Loznitsa reinventa el b¨¦lico
Con un formidable manejo del plano-secuencia y un descarnado retrato de la desinformaci¨®n, el director arrebata con una dif¨ªcil pel¨ªcula
Una pel¨ªcula b¨¦lica en consonancia con la naturaleza y los condicionantes de las guerras contempor¨¢neas, y no con las habitualmente tratadas por el cine. Aqu¨ª no caben el honor, las conversaciones de paz y la parafernalia militar. S¨®lo el salvajismo, la humillaci¨®n, la extorsi¨®n y la manipulaci¨®n; la degradaci¨®n del ser humano, el repudio de cualquier legalidad nacional o internacional, y el caos informativo. Sergei Loznitsa, reputado cineasta ucraniano, habitual de los grandes cert¨¢menes internacionales, y sin embargo despreciado por la distribuci¨®n cinematogr¨¢fica espa?ola, pues hasta hoy solo se hab¨ªa estrenado en nuestras salas la feroz En la niebla (2012), ha compuesto en Donbass una especie de reinvenci¨®n del cine de guerra: una ficci¨®n que, para un especialista del cine documental, es m¨¢s un c¨²mulo de sensaciones que un relato; un malvado juego metaling¨¹¨ªstico que, lindando con el absurdo, se adentra en las complicaciones de un conflicto en el que los contendientes ni siquiera son reconocibles.
DONBASS
Direcci¨®n: Sergei Loznitsa.
Int¨¦rpretes: Valeriu Andriuta, Evgeny Chystiakov, Svetlana Kolesova.
G¨¦nero: b¨¦lico. Ucrania, 2018.
Duraci¨®n: 120 minutos.
Consecuencia de los disturbios del Euromaid¨¢n, acaecidos en Ucrania entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, y que acabaron con la presidencia del prorruso V¨ªctor Yanuk¨®vich, y en medio de la Crisis de Crimea, la guerra en el Donb¨¢s enfrent¨® desde marzo de 2014 a los prorrusos alzados en Donetsk y Lugansk, que hab¨ªan fundado la autoproclamada Rep¨²blica Popular de Donetsk, con el apoyo de Rusia, y a las fuerzas gubernamentales de Ucrania, nacionalistas y europe¨ªstas. Un polvor¨ªn que Lonitzsa articula a trav¨¦s de 13 segmentos narrativos independientes, pero concatenados a trav¨¦s de alg¨²n personaje que pasa de secundario en una de las secuencias a principal en la siguiente, y as¨ª sucesivamente, hasta constituir el derruido panorama de la desolaci¨®n.
Y entre dichas piezas, quiz¨¢ destaquen dos, poderosas en lo formal, paradigm¨¢ticas en lo pol¨ªtico y simplemente insoportables en lo emocional. La primera, con un combatiente gubernamental preso, expuesto por sus captores en una plaza para el escarnio p¨²blico atado a un poste, que sufre, por este orden, insultos, escupitajos y palizas de cualquiera que pase, como prototipo del envilecimiento de la masa. Y una segunda, donde un ciudadano cualquiera ve c¨®mo le es requisado su coche y obligado a aportar una gran cantidad de dinero en apenas unos minutos, si no quiere ser encarcelado por las fuerzas prorrusas.
Con un formidable manejo del plano-secuencia, ya cl¨¢sico en su cine, y un descarnado retrato de la desinformaci¨®n, Loznitsa arrebata con una dif¨ªcil pel¨ªcula sobre la corrupci¨®n, la beligerancia y la impunidad, para la que quiz¨¢ sea recomendable acudir con una cierta informaci¨®n pol¨ªtica previa.
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