¡°Soy el anti Billy Elliot¡±
El bailar¨ªn cubano pas¨® de chaval marginado en su pa¨ªs a estrella del Royal Ballet de Londres, donde fue el primer Romeo negro en la historia
La vida de Carlos Acosta (La Habana, 46 a?os) es un reguero de antit¨®picos. Bailar¨ªn a la fuerza, por medio de una contrapasi¨®n forjada de ni?o, lleg¨® a lo m¨¢s alto por puras habilidades naturales. De chaval marginado en Cuba acab¨® como estrella del Royal Ballet de Londres. All¨ª rompi¨® barreras, como llegar a ser el primer Romeo negro en la historia. Dej¨® lo cl¨¢sico para crear en el mundo de hoy a trav¨¦s de la expresi¨®n contempor¨¢nea con su compa?¨ªa Acosta Danza. Monta coreograf¨ªas con m¨²sica de Silvio Rodr¨ªguez y ayuda a salir del hoyo a j¨®venes bailarines que, quiz¨¢s, como ¨¦l, no todos quieran, pero de los que se empe?a en sacar lo mejor que llevan dentro. Ic¨ªar Bolla¨ªn le dedic¨® Yuli, una pel¨ªcula con su experiencia, y ha contado su peripecia en dos libros autobiogr¨¢ficos. Redondea este agosto con una gira por Espa?a. Hablamos a las 7.30 de la ma?ana en Santander, donde actu¨® el pasado d¨ªa 18 en el Festival Internacional.
Pregunta. La pobreza y la marginaci¨®n, ?le pusieron muelles en los pies para volar m¨¢s alto?
Respuesta. S¨ª, claro. Siempre digo que eso fue lo que me salv¨®.
P. ?Por qu¨¦?
R. Para forjarme un esp¨ªritu independiente. Yo estuve tan abajo, que el ¨²nico camino posible era hacia arriba. Por eso he sido muy osado, porque no ten¨ªa nada que perder.
P. ?D¨®nde se vio?
R. Viv¨ª mucha soledad. Mi pap¨¢ me meti¨® en el ballet casi a la fuerza. Desde los nueve a?os deb¨ªa ir a la escuela cogiendo dos buses solo a las cinco de la ma?ana, mientras otros ni?os iban de la mano de sus padres.
P. ?No merec¨ªa la pena el sacrificio aquella pasi¨®n?
R. No era pasi¨®n. Me expulsaron de la escuela porque no me gustaba. No asist¨ªa a las clases, me fugaba a una foresta para hacer break dance con mis amigos. Mi pap¨¢ me obligaba con palizas hasta que lo metieron preso. Y al estar en la c¨¢rcel y no tener su ojo all¨ª, empec¨¦ a faltar a los espect¨¢culos. Una vez me tuvieron que venir a buscar a casa porque yo estaba jugando al comefango.
P. Curioso nombre.
R. El que perd¨ªa ten¨ªa que comer fango. Yo estaba, como decimos, para el garete, con mi padre preso por un accidente de circulaci¨®n y mi madre enferma. Tuvimos que vender todo, hasta el refrigerador. Una ¨¦poca tremenda.
P. O sea, que se hizo bailar¨ªn a base de indisciplina.
R. Eso es lo bello que tiene la historia. Y tambi¨¦n que mi pap¨¢ tuviera esa visi¨®n de que gracias al ballet podr¨ªa arreglarme. Una cosa at¨ªpica, as¨ª, un camionero¡ Luego, todos vivieron mi gloria, les compr¨¦ casa.
P. Lo contrario a Billy Elliot.
R. S¨ª, yo soy el anti Billy Elliot.
P. ?Cu¨¢ndo supo que eso le pod¨ªa salvar?
R. Cuando vi a los profesionales del ballet de Cuba, con esos m¨²sculos, que agarraban a una mujer con una mano. Y yo dec¨ªa: ¡°?Guau! ?Tambi¨¦n quiero agarrar a una mujer con una mano!¡±. De ah¨ª para all¨¢, empec¨¦ a trabajar duro, duro.
P. ?Ser¨¢ que es un rom¨¢ntico?
R. ?Yo?... Un poco.
P. ?S¨®lo la obsesi¨®n atl¨¦tica y rom¨¢ntica le convencieron?
R. Y que empezaban a aplaudirme. Yo ten¨ªa muchos complejos, de inferioridad y de no tener un prop¨®sito. Cada vez que se fijaban en m¨ª por algo, normalmente era por cosas negativas.
P. ?Cu¨¢les? ?Racismo?
R. No, no tanto. En mi familia conviv¨ªan naturalmente nuestros or¨ªgenes. Mi mam¨¢, espa?ola. Mi pap¨¢, de ?frica. Nosotros, en medio. En Cuba eso no est¨¢ muy marcado. Ten¨ªa m¨¢s que ver con d¨®nde me hallaba yo en la vida. Pero cuando bailaba, la gente me aplaud¨ªa.
P. ?Aliment¨® su ego todo lo que le hab¨ªa tenido a raya?
R. S¨ª, es que yo no ten¨ªa nada. Lo ¨²nico con que contaba era mi arte. Otros ten¨ªan ropa que vestir y los familiares al lado. As¨ª cambi¨¦ mi relaci¨®n con el mundo y el arte. Hasta ahora.
P. Pasando por ser la primera figura del Royal Ballet, que es como decir, un Messi del ballet.
R. S¨ª, s¨ª. Y f¨ªjate que fue casi sin planearlo. Lo m¨ªo fue una especie de accidente. Ahora todo se piensa m¨¢s. Lleg¨® a m¨ª.
P. ?Cree en el azar o que est¨¢ protegido por una especie de ¨¢ngel tozudo que le empuja?
R. Yo s¨ª creo que, mira, algunas cosas¡ Antes de un vuelo a Italia, donde hab¨ªa ido a bailar a Tur¨ªn, por alguna raz¨®n u otra, unos papeles de la visa que no pudimos hacer a tiempo, no cogimos un avi¨®n del que ten¨ªamos billete. Se estrell¨®. Murieron cientos de personas. Mira lo que es eso... En Lausana, entre el ¨²ltimo, por los pelos, en la competici¨®n y gan¨¦ el Grand Prix. O sea, que son muchas cositas¡ Ah¨ª hay algo que no s¨¦¡ Decisiones que te llevan a otro nivel. Y gente que pudo frenarme y no lo hizo.
R. Tampoco estaba planeado, pero quiz¨¢s s¨ª escrito, que fuera el primer Romeo negro de la historia del Royal Ballet.
R. En la historia¡ pero bueno, mira, esa es una raz¨®n para entristecerse, verdaderamente. Han existido much¨ªsimos talentos cuyas carreras han sido tronchadas por eso. Que ven a alguien as¨ª y ya te cierran, sin chance, por como yo soy, por mi color de piel. Menos mal que hemos avanzado un poco y he podido demostrar el Romeo que llevo dentro, no fuera. As¨ª que eso pas¨®, pero no es para vanagloriarse. Fue una puerta cerrada que pude abrir. Con el mestizaje, los genes se hacen m¨¢s fuertes y las sociedades se entretejen, mutan, se enriquecen.