La Transici¨®n en super-8
El ingeniero gallego Manoel da Costa film¨® 2.000 metros in¨¦ditos de pel¨ªcula tras la muerte de Franco
Pablo G¨®mez Sala recuerda el d¨ªa primaveral de 2018 en el que un desconocido de 71 a?os entr¨® por la puerta de su taller, situado a unos metros del mar en el puerto de Vigo. Aquel hombre tra¨ªa la Transici¨®n espa?ola metida en una caja. Eran pel¨ªculas de super-8 grabadas por ¨¦l mismo desde la muerte del dictador Francisco Franco hasta mediados de los a?os ochenta. All¨ª hab¨ªa un par de miles de metros de carretes in¨¦ditos: las fiestas del reci¨¦n legalizado Partido Comunista de Espa?a en la madrile?a Casa de Campo en 1978, la primera celebraci¨®n gallega del Orgullo Gay en 1981, un homenaje a la ya nonagenaria Pasionaria en 1985. ¡°Supe inmediatamente que hab¨ªa llegado algo diferente¡±, rememora G¨®mez Sala, fundador de la promotora cultural La Cinematogr¨¢fica.
El hombre, Manoel da Costa (A Coru?a, 1947), empez¨® a narrarle su historia. Durante el franquismo, hab¨ªa militado en la clandestinidad en una c¨¦lula comunista, ¡°esperando a la huelga general revolucionaria que no llegaba nunca¡±. Y, tras la muerte del tirano arropado en la cama en 1975, Da Costa se compr¨® una c¨¢mara super-8 con su sueldo de ingeniero el¨¦ctrico y ¡ªjunto a su mujer, Loli L¨®pez, y un Seat 127¡ª se lanz¨® a recorrer las fiestas de una izquierda que sal¨ªa de la guarida en la que hab¨ªa estado metida desde 1939.
¡°All¨ª no hab¨ªa muchas personas con c¨¢maras super-8. Era una afici¨®n car¨ªsima", recuerda Manoel da Costa
¡°All¨ª no hab¨ªa muchas personas con c¨¢maras super-8. Era una afici¨®n car¨ªsima. Hab¨ªa otras c¨¢maras m¨¢s profesionales, pero iban a documentar otro tipo de cosas¡±, se?ala Da Costa. En sus pel¨ªculas, aparecen personajes como el pol¨ªtico comunista Santiago Carrillo, el escritor Francisco Umbral y los poetas Rafael Alberti y Nicol¨¢s Guill¨¦n, pero la magia est¨¢ en los detalles mundanos: mercadillos de zapatos de tac¨®n con la hoz y el martillo, capas blancas con dibujos de Forges, carteles que anuncian ¡°vino de Jumilla con la medalla de oro de la URSS¡±, el sindicalista Marcelino Camacho hablando ante un refresco de lim¨®n. La Transici¨®n filmada a pie de calle.
¡°En las primeras fiestas del Orgullo Gay hab¨ªa cinco o seis orgullosos de ser gais. Todos los dem¨¢s est¨¢bamos all¨ª para apoyar la causa¡±, recuerda entre risas Da Costa. Aquel 26 de junio de 1981, su c¨¢mara film¨® a familias con ni?os sentadas en la hierba de un parque de Vigo, ante un escenario con m¨²sicos y una pancarta con una retah¨ªla de adjetivos: ¡°Marica, mariqui?a, mullerengo, maricolas, tortilleira, lesbiana, marimacho". Era una Espa?a nueva.
G¨®mez Sala reivindica el valor excepcional de estas pel¨ªculas caseras. Hace cinco a?os, su equipo cre¨® el Archivo Gallego de Cine Dom¨¦stico con el fin de preservar y difundir ese patrimonio cultural escondido en multitud de casas. A su juicio, la aparici¨®n de c¨¢maras de super-8 como la de Manoel da Costa supuso ¡°el primer autorretrato social de la historia del cine¡±.
¡°Ninguna c¨¢mara de cine, hasta entonces, hab¨ªa entrado a documentar la vida de tant¨ªsimas personas en contextos cotidianos, ¨ªntimos, filmados con amor y fascinaci¨®n por la vida que transcurre alrededor de las personas cercanas. Familias enteras se autofilmaron de forma espont¨¢nea, libre, relajada, sin poses, sin pensar que esas pel¨ªculas se iban a proyectar m¨¢s all¨¢ del sal¨®n de su casa, con lo que eso significa, mostr¨¢ndose con total sinceridad frente a la c¨¢mara¡±, reflexiona G¨®mez Sala. En los super-8 de Da Costa hay manifestaciones del Primero de Mayo y a favor de la Constituci¨®n, pero tambi¨¦n hay carnavales, paellas populares y tardes familiares tocando el pandero a la sombra de un h¨®rreo.
La aparici¨®n del super-8 supuso ¡°el primer autorretrato social de la historia del cine¡±, seg¨²n el gestor cultural Pablo G¨®mez Sala
El ingeniero el¨¦ctrico recuerda que, hace unos a?os, solicit¨® un presupuesto en una tienda de Madrid para escanear sus pel¨ªculas de la Transici¨®n. Le pidieron 9.000 euros. El prohibitivo precio de la digitalizaci¨®n es una de las razones por las que este patrimonio cultural permanece oculto en los armarios. Sin embargo, desde 2014, el Archivo Gallego de Cine Dom¨¦stico ha escaneado de manera gratuita todas las bobinas de super-8 que le han enviado, con el apoyo econ¨®mico de una empresa familiar local, Caf¨¦s Candelas. Gracias a esta pol¨ªtica, al archivo han llegado filmaciones ¨²nicas, como un safari fotogr¨¢fico en Suazilandia en los a?os 50, gallegos de viaje por la Uni¨®n Sovi¨¦tica alrededor de 1960 y multitud de escenas de la emigraci¨®n en Argentina.
El archivo gallego es uno de los nueve que integran la Red del Cine Dom¨¦stico, un proyecto nacional que el pr¨®ximo 13 de marzo presentar¨¢ su archivo com¨²n durante el festival internacional de cine documental Punto de Vista, en Pamplona. Con esta ¡°herramienta de memoria colectiva¡± ser¨¢ posible bucear por las pel¨ªculas de la Transici¨®n de Manoel da Costa. ¡°Lo personal es pol¨ªtico. La historia no solo se construye con los grandes discursos. Tambi¨¦n debe incluir estas experiencias familiares en las que todos nos reconocemos de manera universal¡±, celebra la cineasta experimental gallega Xisela Franco.
Uno de los ¨²ltimos actos que film¨® Da Costa fue el homenaje a Dolores Ib¨¢rruri, Pasionaria, por su 90 cumplea?os. M¨¢s de 15.000 personas abarrotaron entonces el Palacio de los Deportes de Madrid para agasajar a la presidenta del Partido Comunista de Espa?a. Da Costa recuerda las actuaciones musicales de Rosa Le¨®n, Ana Bel¨¦n, V¨ªctor Manuel, Joaqu¨ªn Sabina y Miguel R¨ªos. Y uno de los momentos culminantes, cuando La Pasionaria cant¨® junto a Jos¨¦ Antonio Labordeta: ¡°Habr¨¢ un d¨ªa en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad¡±. Era el 8 de diciembre de 1985. Poco despu¨¦s, Da Costa abandon¨® el super-8: ¡°Me pas¨¦ a la fotograf¨ªa¡±.
Los primeros aut¨®matas programables
El ingeniero Manoel da Costa estuvo empleado durante media vida en la empresa Guerin, dedicada a los materiales el¨¦ctricos. Y tambi¨¦n se llev¨® su c¨¢mara al trabajo. Da Costa grab¨® en 1981 la puesta en marcha de "uno de los primeros aut¨®matas programables" de Espa?a, una rudimentaria m¨¢quina con una memoria de un kilobyte instalada para automatizar las alarmas de las calderas de vapor de la f¨¢brica de pasta de papel de Ence en la r¨ªa de Pontevedra. El propio ingeniero, que fue durante dos d¨¦cadas profesor de instalaciones el¨¦ctricas en la Universidad de Vigo, aparece programando el aparato en sus pel¨ªculas en super-8. "Eran los primeros pasos de la automatizaci¨®n industrial", rememora.