El hundimiento del ¡®Kursk¡¯, la tragedia que acab¨® con la libertad de prensa en Rusia
Un drama dirigido por el dan¨¦s Thomas Vinterberg revisa el desastre del submarino ruso, ata¨²d para 118 marineros y la primera gran crisis de Vlad¨ªmir Putin como presidente
"Listos para disparar torpedos". Esa fue la ¨²ltima comunicaci¨®n que envi¨® el submarino nuclear Kursk el s¨¢bado 12 de agosto de 2000, el orgullo de la Flota Septentrional rusa. La nave formaba parte de las habituales maniobras de verano de la Armada, y sigui¨® navegando silenciosamente, a profundidad de periscopio, indetectable incluso para los m¨¢s sofisticados m¨¦todos de espionaje estadounidense. Hora y media m¨¢s tarde, a las 11.28, la proa del submarino revent¨® mientras el comandante Gennady Lyachin, capit¨¢n del Kursk, remataba la geometr¨ªa final del disparo: un torpedo HTP en mal estado explot¨®. En tan solo 135 segundos el Kursk se hundi¨® a 106 metros de profundidad en el mar de Barents. Y cuando toc¨® el fondo, lleg¨® la segunda explosi¨®n, provocada por ese choque y por el aumento de temperatura del resto de los torpedos. Fue 250 veces m¨¢s fuerte que la primera, alimentada por las bombas y el combustible, y origin¨® un se¨ªsmo de 3,5 en la escala Richter. La parte delantera del Kursk qued¨® destrozada y la mayor parte de los 118 hombres que navegaban en su interior fallecieron en ese momento.
Sin embargo, el Kursk era un inmenso nav¨ªo fabricado con la mejor tecnolog¨ªa rusa, y eso inclu¨ªa un doble casco de un acero ¨®ptimo: a pesar de la descomunal detonaci¨®n, se salvaron sus dos reactores nucleares, y 23 tripulantes que se encontraban en los compartimentos traseros se hacinaron en el ¨²ltimo, el noveno, a la espera de un posible rescate. La Armada rusa, lastrada por una falta end¨¦mica de inversiones y por los viejos h¨¢bitos sovi¨¦ticos de maquillar las malas noticias, no pudo recuperarles con vida. En el libro Kursk (Plataforma Historia), el periodista brit¨¢nico Robert Moore realiz¨® una pormenorizada investigaci¨®n del desastre -que parec¨ªa predestinado por la inexistencia de mantenimiento del material b¨¦lico o el uso de torpedos HTP (de per¨®xido de hidr¨®geno, muy vol¨¢til) que, por ejemplo, los brit¨¢nicos hab¨ªan desestimado en 1955 por otra tragedia similar- y de la posterior labor de salvamento. Y de ah¨ª ha nacido el guion de la pel¨ªcula hom¨®nima del dan¨¦s Thomas Vinterberg, producida por el estudio Europea-Corp , del franc¨¦s Luc Besson, que se estrena ahora en Espa?a.
Vinterberg se ha alejado much¨ªsimo de su habitual radio de acci¨®n: desde que se hizo popular con su dogma Celebraci¨®n (1998), su cine ha estado centrado en dramas muy humanos (Querida Wendy, La caza, La comuna), con alguna incursi¨®n en la adaptaci¨®n literaria (Lejos del mundanal ruido). "Me extra?a que te extra?e", responde entre risas en la promoci¨®n en Madrid del filme. "No deja de ser otro drama humano de gente luchando por su vida". El dan¨¦s no reh¨²ye ninguna pregunta, y su pel¨ªcula provoca varias. El proyecto naci¨® alrededor del actor belga Matthias Schoenaerts, que encarna al alter ego?¡ªse han cambiado los nombres¡ª del oficial Dimitri Kolesnikov, l¨ªder de los supervivientes y autor de unas notas que identificaron a los 23 marinos que lucharon por su existencia unos d¨ªas m¨¢s. "Matthias me llam¨®, yo acept¨¦, y a partir de ah¨ª elabor¨¦ el reparto", cuenta el director. Por eso no hay actores rusos, sino centroeuropeos, para lograr un ingl¨¦s neutro, el idioma que se habla en el filme. Incluso se entonan canciones marinas brit¨¢nicas, lo que distancia al espectador de los personajes. Tampoco rodaron en Rusia, "aunque al inicio se plante¨® una posible coproducci¨®n franco-rusa", y eso provoca la gran cuesti¨®n que enturbia la historia f¨ªlmica: ?por qu¨¦ no sale el entonces -ahora- presidente Vlad¨ªmir Putin?
Hay que volver a agosto de 2000 para entender lo que signific¨® la tragedia del Kursk en la vida pol¨ªtica de Putin. El desastre ocurri¨® dentro de los primeros 100 d¨ªas de su primer mandato, y el presidente sigui¨® de vacaciones hasta semana y media despu¨¦s del hundimiento. Bien porque no tuvo agilidad pol¨ªtica, bien porque los mandos militares no le transmitieron la informaci¨®n adecuada, Putin no lleg¨® hasta la pen¨ªnsula de Kola hasta el 22 de agosto. Y all¨ª tuvo que aguantar los ataques verbales de las familias de las v¨ªctimas en una tens¨ªsima reuni¨®n. Pero su nombre no se escucha en pantalla. ?Nada que ver con la posible coproducci¨®n ni su estreno -ya tiene distribuidor- en Rusia? "No, es una elecci¨®n puramente art¨ªstica. Y la realic¨¦ yo, porque no quer¨ªa ver a un imitador de Putin en mi historia. Mi filme no es un documental, se inspira en hechos reales, pero es que no sabemos lo que pas¨® exactamente. Ni siquiera cu¨¢nto conoc¨ªa Putin del tema durante los primeros d¨ªas". La pel¨ªcula tambi¨¦n fantasea con el tiempo que lograron vivir esos 23 marinos y con que se comunicaran con el exterior, gracias al sistema est¨¢ndar de los rusos: cuatro golpes en cuatro tandas cada hora o al contactar, para diferenciarlo de cualquier sonido accidental. Moore, en su fant¨¢stico volumen, apunta por los restos y las autopsias, que cuando el primer submarino de rescate ruso lleg¨® a la escotilla de popa por donde podr¨ªan haber salido, ya estaban muertos. "En la pel¨ªcula jugamos con otros elementos, cierto", concede Vinterberg. Tambi¨¦n relativiza mucho la importancia noruega en las labores de rescate y de la colaboraci¨®n privada en el mismo. Todo se reduce a un enfrentamiento con aroma a guerra fr¨ªa.
En cambio, Kursk acierta en la reconstrucci¨®n de la vida en el interior del sumergible y en las tensiones entre los viejos modos sovi¨¦ticos -aunque el pa¨ªs ya fuera Rusia- de maquillaje de la verdad y la necesidad de un r¨¢pida coordinaci¨®n entre Occidente y Rusia para un posible rescate. "Es ir¨®nico que los submarinos de rescate sovi¨¦ticos que pod¨ªan haber llegado al Kursk los hubiesen vendido las autoridades a empresas estadounidenses para que turistas ricos visitaran los restos del Titanic. Refleja el final de un imperio", subraya el cineasta. Adem¨¢s, "las autoridades rusas decidieron no aceptar la ayuda internacional para proteger secretos navales y su orgullo, y fue una decisi¨®n fat¨ªdica". Tambi¨¦n queda claro que la peque?a puerta a la esperanza de una Rusia libre qued¨® ahogada -seg¨²n coinciden Moore y Vinterberg- en aquel agosto de 2000. "All¨ª muri¨® la libertad de prensa en ese pa¨ªs", dicen ambos. El dan¨¦s se explica: "Hemos mostrado la primera famosa rueda de prensa, el viernes 18 de agosto, entre el almirantazgo ruso y los familiares que les acusaron de ocultar informaci¨®n. Llegaron a sedar delante de las c¨¢maras a una madre que protestaba. Fue un momento simb¨®lico, ya que desde ese momento el Gobierno nunca m¨¢s dej¨® fluir libre cualquier tipo de informaci¨®n. Y a¨²n hoy siguen siendo asesinados periodistas rusos".
Babelia
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