La revoluci¨®n moral del alcalde
Ficarra y Picone parecen haberse imbuido del esp¨ªritu cr¨ªtico de las grandes comedias a la italiana de los sesenta
Tras a?os de corrupci¨®n institucionalizada, de manipulaciones de cortijo propio, de caciquismo populachero, los ciudadanos de un pueblo de la costa siciliana han decidido con sus papeletas en las urnas dar un giro a su vida ordinaria. Hay nuevo alcalde y, con ¨¦l, nuevos entes y medidas, desconocidos hasta entonces: polic¨ªas municipales que dirigen el tr¨¢fico y hasta ponen multas, vigilancia de la presencia de funcionarios en sus centros de trabajo, cultura del reciclaje, una gr¨²a que, cual nave espacial venida desde un planeta desconocido, se lleva los coches mal aparcados, desaparici¨®n de los gorrillas del impuesto revolucionario, calles limpias, honestidad. Un sopapo en toda regla al muy mediterr¨¢neo y sure?o concepto de "la vista gorda", para acabar abrazando ideas tan revolucionarias en el lugar como el "permiso" y "el documento oficial".
LA HORA DEL CAMBIO
Direcci¨®n: Salvatore Ficarra, Valentino Picone.
Int¨¦rpretes: Salvatore Ficarra, Valentino Picone, Vincenzo Amato, Eleonora De Luca.
G¨¦nero: comedia. Italia, 2017.
Duraci¨®n: 88 minutos.
En su quinto largometraje, Salvatore Ficarra y Valentino Picone, tambi¨¦n protagonistas, c¨®micos televisivos de gran tir¨®n popular, parecen haberse imbuido del esp¨ªritu cr¨ªtico de las grandes comedias a la italiana de los a?os 60, indagado en el punzante humor cotidiano de los maestros Monicelli, Risi, Steno, Comencini y compa?¨ªa, y han compuesto con La hora del cambio una pel¨ªcula jocosamente lapidaria: la corrupci¨®n no sale de los de arriba, est¨¢ institucionalizada desde abajo, forma parte del arraigo social. El sur de Italia, simplemente, no sabe vivir de otro modo. La nueva pol¨ªtica, dir¨¢n unos, la vieja honestidad de Benjamin Franklin, dir¨¢n otros, es imposible en Sicilia. El clientelismo es su forma de ser. Y ahora que cada cual exporte sus conclusiones a cualquier otro lugar de la Europa mediterr¨¢nea, Espa?a incluida.
Al contrario que la inmensa mayor¨ªa de las comedias espa?olas de tir¨®n popular de los ¨²ltimos a?os, que nunca hacen sangrar a sus personajes ni a su sociedad, Ficarra y Ficone apuntan con bala a todos los estratos, desde el m¨¢s bajo hasta la Iglesia Cat¨®lica e incluso la Mafia, con capo vigilante desde el balc¨®n de su casona en la plaza del pueblo, a la manera de las novelas de Leonardo Sciascia. Y lo hacen huyendo de la mundanidad m¨¢s veros¨ªmil y acerc¨¢ndose a la parodia a trav¨¦s del sarcasmo.
Pese a la median¨ªa de su puesta en escena y su imagen, La hora del cambio no es solo una comedia divertid¨ªsima, que lo es. Tambi¨¦n es la demostraci¨®n de que se puede hacer una pel¨ªcula popular de actitudes reconocibles que no sea gruesa ni profundamente conservadora, sino directamente cr¨ªtica. Desde los detalles m¨¢s banales, los que vuelven locos al ciudadano en una nueva realidad ("?en qu¨¦ cubo se tiran las servilletas llenas de salsa?"), hasta los m¨¢s complejos. Que desde Roma, no se sabe si la Mafia o el gobierno, manden matones para cortar de ra¨ªz esa epidemia de honestidad que puede extenderse hacia el Norte es el mejor s¨ªntoma de que el ingenio c¨®mico tambi¨¦n puede ser conspiranoico.
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