El virus de la desconfianza

La m¨ªnima informaci¨®n y la m¨¢xima expresi¨®n en torno al thriller de terror de corte apocal¨ªptico, radicado en la existencia de un virus contagioso, es ya un m¨¦todo cl¨¢sico por parte de la producci¨®n cinematogr¨¢fica independiente. Escenario ¨²nico, apenas un pu?ado de personajes, desarrollo de la tensi¨®n a partir de la amenaza exterior, que a veces no tiene ni por qu¨¦ visualizarse, y subtextos alrededor de la solidaridad o la desconfianza entre seres humanos. Un territorio al que se ha dirigido el estadounidense Trey Edward Shults con Llega de noche, pel¨ªcula de c¨¢mara con apenas unos hilos narrativos que, tejida con consistencia dram¨¢tica y con la ayuda de apuntes formales eficaces, consigue lo que promete: un relato de tensi¨®n desesperada sobre la supervivencia y la familia como n¨²cleo protector, y como tumba.

Shults ejerce el minimalismo incluso en el guion, con muy exiguas pautas de informaci¨®n. No se sabe ni c¨®mo ni cu¨¢ndo lleg¨® el contagio, ni qu¨¦ lo produce exactamente, ni d¨®nde est¨¢n esos apenas seis personajes, ni el ¨¢rea de la superficie terrestre que ha sufrido la plaga, ni cu¨¢ntos humanos quedan. No hay medios de comunicaci¨®n ni tecnolog¨ªa. Tampoco demasiados di¨¢logos. Solo personajes, en una especie de regreso a los inicios del hombre en la tierra, a los recelos entre tribus, al autoabastecimiento, a la b¨²squeda del agua y la carne, al individualismo. Como en una met¨¢fora sobre estos tiempos de creciente suspicacia con el Otro, son los instintos m¨¢s primarios los que dominan en cada acci¨®n. Y ah¨ª el despertar sexual va a tener una importancia m¨¢xima.

Con una excelente banda sonora de Brian McOmber, cuerdas desgarradas, percusi¨®n primitiva, Llega de noche sabe ahondar en la cima cl¨¢sica (La cosa, de Carpenter, siempre en la memoria), es consciente de sus limitaciones, y sabe ad¨®nde va. Hasta un desenlace que acaba con cualquier esperanza, tanto dentro del relato como en sus matices m¨¢s impl¨ªcitos.