M¨¢s de lo mismo, qu¨¦ matraca
Esto ha degenerado en un serial tan calculado y fofo que me aburre a morir, sin inspiraci¨®n ni alma, servil con una f¨®rmula que resulta infalible en el mercado
La suntuosa puesta en escena de ese presunto o cierto acontecimiento mundial que supone acceder antes de su estreno a un pase de prensa de Los ¨²ltimos Jedi, la ?octava, novena, cent¨¦sima? entrega de aquello que comenz¨® con una m¨²sica exaltante y sublime y un r¨®tulo que anunciaba con legendaria fascinaci¨®n: ¡°Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana¡±, es el proleg¨®meno para ser testigo de lo que esperan millones de espectadores de cualquier cultura y en cualquier lugar. Y ya no se trata de ver una pel¨ªcula, esa cosita inicialmente gozosa que desde hace m¨¢s de cuarenta a?os es algo cotidiano en mi trabajo. De entrada, en una fila asfixiante, me requisan mi anacr¨®nico, pobrecito, tan viejo, tan solo tel¨¦fono, Nokia que a¨²n me sirve para hablar con cada vez menos personas. Despu¨¦s cachean mimosamente mi ajada anatom¨ªa para prevenir que alg¨²n artefacto diab¨®lico que pueda afectar al hipercalculado taquillaje de su divina criatura. Y luego una amable, natural, muy profesional jefa de prensa nos avisa de que alguien estar¨¢ vigil¨¢ndonos en la sala durante la proyecci¨®n para que las tentaciones de los corsarios audiovisuales no triunfen. Mis castigadas vejiga y ri?ones me reclaman visitar la perfumada toilette a mitad de proyecci¨®n (es imperdonablemente larga, como 150 minutos) y cuando regreso a la sala vuelven a chequear mi cuerpo, por si hab¨ªa alg¨²n esp¨ªa en el lavabo. Y cuando finaliza esta l¨²dica e inolvidable gesta del actual cine de aventuras (aseguran muchos sin huellas de sonrojo) vuelvo a hacer interminable cola para que me devuelvan mi m¨®vil y tambi¨¦n me sugieren que deje en un papel mi opini¨®n sobre lo que he visto.
Me olvidaba, tambi¨¦n nos han pedido antes que solo podremos escribir o hablar lo que hemos visto a partir de las seis de la tarde y un minuto de la tarde del martes, y nos piden educadamente que no contemos en ning¨²n momento su argumento ni caigamos en el pecado del spoiler. Y recuerdo el nada original t¨ªtulo de una canci¨®n de mi amado Leo Ferr¨¦: Les temps sont difficiles. Siempre lo fueron, Ferr¨¦. Pero los dinosaurios cada vez lo tienen m¨¢s jodido.
Y vamos al asunto. O no. Sigamos con las digresiones gratuitas. Se supone que lo que he visto, ese guion sin pies ni cabeza, solo referencias en las que me siento perdido, dirigida rutinariamente, es una precuela, secuela, remake, lo que demonios se inventen, de aquel cine y negocio fastuoso (descubrieron que lo del espect¨¢culo solo era el soporte para un merchandising genial) que se inici¨® con la memorable La guerra de las galaxias y continu¨® con la inquietante y sombr¨ªa El imperio contraataca (en ellas apareci¨® Yoda, un personaje que me fascin¨®, como Darth Vader y Obi-Wan Kenobi, y hab¨ªa alguno menos perturbador pero que me ca¨ªa muy bien como el vitalista, audaz e irremplazable Han Solo) pero esto ha degenerado en un serial tan calculado y fofo que me aburre a morir, sin inspiraci¨®n ni alma, servil con una f¨®rmula que resulta infalible en el mercado, un cine que sabe que la paciencia de sus espectadores solo admite multitud de planos con duraci¨®n m¨ªnima, embelesados con esa m¨²sica que atruena en todos ellos, falsamente ¨¦pico, in¨²tilmente l¨ªrico, a la b¨²squeda de nuevos personajes que suenan a caricatura, cine con estrategia de acci¨®n continua, sin respiro, que en medio de esa apoteosis de batallas, duelos, ruidos y efectos especiales consigue la paradoja de que a ratos me quede frito.
Y son varias generaciones las que siguen este show gal¨¢ctico con el amor y la fidelidad de los creyentes. Benditos sean. C¨®mo les envidio. Yo tiemblo cada vez que tengo que padecer la nueva entrega de una saga que me resulta insoportable. Y durar¨¢ hasta el infinito y m¨¢s all¨¢.
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