letras gigantes?Late Night, nombre del programa nocturno de David Letterman que hab¨ªa convertido en su m¨¢xima obsesi¨®n. Dave era su mentor tras el cristal. "Nunca hab¨ªa visto a alguien con su sentido del humor". Kimmel aspiraba a seguir todos sus pasos: desde empezar en la radio a tener su propio programa de entrevistas nocturno. Pero 14 a?os despu¨¦s de lanzar?Jimmy Kimmel Live todav¨ªa le faltaba cumplir un reto que Letterman solvent¨® (de manera desastrosa) en 1995. Alg¨²n d¨ªa tendr¨ªa que aceptar el trabajo m¨¢s ingrato del mundo del espect¨¢culo, presentar los premios Oscar.
Kimmel llevaba a?os entren¨¢ndose para la tarea, siempre esperando el encargo. Ha llegado, sin embargo, en un momento dif¨ªcil para probar su val¨ªa: en el a?o de Trump y La La Land, dos cosas por las que no se muestra especialmente interesado. Con su sonrisa perenne y atuendo cl¨¢sico, Kimmel hace, al fin y al cabo, el papel de hombre normal, un c¨®mico perfeccionista que prefiere tomar un segundo plano detr¨¢s de sus piezas y nunca convertirse en el personaje.
Si los espectadores esperan soflamas y bromas meditadas sobre las medidas del presidente, Kimmel no es su hombre. Y si quieren disfrutar con m¨²sica y bailes espectaculares, tampoco. La pol¨ªtica nunca ha sido lo que ha movido el programa que lleva presentando desde 2003, pese a que los chistes del mon¨®logo ser¨¢n inevitables. "Mi preocupaci¨®n es que hablemos demasiado sobre Trump, pero mi trabajo es comentar lo que la gente habla", explicaba en The New York Times. Al buscar en Youtube actuaciones suyas cantando, a su vez, lo ¨²nico que aparece son v¨ªdeos del otro Jimmy nocturno. Ese Fallon que imprimi¨® con sus laringes los Globos de Oro este a?o. "Buena parte de los espectadores no nos diferencian".
'I'm fucking Matt Damon'
Todo comenz¨® como una broma recurrente en los primeros a?os de Jimmy Kimmel Live: "Nos hemos quedado sin tiempo, lo siento Matt Damon", dec¨ªa el presentador cada d¨ªa. Hasta que un d¨ªa el actor entr¨® al plat¨® para recibir el rechazo en carne y hueso segundos despu¨¦s. Se fue gritando y rompiendo el mobiliario. Pese a que alguno se lo creyera, todo era falso.
Desde entonces, Damon nunca ha sido invitado oficial del late-night, pero es uno de los que m¨¢s ha aparecido: ya fuera en parodias de su pel¨ªcula, en el viral I'm fucking Matt Damon (y su continuaci¨®n I'm fucking Ben Affleck) o incluso cuando Damon secuestr¨® todo un episodio y puso a Kimmel atado a una silla. Han hecho terapia de pareja y en ¨²ltimas semanas el productor nominado de Manchester frente al mar?reclama la paternidad del hijo de Kimmel. La guerra se ha convertido en una de las bromas m¨¢s divertidas del programa. En los pasados Emmy, Damon subi¨® al escenario justo despu¨¦s de que Kimmel no ganara el premio por su programa para volver a vengarse. Seguramente lo vuelva a hacer en los Oscar: "Estar¨¦ all¨ª para tirarle cosa".
"Se lo ofrecieron a 14 personas, y entonces llegu¨¦ yo", bromea Kimmel, que sirvi¨® de maestro de ceremonias en los Emmy en septiembre y que asegura que solo cobrar¨¢ 15.000 d¨®lares por los Oscar: "Dado que mi programa se rueda frente al teatro Dolby, era el que m¨¢s cerca estaba". Y es que, pese a su habitual desd¨¦n por el mundo de la celebridad, tambi¨¦n heredado de Letterman, la gala de los Oscar es algo que Kimmel conoce al detalle. No solo est¨¢ puerta con puerta y es de los pocos presentadores de late-night todav¨ªa en Los ?ngeles, sino que presenta el programa especial tras la ceremonia desde 2006, una responsabilidad encomendada por Disney gracias a la que cada a?o llena su programa de estrellas, con tr¨¢ilers falsos y diversos sketches virales.
Ese conocimiento de Internet fue precisamente lo que afianz¨® a Kimmel como la cara nocturna del canal ABC (que nada casualmente se encarga de emitir los Oscar). Durante d¨¦cadas, la cadena de Disney no quiso entrar en la guerra de los programas c¨®micos de madrugada. Kimmel, de hecho, lleg¨® a la franja casi de rebote, cuando en 2002 el debate pol¨ªtico Politically Incorrect llev¨® a la multinacional a lidiar con una campa?a de relaciones p¨²blicas casi irreparable. El corrosivo presentador Bill Maher se hab¨ªa metido en un jard¨ªn al contestar unas palabras de George Bush sobre el 11-S en directo: "Nosotros hemos sido los cobardes almacenando misiles en los barcos. Di lo que quieras sobre el ataque [a las Torres Gemelas], pero no fue cobarde". Tras estas declaraciones inflamatorias, la publicidad comenz¨® a marcharse y Maher fue?cancelado.
Tras este momento inc¨®modo, Disney pas¨® de fichar al favorito y m¨¢s pol¨ªtico Jon Stewart para escoger a un presentador regordete y desconocido, novio entonces de la humorista Sarah Silverman. Kimmel sal¨ªa barato y pondr¨ªa el programa en marcha en poco tiempo. Su amigo de la infancia ser¨ªa el l¨ªder de la banda y sus t¨ªos, primos y hasta su guarda jurado se convirtieron pronto en su plantel de personajes. No esperaban mucho m¨¢s.
As¨ª fue durante a?os. Aunque que nadie diera un duro, ten¨ªa su parte positiva: pod¨ªa empezar a experimentar y jugar con el formato, siempre respetando el clasicismo de su querido rival, David Letterman. El momento era propicio. Hab¨ªa una nueva web llamada Youtube donde cada uno sub¨ªa sus v¨ªdeos. Quiz¨¢s all¨ª lograran m¨¢s audiencia que en su espacio nocturno. En 2008, por fin, consiguieron el pelotazo: La canci¨®n I'm fucking Matt Damon (Me follo a Matt Damon), alimentada en una creciente disputa con el actor, les dio su primer viral. La marca Kimmel cogi¨® peso de la noche a la ma?ana. Incluso cuando no llegaba a tercero en audiencia, ABC influ¨ªa en un p¨²blico joven que interesaba.
Piezas recurrentes protagonizadas por famosos leyendo tuits insultantes, padres comiendo las golosinas de sus hijos y las parodias cinematogr¨¢ficas comenzaron a sumar millones de visitas en la red.?Hasta Obama se atrevi¨® con poco tino a responder un mean tweet. "Obama pasar¨¢ a la historia como el peor presidente de la historia", le¨ªa el entonces comandante en jefe en su m¨®vil: "Al menos ser¨¦ presidente", contestaba. El tuit lo escrib¨ªa Donald Trump.
Matt Damon, su guardaespaldas mexicano Guillermo y los tuits ofensivos seguro que no faltar¨¢n a la gala que le certifica como estrella.?Hoy Kimmel no da el perfil de perdedor, ha adelgazado, ha formado una familia con su guionista jefe, Molly McNearney, y es amigo de famosos como Jennifer Aniston, Howard Stern, John Krasinski y Emily Blunt. Pero, en el fondo, sigue pareciendo aquel tipo normal sin grandes aspiraciones.
Han pasado dos d¨¦cadas desde que en 1995, Letterman, con su sentido de la iron¨ªa, recibiera el encargo de conducir los Oscar. Erigi¨® un chiste sobre los nombres de Uma [Thurman] y Oprah [Winfrey] en uno de los momentos dignos de olvidar de la historia de los premios. Un silencio sepulcral se extendi¨® entonces por el teatro Kodak. Las cr¨ªticas fueron demoledoras. La experiencia le sirvi¨®, eso s¨ª, para hacer chistes durante 20 a?os. Nunca volvi¨® a pasar por ese trago. Su mayor seguidor quiere ahora enmendar su error. Esperemos que dentro de 20 a?os no recordemos as¨ª de su desastrosa gala.
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Babelia
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